Las compañías petroleras se están apretando el cinturón
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Las grandes petroleras aceleran los recortes para alcanzar el umbral de los 60 dólares por barril.

Como prueba de lo violenta que se ha vuelto la recesión en la industria petrolera, observe la decisión de Royal Dutch Shell (LON: RDSB) de cancelar un proyecto canadiense de arenas petrolíferas esta semana.

Excepcionalmente - y a diferencia de los más de 200.000 millones de dólares de los gastos futuros aparcados por las compañías energéticas desde el derrumbe del precio del crudo del año pasado - el trabajo en Carmon Creek estaba en pleno curso. No era una ilusión. Shell ya había tomado la decisión de invertir: estaba limpiando el lugar, adquiriendo el equipamiento principal, construyendo alojamientos para el personal y comenzando el trabajo en los pozos.

Su último paso de bajar las herramientas, dice Anish Kapadia del banco de inversiones en energía Tudor Pickering Holt, muestra cómo las empresas «están volviéndose aún más agresivas en recortes en gastos de capital y expectativas de rendimiento», y sugiere que Shell está «dirigiéndose hacia el bando "más bajo por más tiempo"» respecto a los precios del petróleo.

Shell, sin embargo, está lejos de encontrarse solo. Puede que haya hecho el mayor giro en un nuevo proyecto desde la derrota del mercado, pero los resultados del tercer trimestre publicados esta semana muestran la velocidad a la que la industria está reaccionando frente al derrumbe del mercado. A medida que el flujo de efectivo se reduce, la principales petroleras se apresuran a recortar costes para mantener sus dividendos.

Como consecuencia, cualquier nuevo proyecto que requiera un precio del crudo superior a 60 dólares por barril - casi un 50 por ciento por debajo del pico del año pasado - está siendo o cancelado o aplazado hasta que los costes de la industria hayan bajado lo suficiente.

De ahí la decisión de BP (NYSE: BP [BP]) de posponer su proyecto Mad Dog 2 en el Golfo de México. Junto con la petrolera francesa Total (EURONEXT PARIS STOCKS: Total [FP]), el grupo energético con sede en el Reino Unido se ha comprometido a equilibrar sus cuentas en 60 dólares el petróleo, con el objetivo de cubrir sus dividendos de flujos de efectivo para 2017. La noruega Statoil (NYSE: STO) también dice que el precio de «equilibrio» para su proyecto Johan Castberg en el Ártico, que espera la luz verde, está ahora a 60 dólares el barril.

¿Significa esto entonces que 60 dólares es el nuevo precio del petróleo a largo plazo? Pues no necesariamente. Las grandes empresas petroleras parecen tener tan poca idea como todo el mundo sobre cuál será el precio del Brent en estas fechas del año que viene, ni mucho menos en 5 o 10 años. Ninguna de ellas fue capaz de predecir el derrumbe del año pasado, causado por la superabundancia estadounidense y la decisión de la OPEP de no reducir la producción.

Sin embargo, existen razones por las que 60 dólares, por ahora, es una hipótesis sensata. A pesar de que es mayor que el precio al contado de 48 dólares, es el precio que los inversores creen que tendrá el crudo dentro de dos años. Los mercados de futuros no apuntan a una caída, sino a una lenta y dilatada recuperación para el crudo Brent. Y 60 dólares es el precio, según consideran los analistas, al que mucho del restante aceite de pizarra y gas estadounidense - hasta 10 millones de barriles en un día de alta producción, según Goldman Sachs - podría ser económico.

El potencial de América juega un papel importante. Los proyectos pospuestos como el de Johan Castberg de Statoil solo volverán a estar en marcha cuando sean más competitivos con la futura producción de esquisto. BP ya ha recortado el gasto de Mad Dog 2, establecido originalmente en más de 22.000 millones de dólares, hasta los 10.000 millones de dólares, en gran parte gracias a los enormes descensos de los costes de plataformas de aguas profundas. Los analistas sugieren que su equilibrio probablemente estará en la zona de 50 dólares cuando se dé la señal de salida.

Para intentar rentabilizar sus inversiones, BP y otros están asfixiando a sus proveedores, vendiendo activos y reduciendo personal. Martijn Rats, de Morgan Stanley, dice que tales acciones llegan un poco tarde. La productividad en la industria se deterioró mucho durante los años de auge, con las cifras de personal de exploración y producción dedicado a producir un barril de petróleo duplicadas en la década hasta 2014.

La reducción de 6.000 millones de dólares de BP en gastos anuales de funcionamiento, expuesta esta semana, supone más de un quinto de su base de costes «controlable», según un analista, que señala: «Eso es tremendo».

De hecho, la caza de ahorros se ha convertido en algo incesante. En la oficina de Aberdeen de Shell, las máquinas automáticas de café se han quitado y se han reemplazado por dispensadoras de agua caliente. Rats dice que esto es significativo por el mensaje que envía: «Las empresas están diciendo que tenemos que vivir dentro de nuestras posibilidades», argumenta.

En los próximos años la pregunta será: ¿qué tipo de industria aparece?

Tal es la magnitud de recortes en el lado de los suministros que las empresas podrían incluso ayudar a atajar una prolongada recesión de precios (y obtener mayores rentabilidades que las que obtuvieron en su momento con el petróleo a 100 dólares por barril).

No obstante, algunos pagarán un precio. Tomar decisiones basadas en las curvas de futuros puede funcionar a corto plazo, pero los principales recortes en gasto del 30 por ciento ponen en peligro el crecimiento futuro de la producción, arriesgando el sustento en que se basan los dividendos dentro de algunos años.

El señor Kapadia, de Tudor Pickering Holt, dice: «Se necesitarán o bien precios más altos o aceptar la transición hacia el descenso».

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