Los saudíes no están contentos con el acuerdo iraní
Carolyn Kaster, Pool/AP Photo
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La confianza entre Arabia Saudí y los EE. UU. se ha visto socavada por el acuerdo sobre el programa nuclear de Irán, pero Riad tiene a dónde acudir.

El antiguo Ministro-Príncipe saudí de Asuntos Exteriores, Saud al-Faisal comparó en una ocasión el vínculo con los EE. UU. con un «matrimonio musulmán» o uno que no fuese necesariamente monógamo.

Las recientes propuestas del reino a otros socios apuntan a que la relación está pasando por otra revisión debido al destacado acuerdo con la región rival, Irán. Después de visitar Rusia y Francia el mes pasado, el Príncipe heredero, Mohammed bin Salman regresó a casa con contratos de energía y aeronaves de 23 mil millones de dólares. Según Paul Sullivan, especialista en Oriente Medio de la Universidad de Georgetown en Washington:

«La confianza entre Arabia Saudí y los EE. UU. se ha visto dañada por el acuerdo nuclear con Irán. Muchos ciudadanos de Arabia Saudí se sienten abandonados por los EE. UU.».

Se ha empezado a tambalear, especialmente a la luz de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 realizados por ciudadanos saudíes. Y ahora el reacercamiento con Irán liderado por los EE. UU. avista un movimiento tectónico en Oriente Medio al que los saudíes han tenido que enfrentarse desde la Revolución Islámica de Teherán en 1979.

Para los saudíes, hacer negocios con Rusia puede darles independencia de los EE. UU., mientras que para los rusos se trata de ganar aliados y conseguir inversiones.

Hani Sabra, analista jefe del Oriente Medio en el Grupo Eurasia, dijo «Históricamente la relación entre Rusia y Arabia Saudí es de desconfianza. Sin embargo, como resultado del cambio regional y global de la geopolítica, ha llegado el momento de que ambas partes consideren estrechar lazos en el futuro».

Más firmes

Los cambios realizados en la corte real saudí por parte del Rey Salman han marcado un cambio hacia una generación más joven y han destacado el nuevo papel más firme que toma Oriente Medio al estar sufriendo uno de sus periodos más violentos. Mohammed bin Salman, de 29 años de edad, fue nombrado Príncipe heredero después de ostentar el cargo de Ministro de Defensa en enero y liderar la campaña contra los rebeldes Houthi en Yemen.

En Riyadh, los oficiales saudíes le cuentan a los diplomados su preocupación por el posible uso que hará Irán del acuerdo nuclear para involucrarse más en asuntos árabes ya que se han levantado las sanciones y su economía e ingresos se expanden. El antiguo embajador saudí de los EE. UU., Bandar bin Sultan, escribió este mes en una editorial que el acuerdo con Irán «causaría estragos» en Oriente Medio.

Según dijo Fahad Nazer, analista político de la consultora JTG Inc. de Virginia que ha trabajado para la embajada saudí en Washington:

«Teniendo en cuenta la agitación sin precedentes de la región, los saudíes están intentando mantener todas sus opciones abiertas».

Al igual que Irán, el presidente ruso Vladimir Putin es un aliado del presidente sirio Bashar al-Assad, cuyos oponentes fueron respaldados por los saudíes en una guerra civil de cuatro años de duración. El apoyo de Putin, no obstante, está considerado en Riyadh como vacilante, afirma Nazer.

¿Una nueva dirección?

Durante la visita del Príncipe heredero a San Petersburgo en junio, el Fondo de Inversión Pública acordó gastar conjuntamente con Rusia 10 mil millones de dólares en proyectos relacionados con la infraestructura, la agricultura, la medicina y la logística. Los años anteriores, el fondo saudí no estaba persiguiendo abiertamente la inversión extranjera.

Después de reunirse con Putin, voló a París, donde se habían firmado 12 mil millones de euros (13,3 mil millones de dólares) en contratos. Entre ellos, se encontraba un acuerdo financiero de exportación de 3 mil millones de euros entre la aseguradora de crédito Coface SA y el Fondo de Inversión Pública. Ambos países acordaron realizar estudios de viabilidad para dos reactores nucleares y Arabia Saudí accedió a comprar 30 aeronaves Airbus A320s y 20 Airbus A330s por 8 mil millones de euros.

Según dijo John Sfakianakis, el director de la empresa de inversión de Oriente Medio, Ashmore Group con base en Riyadh:

«Existe una dirección más estratégica a invertir en el extranjero seguida de unos intereses más amplios en política exterior»,

«Diplomacia del dólar»

Arabia Saudí ha mirado para otro lado antes de tener que demostrar que no depende de los EE. UU. Tras el colapso de confianza por los ataques terroristas en los que 15 de los 19 responsables eran ciudadanos saudíes, el comercio con China se ha incrementado debidamente.

Tanto los EE. UU., el primer proveedor mundial de armas, como China eran responsables individualmente de aproximadamente el 13 por ciento del comercio saudí del año pasado. En 2001, las importaciones y exportaciones de los EE. UU. sumaron el 19 por ciento del comercio saudí frente al 4 por ciento para China. Rusia, el segundo vendedor más grande de hardware militar, apenas ha registrado cambio alguno.´

Según afirma James Dorsey, investigador principal de estudios internacionales en la Universidad Tecnológica de Nanyang, Singapur:

«El músculo financiero no lo es todo. Dudo que afecte fundamentalmente a Washington. El liderazgo saudí se ha percatado de que, independientemente de su opinión sobre la fiabilidad y políticas de los EE. UU, no existe un país que pueda sustituirlo».

Ashton Carter, el Secretario de Defensa de los EE. UU. se reunió con el Rey Salman y el Príncipe Mohammed el 22 de julio en la ciudad del Mar Rojo de Yeda, donde intentó asegurarles que los EE. UU. no estaban vacilando en su acuerdo de seguridad.

Arabia Saudí cuenta con el mayor incremento de porcentaje entre los 15 derrochadores en defensa en todo el mundo el año pasado, según el Instituto Internacional de Investigación sobre la paz en Estocolmo. Los desembolsos realizados aumentaban un 17 por ciento hasta los 80,8 mil millones de dólares. Y esto a medida que la reducción a la mitad de los precios del petróleo de hace 12 meses redujo los ingresos del gobierno.

«Por ahora, no lo detendrá de comprometerse con la diplomacia del dólar», afirma Dorsey. «Es uno de sus activos más valiosos».

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