4 formas de afrontar una conversación difícil
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¿Cómo aprender a mantener una postura cuando estás hablando con tus superiores o compañeros de trabajo?

¿Te has visto involucrado alguna vez en una conversación complicada con alguien del trabajo, decidido a mantener tu postura y a hacer que las cosas fueran en tu favor, solo para terminar la conversación un poco después prometiendo renunciar a tus fines de semana, a la cordura y hasta a tus zapatos?

«¿Qué es lo que acaba de pasar?», te preguntas mientras vuelves a tu escritorio tratando de dar con palabras que rimen con «fundamento».

Así que, para ayudarte la próxima vez que alguien te pida algo poco razonable o que te empuje hacia una conversación similar, estas son algunas sugerencias para mantenerte firme y salir victorioso.

1. Conoce aquello a lo que no estás dispuesto a renunciar

Antes de adentrarte en la conversación, tienes que saber hasta dónde estás dispuesto a ceder, aquello con lo que de ninguna manera estás dispuesto a comprometerte. Por ejemplo, trabajar el fin de semana que se celebra el cumpleaños de tu hijo/a o trabajar hasta tarde un día que has quedado o, peor aún, cargar con el muerto de algo que no tenía absolutamente nada que ver contigo.

Tus límites estarán marcados probablemente por tus valores personales, todo aquello que está profundamente arraigado dentro de ti; se trata de esas cosas con las que, si haces concesiones o les restas valor, terminarán costándote tu felicidad y tu autoestima.

Estas son las cosas que tienes que tener perfectamente claras, para poder decir con seguridad «Lo siento, pero eso no puedo hacerlo» cuando llegue el momento. Conoce aquello a lo que no estás dispuesto a renunciar y dale el valor que se merece.

2. Mantente firme ante la engorrosa cuestión del favor personal

Pasa todo el tiempo: tu jefe te pide que te impliques en un nuevo proyecto, ese para el que ya dijiste que no tenías tiempo, porque le ayudaría mucho y, básicamente, le salvarías el cuello. O bien, se te pide que aceptes más responsabilidad porque eso significaría mucho para la persona que te lo pide o, después de haber renunciado, te piden que amplíes tu período de preaviso hasta que las cosas vuelvan a su cauce, porque eso haría que la transición fuera mucho más fácil para los del equipo.

Es una situación compleja, porque si dices que no a un favor personal, ¿te verá entonces tu jefe como alguien en quien no se puede confiar o que no lo apoya lo suficiente?

A nadie le gusta tener que decir que no a alguien que le pide un favor personal, pero ten en cuenta que es tu jefe o tu encargado, no tu mejor amigo ni tu pareja. Y esto va de trabajo, no de ayudar a un amigo a superar una crisis o de estar ahí para apoyar a alguien de tu familia que ha recibido malas noticias.

Es duro, pero si de verdad quieres mantenerte firme, tu respuesta debería ser cordial, profesional y definitiva. Dile a esa persona que entiendes lo que necesita, pero que debido a tus compromisos actuales no te encuentras en posición de poder ayudar en esta ocasión. Dile que te gustaría poder ayudar pero que, debido a tu actual carga de trabajo, no serías capaz de estar a la altura del proyecto en estos momentos. O bien, puedes decir que estás encantado de encontrar una forma para poder ayudar, pero solo si se respetan tu tiempo disponible y tus compromisos ya adquiridos.

3. Haz que decir «no» sea algo bueno

Puedes decir que no a una petición que no sea razonable o que sea francamente injusta. El truco es dar con una forma de replantear el asunto para que, si dices que no, a todo el mundo le quede claro que estás haciendo lo correcto.

Por ejemplo, si tu jefe te pide que asumas un proyecto que va a requerir muchas horas de trabajo, además del trabajo que ya tienes, explícale que al asumir tanta carga de trabajo no vas a ser capaz de dedicar el tiempo ni el esfuerzo necesario a ninguna de las dos tareas. En lugar de ello, sugiérele que a lo mejor valdría la pena aplazar el proyecto mientras el equipo trata de dar con la manera más eficiente y mejor para que todo el trabajo salga adelante.

O, quizás, te han pedido que renuncies a parte de tu tiempo personal para echar más horas y hacer trabajo extra. En ese caso, podrías decir que intentarás echar una mano con lo que puedas pero que, por tu experiencia, sabes que trabajar más horas pocas veces se refleja en un trabajo mejor. Luego, puedes sugerirle buscar otros enfoques para dar uno que beneficie a todos los implicados.

Básicamente, esta estrategia lo que hace es reformular lo que se te ha pedido y darle la vuelta diciéndole a la otra persona «¿Puedo ayudarte a encontrar una solución mejor?».

4. Conoce tu valor

Permanecer firme en conversaciones difíciles es mucho más duro cuando piensas que hacerlo te convierte en una mala persona: si le doy la vuelta a lo que me están pidiendo, entonces no soy de ninguna ayuda; me odiarán si digo que no; si me mantengo en mis trece pensarán mal de mí...

Es razonable pensar en cosas como estas, pero solo hasta que te das cuenta de que tu valor no está determinado por la cantidad de cosas a las que dices que sí, sino por la calidad de tu trabajo.

No dejes que la necesidad de complacer a los demás o que una falta de confianza te lleven a renunciar a lo que importa. A veces, permanecer firme en tu postura en las conversaciones difíciles se reduce a una sola cuestión: ¿qué es lo que haría yo si no tuviera nada que demostrar y si ya fuese digno de respeto?

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