Los ricos no pueden hacer frente al calor
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Cómo el calentamiento global afectará a la productividad en el trabajo en los países ricos.

«Meta siempre en la maleta un jersey», advierte un hombre de negocios local a los visitantes de Singapur, «porque lo mejor de nuestro clima es el aire acondicionado». El primer jefe de gobierno de Singapur, Lee Kuan Yew, habría estado de acuerdo. Él consideraba el aire acondicionado como el mejor invento del siglo XX. Otro político de Singapur señaló en cierta ocasión que de no haber sido por la refrigeración artificial de los espacios, los trabajadores locales estarían «sentados bajo cocoteros» en lugar de trabajando en fábricas de alta tecnología.

Singapur es lo suficientemente rico como para mantener sus espacios internos fríos, no así la vecina Indonesia. Los economistas solían pensar que la mayor potencia de refrigeración de los países ricos les permitiría reducir el daño para sus economías derivado de las altas temperaturas aparejadas al calentamiento global.

Pero una comparación cruzada entre países del año 2012 encontró que las temperaturas elevadas no parecían debilitar el crecimiento en los países ricos, pero sí en los países pobres. Es difícil medir el impacto de la temperatura en el crecimiento de los países cálidos y fríos directamente, dado que hay muchas variables a tener en cuenta. En lugar de ello, el estudio comparaba el crecimiento en un país específico durante años cálidos con el crecimiento durante años fríos. El resultado fue que en los países pobres, de media, las temperaturas elevadas iban asociadas a un crecimiento más lento; pero algunos países ricos crecieron más rápido en años cálidos y algunos de ellos en años fríos, lo que sugería que no había una relación clara entre la temperatura y el crecimiento en el mundo desarrollado.

Sin embargo, un estudio publicado la semana pasada en Nature desafía este hallazgo. Los autores del mismo (Marshall Burke, Solomon Hsiang y Edward Miguel) sospechaban que los economistas habían estado buscando algo equivocado: una relación linear entre la temperatura y el crecimiento. En lugar de ello, ellos buscaron una temperatura óptima, asumiendo que un frío excesivo podría dañar el crecimiento tanto como un calor castigador. Esto es justamente lo que encontraron:

Los años más cálidos de lo normal son beneficiosos para los países, tanto los ricos como los pobres, hasta una temperatura media anual de 13 °C, tras lo cual un clima más caluroso empieza a chamuscar el crecimiento.

Esto les permitió extraer conclusiones sobre el posible efecto del cambio climático: para Brasil, por ejemplo, un aumento de la temperatura de 3 °C daría lugar a una caída de la producción del 3%.

Según parece, la aparente resistencia al calor de los países ricos se debe simplemente a que algunos de ellos, como Alemania y Francia, se encuentran en la parte más fría del rendimiento, por lo que crecen más rápido en los años cálidos, mientras que otros países, como Estados Unidos y Australia, se encuentran en la parte más cálida del rendimiento, por lo que languidecen cuando las temperaturas se elevan más.

Dentro de cada uno de los estados de EE. UU. por separado, por ejemplo, cada día caluroso (con una temperatura media a lo largo de 24 horas de 24-27 °C) reduce los ingresos medios por persona ese día en un 20%, según un estudio del Sr. Hsiang y Tatyana Deryugina de la Oficina Nacional de Investigaciones Económicas. Los días muy calurosos (por encima de los 30 °C) reducen los ingresos por persona en un 28%. El hecho de observar el impacto medio del aumento de la temperatura en los países ricos en enmascaró estos resultados tan arrolladores.

Irónicamente, el hecho de que las temperaturas mundiales están cambiando ha llevado a algunos economistas a cuestionar estos resultados, ya que significa que no hay una línea de base firme para la comparación. Pero hay muchas evidencias de una temperatura óptima a nivel micro. Por ejemplo, los cultivos florecen cuando no hace ni demasiado calor ni demasiado frío. Asimismo, los trabajadores rinden más en ambientes templados.

La armada británica encargó la primera investigación sobre la temperatura y la productividad en la década de 1940. En un experimento, se situó a operadores de código Morse en salas de temperatura variable; los que estaban en salas con una temperatura de 40 °C cometían diez veces más errores que los que estaban en salas a 30 °C.

De forma similar, un artículo publicado el año pasado en el Journal of Labour Economics halló que los trabajadores estadounidenses de la construcción, la industria manufacturera y los transportes se marchaban una hora antes cuando la temperatura subía por encima de los 29 °C, trabajando una hora menos al día de media. A medida que los días calurosos vayan dándose con más frecuencia, se necesitarán más trabajadores para acabar el mismo proyecto o bien será necesario pagar más a esos trabajadores para convencerlos de que se queden, al igual que se les paga un extra por las molestias de los turnos de noche. Las industrias en las que los trabajadores están expuestos al clima emplean al 28% de la fuerza de trabajo de Estados Unidos, según un estudio reciente que trata de averiguar cómo afectará el clima a la economía del país.

Frío, pero a un precio

Los países pueden tratar de mitigar los efectos del calor, pero enfriar los ambientes es caro. En Singapur, el aire acondicionado consume el 40% de la energía empleada en los edificios. Si no se hace nada por detener el calentamiento global, el mundo verá un aumento del 83% en el consumo de la electricidad entre 2010 y 2100 debido simplemente al mayor uso del aire acondicionado, los ventiladores y la refrigeración, según un artículo de Lucas Davis y Paul Gertler publicado en la revista del PNAS en marzo. Richard Tol, de la Universidad de Sussex, señala que las casas y oficinas en los países fríos están construidas para conservar el calor gracias a grandes ventanales orientados al sur; reformar estos edificios podría ayudar a mantener a la gente a una temperatura agradable, pero con un gran coste.

Por supuesto, el calentamiento global dañará a los países ricos de muchas otras formas además de la caída de la productividad ligada al aumento de las temperaturas. El cambio climático no solo aumentará la temperatura del planeta, sino que también provocará un aumento del nivel de los océanos y un aumento de los fenómenos meteorológicos extremos, como los huracanes. Puesto que muchas grandes ciudades se encuentran en la costa, requerirán protección.

Los economistas medioambientales llevan décadas trabajando en cálculos del peor escenario posible, como si sería mejor construir costosas defensas contra inundaciones para el distrito financiero de Singapur o dejar que se inunde.

No obstante, aunque los países ricos lograran defenderse de los peores efectos del calentamiento global, seguirían sufriendo sus consecuencias. El comercio con los lugares más vulnerables se reduciría y habría un gran aumento de los refugiados.

Se supone que la Conferencia Internacional sobre el Cambio Climático de París de diciembre de este año tiene que dar con políticas que eviten este tipo de resultados. Los nuevos hallazgos sobre los funestos efectos de las altas temperaturas deberían dar a los países ricos un incentivo adicional para alcanzar un compromiso.

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