Occidente se prepara para reanudar el comercio con Irán tras el acuerdo nuclear.
Las petroleras internacionales tienen un problema; pero tras el acuerdo nuclear del martes, Irán aparece de repente como la solución.
Con una alta probabilidad de que el precio del petróleo y el gas caiga de nuevo con el regreso de Irán al mercado internacional del petróleo, la habilidad básica de las grandes multinacionales, es decir, el desarrollo de grandes y complejos proyectos a nivel comercial que suponen un desafío técnico y se llevan a cabo en lugares difíciles, parece más bien una responsabilidad.
Esta «responsabilidad» les ha acarreado una cartera de activos de alto coste en las arenas petrolíferas de Canadá, en aguas ultra profundas, en el Ártico y en zonas remotas de África, Australia y Asia Central.
Mientras tanto, sus incursiones en la producción de petróleo de esquisto y gas han cosechado, en el mejor de los casos, un éxito dudoso y la producción general ha quedado estancada o ha ido a la baja. Por lo tanto, necesitan una producción mayor, duradera y de bajo coste para equilibrar sus proyectos más caros.
Pero las grandes multinacionales ya han estado en esta misma situación antes, y no hace mucho... En 2009-2010, cuando los precios del petróleo estaban justo empezando a salir del bache, Royal Dutch (AMS: RDSA), Shell (AMS: RDSA), ExxonMobil (NYSE: XOM), Lukoil (MCX: LKOH), BP (LON: BP) y Statoil (OTCMKTS: STOHF) pujaron agresivamente por contratos difíciles en Irak.
Desde entonces, los retrasos en los pagos, los sobrecostes y los cuellos de botella en las infraestructuras han llevado a unos rendimientos pobres y a grandes quebraderos de cabeza en las sedes corporativas.
El Iran Petroleum Contract (contrato de petróleo con Irán), que todavía se está redactando, no es muy distinto de los acuerdos con Irak, en líneas generales, pero sí pretende ser mucho más atractivo en la práctica. Las petroleras internacionales, junto con varios expertos independientes, han contribuido al nuevo formato del contrato.
Supondrá una mejora significativa para los denostados contratos de «recompra» de Irán de finales de los '90 y principios de la década del 2000, que suponían un gran riesgo para los inversores y no fomentaban el saber hacer ni los aumentos de producción o reservas.
A medida que la tinta va secándose sobre el acuerdo nuclear, la petroleras occidentales no dudarán en tratar de volver a los proyectos iraníes en los que estaban interesadas antes de que las sanciones se intensificaran: ENI en Darquain, Shell en Yadavaran (donde ya opera el campo de Majnoon a lo largo de la frontera con Irak) y Total en Azadegán. También se interesarán en las exportaciones de gas del enorme campo de South Pars.
Las empresas petroleras asiáticas, en su mayor parte chinas, que siguieron operando a bajos niveles durante el período de las sanciones, se mantendrán, pero ciertamente no se han cubierto de gloria y sus habilidades técnicas no están muy bien valoradas por los iraníes. Por otro lado, Rusia, importante a nivel político, también tendrá un papel que jugar. Gazprom Neft (MICEX: SIBN) ya ha negociado para el campo Azar, una extensión de su proyecto Badrah en Irak.
Pero, quizá, las grandes multinacionales estadounidenses sean el jugador más interesante. No tienen experiencia reciente en el país pero, por motivos políticos, los iraníes estarían encantados de tenerlos a bordo, con ExxonMobil, Chevron (NYSE: CVX), ConocoPhillips (NYSE: COP) y, quizá, Occidental (NYSE: OXY) como los candidatos más obvios. Pero, para su pesar, los estadounidenses seguirán estando limitados por las sanciones de EE. UU., aunque sí es posible que negocien opciones para entrar como y cuando sea posible.
Estar en Irán es una necesidad para las grandes empresas petroleras. Pero esto solo les ayudará a resolver su dilema si son capaces de gestionar los numerosos riesgos contractuales, legales y políticos que se plantean tanto fuera como dentro de Irán.