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En el 2006, un comerciante llamado Clive Humby habló en un evento organizado por la Association of National Advertisers (Asociación de Anunciantes Nacionales) y le dio a la economía del siglo XXI un nuevo eslogan. «Los datos son el nuevo crudo», proclamó.

«Los datos son como el crudo. Son valiosos, pero si no están refinados, no se pueden utilizar. Se tienen que cambiar por gas, plástico, productos químicos, etc. para crear algo valioso que lleve a una actividad provechosa; por eso hay que descomponer los datos, analizarlos para que tengan valor».

A partir de ahí, la línea ha logrado su definitiva señal de respeto: se ha convertido en cliché. El entusiasmo que hay detrás de esto alcanzó su momento público más trivial durante una entrevista de la CNBC en 2012 con Ann Winblad, una capitalista del mercado del software a la que se ha llamado «inversora legendaria» y «Artemisa moderna» por su cartera de miles de millones de dólares. Cuando se le preguntó por su próxima gran empresa, repitió las mismas palabras de Humby: «Los datos son el nuevo crudo».

A finales de ese año, el Harvard Business Review ya había tenido bastante. Publicó una columna lamentándose del hecho de que «cada 14 minutos un ejecutivo de publicidad se pasea por un escenario con la misma apasionante declaración: «¡Los Grandes Datos son el nuevo crudo!». La columna, naturalmente, se llamaba: «Los Grandes Datos No Son El Nuevo Crudo».

Pero en años recientes, un vistazo al mercado de valores sugiere que los datos realmente han llegado a ser tan valiosos como Humby predijo que serían, sobre todo los datos de las plataformas de las redes sociales, que dan pistas sin precedentes en tiempo real del futuro de los mercados. En un sector en el que el éxito se define por saber y actuar con la información antes que nadie, las redes sociales – especialmente, Twitter – han emergido como impulsores del sector financiero.

Con más de mil millones de tweets al día, el flujo de datos en tiempo real de Twitter es el depósito más profundo del mundo del nuevo crudo, que promete fortuna a quienes son capaces de separar el puñado de tweets que importan de los cientos de millones de divagaciones monológicas por las que Twitter es bien conocido. «Twitter es el mejor grupo focal del mundo», ha dicho Chris Moody, el vicepresidente de Twitter de estrategia de datos, en una conversación sobre su reciente colaboración en análisis de datos con IBM. El reto es encontrar la aguja en el pajar.

Un montón de empresas de análisis de datos como IBM, Dataminr y Social Media Analytics están tratando de convertirse en modernas refinerías que ayudarán a que los empresarios norteamericanos entiendan todo esto. Estas empresas se encuentran entre una selecta minoría que tiene acceso a la «manguera de fuego» de los datos de Twitter, la totalidad de toda la información compartida por 200 millones de usuarios de la plataforma. Estos realizan referencias cruzadas de los datos con su único algoritmo para depurar informaciones sobre la urgencia, la validez y el impacto de las noticias de última hora, ya se trate de un solo tweet o un complejo análisis de opinión de lo que docenas, cientos o miles de usuarios de Twitter están hablando de algún tema.

Dataminr es una estrella emergente entre estas empresas. La compañía analiza todo lo que aparece en la manguera de fuego en el contexto de la geografía, cables de noticias, datos de mercado y otras fuentes para saber lo que les importa a sus clientes financieros antes que nadie. Por ejemplo, el pasado otoño, su software identificó un tweet de un incendio en una refinería de California casi media hora antes que lo dijera ninguna organización de noticias, advirtiendo a sus clientes mucho antes de que las acciones de Exxon Mobil Corp. y Tesoro Corp. empezaran a venderse como consecuencia de los informes de los medios de prensa tradicionales.

«Se trata de la falta de alguien que sea comentarista de noticias o una nueva fuente de noticias que lo diga», lo que les da valor a los datos recogidos, le ha dicho el fundador de Dataminr y Director Ejecutivo Peter Bailey a Fast Company.

En caso de que infravalore la demanda de estos servicios, Fast Company también presentó la lista confidencial de clientes de Dataminr en 2013 incluyendo «tres de los bancos de inversiones que se encuentran entre los cinco grupos prominentes, así como un destacado fondo de protección de acciones de 15 mil millones de dólares». Eso fue antes de marzo de ese año, cuando Bailey anunció que la empresa había aumentado en 130 millones de dólares de bancos y otras instituciones en una ronda de inversiones privada que valoró a la compañía en 700 millones de dólares, según el Wall Street Journal.

Entonces, ¿son los datos el nuevo crudo? Menos de una década desde que esto se afirmó por primera vez, que casualmente ocurrió el mismo año que se fundó Twitter, la declaración no ha hecho más que intensificarse. Y, puesto que nuevas empresas como Dataminr se están uniendo a gigantes como IBM, que recientemente anunció los primeros hallazgos de sus propios análisis de la manguera de fuego de Twitter, cada vez resulta más difícil argumentar en contra de esta idea.

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