Uno de los principales retos a los que se enfrenta el futuro presidente de los EE. UU. es la elección de una nueva política para la Reserva Federal. David Malpass, economista y columnista de Forbes ha compartido su opinión acerca de qué dirección debería tomar la Reserva Federal.
Una de las claves económicas para el próximo presidente de EE. UU. será establecer la nueva orientación por la que se guiará la Reserva Federal. Esto es fundamental a la hora de salir del 2,2% «normal de ahora» y alcanzar el 4% de crecimiento del PIB que se necesita para que más trabajadores se unan al mercado laboral y aumenten los ingresos de la clase media. La Fed debe ser independiente pero no puede seguir siendo el «matón» de la economía y los mercados financieros en el que se ha convertido.
Al establecer los tipos de interés casi al cero y mantener a la baja los rendimientos de los bonos, la Fed ha elegido a ganadores y condenado a perdedores, y ha situado la balanza a favor de los grandes prestatarios y en contra de los ahorradores. La mayor parte del crédito ha ido para el gobierno y los grandes emisores de bonos privados (que tienen derecho a intereses muy bajos) a costa de los hogares y pequeños negocios (que normalmente no tienen derecho a esto).
Aunque la Fed diga que sus políticas son flexibles, en realidad resultan bastante ajustadas para la mayor parte de la economía. Los grandes prestatarios obtienen más crédito del que necesitan a unos tipos de interés más bajos de lo que requieren, mientras que los prestatarios más pequeños y productivos (aunque con más riesgo) no reciben el mismo trato.
La productividad laboral cayó en el primer trimestre del año pasado y registró uno de los índices de crecimiento más bajos de las últimas décadas. Esto se explica por el siguiente factor clave: las pequeñas empresas recibieron mucho menos crédito durante esta recuperación que en otras previas. Las empresas de reciente formación, que normalmente suponen una fuente de creación de empleo para jóvenes trabajadores, supusieron menos de un 0,8% de todas las contrataciones de 2014, el menor porcentaje registrado hasta ahora.
Para superar la crisis financiera de 2008, la Fed adoptó una serie de rigurosas medidas, para lo que rebajó los tipos de interés a cero y lanzó un programa de compra de obligaciones hipotecarias valorado en un billón de dólares. Puede que esta medicina fuera necesaria para la crisis, pero no funcionó durante la recuperación y debería haber finalizado. En vez de hacer esto, la Fed mantuvo el control del precio del crédito al establecer los tipos de interés a cero y comprar más obligaciones por billones de dólares. La Fed cuenta ahora con una gran cantidad de obligaciones a largo plazo financiadas con deuda bancaria a corto plazo, sin que esto aumente su propio capital. Si la Fed se regulara como un banco, este gran desajuste de vencimientos ocasionaría su cierre.
Vuelta a la normalidad
La Fed se ha resistido a cambiar de dirección, pero hay varias medidas constructivas que podría adoptar ahora a instancias de la nueva administración:
Adoptar estas medidas sería un gran paso para permitir que la economía se recuperara y creciera.
Para lograr el doble mandato de estabilidad de precios y empleo máximo, la Fed debe ofrecer regulaciones coherentes de las que se responsabilice. La visión actual de su función parece ser expandir su estructura regulatoria, mantener su grandeza al máximo y evitar cualquier pérdida para el recalentado mercado de obligaciones. Esto sitúa al crecimiento, empleo e ingresos medios en un segundo plano.
En las últimas décadas la FED y el Tesoro de los Estados Unidos permitieron grandes fluctuaciones en el valor del dólar, lo que debilitó el crecimiento y la inversión. Para conseguir la estabilidad de precios y el empleo máximo, la próxima administración y el secretario del Tesoro deben trabajar con la Fed para fortalecer el dólar y lograr su estabilidad en las próximas décadas.
Con el tiempo la Fed debería también salirse del negocio de las obligaciones. Los activos de la Fed del futuro deben ser sobre todo bonos del Tesoro y equivalentes, financiados a la antigua usanza, es decir, principalmente con divisas, cierto nivel de reservas bancarias y depósitos del Departamento del Tesoro. Por ahora la Fed debe diversificar sus obligaciones y alejarse de deudas bancarias costosas (exceso de reservas), y obtener una mayor parte de sus préstamos de instituciones no financieras y adquisiciones temporales de activos para utilizar el mercado en su totalidad y de forma eficiente y no solo a partir de entidades bancarias.
El control regulatorio de Washington sobre el sector financiero ha aumentado de forma rápida y necesita un replanteamiento para que se centre más en la eficiencia, seguridad y en los mercados. La Fed debe reducir sus responsabilidades no monetarias, entre las que se incluyen situar la Oficina de Protección Financiera del Consumidor en un organismo adscrito al poder ejecutivo y participar en un proceso de colaboración interinstitucional con el objetivo de reducir el dominio gubernamental del mercado hipotecario a través de Fannie Mae, Freddie Mac y la FHA.
Como ocurre con otros sectores del gobierno, la Fed puede ser más pequeña y eficaz para responder a los desafíos que se presenten y dar ejemplo de gran liderazgo.