Polonia está lista para firmar un acuerdo para construir un gaseoducto altamente estratégico para los países bálticos como parte de un esfuerzo por romper el control energético abusivo por parte de Rusia sobre los tres estados miembros de la UE.
El acuerdo es otra señal más del apoyo internacional, cada vez mayor, a Lituania, Letonia y Estonia, tan solo unos días después de que Reino Unido dijera que enviaría tropas para unirse a las fuerzas estadounidenses y alemanas en la región para reforzar las defensas contra Rusia.
El suministro de energía es uno de los principales puntos débiles que Moscú es capaz de explotar contra los países bálticos. Hasta hace poco, las repúblicas bálticas dependían por completo de los gaseoductos de la era soviética, lo que no les daba ninguna oportunidad de regatear los precios.
El gaseoducto GIPL, de 534 km de longitud, que irá desde Rembelszczyzna en Polonia hasta Jauniūnai en Lituania, está destinado a diversificar el suministro de energía de los países bálticos. Desde Lituania, será posible distribuir gas usando las rutas de suministro occidentales en mayor medida para llegar a estas regiones, puesto que los tres países siguen adelante con más trabajos de infraestructura.
Se espera que los líderes nacionales firmen los contratos este jueves, en el marco de una cumbre de la UE en Bruselas.
Varios diplomáticos comentaron que la Comisión Europea había clasificado el gaseoducto como asunto prioritario y que proporcionaría 295 millones de euros del total de 558 millones de euros a través del Mecanismo «Conectar Europa». Polonia, el país más crítico con Rusia entre las grandes naciones de la UE, proporcionará otros 120 millones de euros, aproximadamente.
La UE ve este gaseoducto como un elemento clave para su «unión energética», un plan para crear un mercado único y conectar las fragmentadas redes energéticas del continente. Se espera que este plan ayude a unificar los precios y a reducir la dependencia en las importaciones.
Las obras del gaseoducto comenzarán el próximo año y se espera que los trabajos finalicen en 2019. La capacidad anual inicial proyectada para el gaseoducto será de 2.500 millones de metros cúbicos, que podrían llegar potencialmente a los 4.000 millones. Esto sería suficiente para abastecer casi toda la demanda de la región báltica.
No obstante, la dinámica de creación de un mercado regional en la zona del Báltico es complicada, en parte debido a la fijación de precios. Lituania ha empezado hace poco a importar gas natural licuado en la terminal de Klaipėda, pero el combustible es caro.
Estonia está comprando mayores cantidades de gas procedente de Lituania, pero Estonia se muestra recelosa ante el precio. La situación se complica aún más debido a que Gazprom, el monopolio exportador de gas de Rusia, es un gran accionista de Latvijas Gaze, el proveedor nacional de gas en Letonia.
Mientras que los diplomáticos reconocen que los flujos iniciales de gas a través del interconector Polonia-Báltico podrían ser limitados, sí creen que el gaseoducto dará a las repúblicas bálticas un mayor poder de negociación. La queja de Lituania de que, en ocasiones, se le cobraba un tercio más por el gas ruso que a Alemania es un elemento central del destacado caso antimonopolio de la UE contra Gazprom.
La propia Polonia está recurriendo a suministros de GNL para ayudar a romper sus vínculos energéticos con Rusia. Los planes para construir un importante terminal en Świnoujście llevan retrasándose ya mucho tiempo, pero se espera que la primera carga llegue el mes próximo.
Ewa Kopacz, primera ministra de Polonia, visitó las instalaciones el lunes e hizo hincapié en el poder de negociación que le proporcionaría a Polonia. Esta dijo:
«No exagero cuando digo que este es un momento histórico. Polonia ha alcanzado un objetivo estratégico muy importante. Ahora disponemos de independencia por lo que a gas se refiere. Esta infraestructura también nos da la posibilidad de negociar el precio del gas, lo que se reflejará en los bolsillos de los polacos».