El mundo está fuera de control

Regiones desgarradas por los separatistas, cárteles de la droga y grupos terroristas, el proyecto de Bloomberg «Ungoverned World».

La violencia y el caos que reinan en Siria, donde los terroristas del Estado Islámico y otros grupos rebeldes controlan gran parte del país, son tan extremos que millones de personas han huido y la ONU ha desistido de intentar llevar la cuenta de los fallecidos.

A pesar de todo, Siria es tan solo uno de los muchos lugares del mundo donde los señores de la guerra, separatistas, cárteles de la droga o grupos terroristas se han apoderado de parte del territorio dentro de una nación soberana, dejando al gobierno con escaso o nulo poder y al pueblo teniendo que arreglárselas por sí mismo.

Las protestas que surgieron durante la Primavera Árabe de 2011 fueron intensificándose hasta acabar en una guerra civil a gran escala en la que los rebeldes levantaron las armas contra el régimen de Bashar al-Asad. El régimen de al-Asad mantiene el control sobre Damasco y otras zonas del oeste del país, mientras que los rebeldes y los militantes del Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS) ocupan sus propios territorios al este. En todo el país reina una extrema violencia. En Irak, la invasión liderada por Estados Unidos que derrocó a Sadam Husein en 2003 hizo estallar una guerra civil y desencadenó la insurgencia contra las fuerzas de la coalición. Tras la retirada de las tropas de Estados Unidos en diciembre de 2011, la violencia continuó y se agravó con la aparición de ISIS en 2014.

En grandes extensiones de Afganistán una insurgencia liderada por los talibanes ha estado yendo y viniendo desde la derrota de la guerrilla posterior a la invasión encabezada por Estados Unidos en octubre de 2001. No obstante, en Afganistán un conflicto de mayor envergadura provocado por la invasión de la Unión Soviética se remonta a la década de los '80. En Pakistán, una región semiautónoma conocida como las Áreas Tribales bajo Administración Federal (FATA, por sus siglas en inglés) es sede de un conflicto violento entre numerosos militantes de fuerzas contrarias. Algunos de estos grupos han organizado ataques contra instalaciones del gobierno y personal de las fuerzas del orden.

La República Centroafricana ha sido testigo de luchas e inestabilidad política durante décadas. A principios de 2013, los rebeldes islamistas Seleka se hicieron con el poder, pero fueron empujados al campo diez meses más tarde por las milicias cristianas conocidas como los anti-Balaka. A pesar de los recientes intentos por lograr un proceso de paz, los enfrentamientos entre grupos rebeldes musulmanes y cristianos continúan, mientras que una sensación general de anarquía invade el país.

El conflicto de mayor duración en el hemisferio oeste cuenta ahora con más de 50 años a sus espaldas, siendo aún más antiguos sus orígenes de violencia rural entre los partidarios de los partidos Liberal y Conservador. El gobierno, las guerrillas marxistas de las FARC y ELM y grupos paramilitares de derecha, entre otros, han estado enfrentándose entre sí repetidamente a lo largo de estos años.

Decenas de miles de civiles han muerto a causa de los secuestros, minas terrestres y ataques de las fuerzas no gubernamentales en áreas que están fuera del control del Estado. El 23 de septiembre de este año se logró un gran avance en las conversaciones de paz, paralizadas desde hace mucho, entre el gobierno y las FARC, pidiendo la firma de un acuerdo final de paz para dentro de seis meses. El presidente Juan Manuel Santos declaró que «Colombia se encuentra en el camino de la paz».

Desde comienzos de la década de los '90, el conflicto étnico entre grupos rebeldes hutus y tutsis ha aterrorizado a la población civil y ha desmantelado todos los intentos del gobierno por mantener el orden. Los países vecinos intervinieron en el conflicto a finales de la década de los '90 y principios de la del 2000, luchando en guerras «por poderes» entre sí en territorio congoleño y aumentando el nivel de violencia. A pesar de que se declaró el fin de las guerras «por poderes» en 2003, la violencia continúa en el este y el norte.

Tras la caída de Hosni Mubarak en 2011, la violencia ha ido en aumento en la península del Sinaí, donde hasta doce grupos armados lanzan ataques contra los militares. En ocasiones, los militantes controlan carreteras y puestos de control, mientras que los residentes del Sinaí y los refugiados se quejan de una grave negligencia por parte de las autoridades.

