¿Por qué te resulta tan difícil ahorrar dinero?
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Cómo el idioma afecta a la predisposición a fumar y ahorrar.

A menudo ocurre que el mayor impedimento que tenemos para ahorrar nos lo ponemos nosotros mismos.

No obstante, puede que haya otro factor importante que no podemos controlar: el idioma que hablamos.

Esto es lo que Keith Chen, economista del comportamiento y profesor de economía en la UCLA Anderson School of Management, obtuvo como resultado a partir de la investigación que llevó a cabo y que compartió cuando participó en 2012 en TED.

Le interesaba saber por qué había grandes diferencias en el ahorro de los 34 países que controla la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Aunque los países más ricos e industrializados del mundo comparten muchas características, existen sorprendentemente grandes diferencias en su tasa de ahorro (que se muestra en porcentaje del PIB):

A la izquierda, los residentes de países como Luxemburgo y Corea del Sur ahorran de forma colectiva más de una cuarta parte del PIB del país al año. A la derecha, los residentes de Grecia ahorran algo más del 10% del PIB del país, más o menos como en el caso de EE. UU. y Reino Unido. Chen indicó que la lengua puede tener algo que ver con estas diferencias.

Según explica, las lenguas pueden «no tener tiempo futuro» o «tener tiempo futuro». Cuando se habla una lengua sin tiempo futuro, la forma de expresar el futuro es similar a la de cómo expresar el presente. En el caso de las lenguas con tiempo futuro, el futuro se expresa de forma distinta al presente.

Por ejemplo, si estás hablando del tiempo (lengua con tiempo futuro), dirías: «Llovió ayer», «Está lloviendo ahora», o «Lloverá mañana», dependiendo del contexto y del momento en el que se desarrolla la acción. Chen explica:

«Cuando se habla del futuro, la gramática te obliga a tratarlo de forma diferente al presente».

«Tienes que diferenciar el momento en el que ocurre la acción» para hablar de forma correcta en inglés.

Una lengua sin tiempo futuro como es el caso del alemán o japonés utilizaría el mismo tiempo gramatical para el pasado, presente y futuro, lo que se traduciría como «Llovió mañana», o «Llovió ahora».

Según Chen, esta sutil diferencia gramatical podría explicar por qué en EE. UU. se ahorra mucho menos que en otros países de la OCDE.

Si el futuro parece más lejano del presente, eso hace que sea más difícil ahorrar dinero, explica. Por otro lado, si hablas una lengua sin tiempo futuro, es decir, una lengua en la que el futuro y el presente se expresan igual, te parecerá que ambos tiempos son lo mismo, lo que hará que sea más fácil ahorrar en el presente para el futuro.

Chen puso a prueba esta teoría y al analizar los datos de todo el mundo encontró pruebas que respaldan su hipótesis. Durante su participación en TED explicó:

«Hay hablantes de lenguas sin tiempo futuro por todo el mundo. Resulta interesante observar, cuando se analizan los datos, que esta población de hablantes de lenguas sin tiempo futuro que están por todo el mundo son los mejores ahorradores».

Los países en los que los residentes hablan lenguas sin tiempo futuro tienen una media de un 5% más de PIB que los de lenguas con tiempo futuro. Una diferencia media de un 5% del PIB ahorrado al año. Según Chen, «durante 25 años esto tiene importantes efectos a largo plazo en la riqueza de un país».

Esta teoría puede aplicarse a comportamientos que van más allá del ahorro, como puede ser el caso de fumar. Fumar es en parte un ahorro negativo, explica Chen:

«Si ahorrar significa pasarlo mal en el presente para pasarlo bien en el futuro, fumar implica lo contrario. Supone pasarlo bien ahora y mal en el futuro».

Por lo tanto, debería observarse el efecto contrario. Tal y como se esperaba, Chen observó que los hablantes de lenguas sin tiempo futuro tienen un 25% menos de posibilidad de fumar.

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