Tras la revolución de 2011 y la ejecución de Muamar el Gadafi, que incluyó ataques aéreos por parte de la OTAN en apoyo de los rebeldes libios, los enfrentamientos han continuado entre diversas fuerzas que persiguen el control del país.

En 2006, el gobierno mexicano inició una gran ofensiva militar contra las bandas de narcotraficantes, que han ido ganando cada vez más poder en las últimas décadas. La violencia fue volviéndose más extrema hasta alcanzar un máximo histórico en 2011.

Los tiroteos entre la policía y los cárteles son comunes en muchos pueblos y ciudades, al igual que los secuestros. El gobierno tiene escaso o nulo control en ciertas zonas del país. El número de homicidios se ha triplicado desde 2007 a 2011 y la tasa de muertos es la vigésima más alta del mundo.

A pesar de la transición a la democracia en 2011 tras 50 años de gobierno militar, sigue habiendo prolongados conflictos étnicos entre las fuerzas del gobierno y grupos rebeldes no birmanos en las zonas fronterizas del norte con China y Tailandia, lo que da lugar a varios niveles de control territorial entre los combatientes.

Boko Haram es un grupo fundamentalista islámico del norte de Nigeria que lleva atacando colegios, iglesias e instalaciones gubernamentales desde que surgiera en 2009. El grupo aspira a establecer un Estado Islámico que se adhiera a la sharía (ley islámica) en el norte de Nigeria y ha expresado su apoyo al ISIS. Durante los últimos cinco años, Boko Haram ha ganado y perdido el control de varias porciones del territorio septentrional en constantes luchas con las fuerzas del gobierno.

Manila ha entablado conversaciones de paz con insurgentes islámicos tras un conflicto que dura ya décadas en las selvas del sur de Filipinas. Los esfuerzos por alcanzar un alto el fuego permanente se han visto debilitados por la continua violencia y los desacuerdos sobre las reformas del gobierno autónomo de la región. Abu Sayyaf es «el más violento de los grupos separatistas islámicos» del país, según el gobierno estadounidense, llevando a cabo de forma regular secuestros, atentados y asesinatos.

Tras caer en la anarquía en 1991 como consecuencia del derrocamiento del régimen de Mohamed Siad Barre por parte de los rebeldes, Somalia restableció finalmente un gobierno en 2012. Pero las luchas han continuado entre las milicias islamistas, especialmente Al-Shabab, y las tropas del gobierno.

Mientras que el gobierno tiene el control general del sur y el centro de Somalia, extensas áreas del país están gobernadas por los insurgentes. Los ataques rebeldes en todo el país son frecuentes, al igual que los secuestros y la toma de rehenes por parte de piratas que actúan frente a las costas del Cuerno de África.

En 2002, comenzaron los enfrentamientos entre el gobierno sudanés y los rebeldes en la región de Darfur, que denunciaban la opresión contra la población no árabe por parte del gobierno. La Corte Penal Internacional acusó al presidente sudanés Omar Hasán Ahmad al Bashir de genocidio en 2010, pero actualmente sigue siendo el jefe de Estado de Sudán.

A pesar de un acuerdo de paz firmado en 2011, las luchas continúan. Darfur y otros territorios fronterizos con Chad siguen siendo especialmente vulnerables a los ataques terroristas y los secuestros. Mientras tanto, la frontera con Sudán del Sur es propensa a la anarquía y al bandidaje por parte de grupos armados que siguen luchando tras la separación del Sudán del Sur de Sudán en 2011, con las posteriores reclamaciones rivales por los ingresos procedentes del petróleo en la zona.

El extremo sur de Tailandia es sede de separatistas armados que han cometido atentados y otros actos violentos que han matado a más de 6.000 personas desde 2004. Ataques contra edificios del gobierno y civiles tienen lugar «casi a diario», según el Departamento de Estado de Estados Unidos, y narcotraficantes y otros delincuentes operan en zonas de la frontera de Tailandia con Birmania.

El gobierno de Yemen mantiene un control muy débil en ciertas zonas del país. Los rebeldes que se oponen al régimen del presidente Abd Rabbuh Mansur al-Hadi, conocidos como hutíes, se han apoderado de instalaciones del gobierno en la capital y Al Qaeda mantiene cierta presencia en todo el país.