¿Por qué se radicalizan los jóvenes en Occidente?
REUTERS/Jesus Blasco de Avellaneda
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Un peligro creciente que se nutre de los agujeros del sistema, de sus grietas, de sus contradicciones y ambigüedades.

Atentados en Ankara, Bagdad, Beirut, París, células desarticuladas en distintas zonas de España... Al mismo tiempo que las poblaciones civiles de países como Siria e Irak se desangran diariamente a manos de dictadores y del terror de Estado Islámico (EI), la sociedad europea, la misma a cuyas puertas llaman pidiendo auxilio miles de refugiados de estos países, se enfrenta aturdida a una amenaza tan difusa como letal.

Así lo ponen de manifiesto, según los expertos consultados, las informaciones sobre los últimos ataques terroristas que han golpeado el corazón de Europa, así como las recientes detenciones vinculadas al yihadismo y a EI. «La mayoría son jóvenes nacidos y criados en Occidente, y cada vez hay más casos en los que ni siquiera había vínculos previos con el islam, como las chicas españolas de Almonte y Málaga arrestadas cuando pretendían unirse a las filas de Isis. La religión es una excusa, no es un problema religioso, sino político».

Los expertos coinciden, además, en que se trata de un fenómeno «muy complejo» en el que intervienen muchos factores, entre los que destacan la exclusión social, la marginación, la crisis de identidad, la falta de oportunidades y la ausencia de un sentimiento de pertenencia y de un proyecto de vida, entre otros.

En el caso concreto de Francia, señalan las cuatro décadas de segregación social, territorial y étnica que han padecido las generaciones surgidas de emigrantes. «Viven en el extrarradio, en guetos, con trabajos y condiciones precarias que les hacen sentir que son ciudadanos de segunda categoría. Están desengañados y no encuentran su papel en esta sociedad», afirma Díaz.

El mismo patrón que las bandas juveniles «La gente que se radicaliza en los países occidentales es porque está buscando alternativas y un sentido a su vida», explica Barah Mikaïl, investigador de Fride, que coincide en el diagnóstico de Díaz. «Las redes han encontrado aquí una población joven, vulnerable, que no se identifica con el país donde ha nacido ni con el de sus padres», añade al respecto Fernando Reinares, investigador principal del Real Instituto Elcano.

La gente que se radicaliza en los países occidentales es porque está buscando alternativas y un sentido a su vida Moreras, por su parte, habla de «orfandad institucional» y de radicalización como resultado de un «déficit de socialización» en nuestra sociedad. «Para comprender la radicalización es mejor aprender sociología que teología», afirma.

«Es el mismo patrón clásico seguido por las bandas juveniles, cuya capacidad para generar sólidas pertenencias entre jóvenes con identidades familiares y sociales debilitadas está en la base de su capacidad de movilización».

«Pero no existen generaciones de yihadistas», subraya Moreras, que insiste en la conveniencia de descartar simplificaciones. Para este antropólogo, el riesgo no está solo entre las poblaciones inmigrantes, sino entre todos «nosotros», y hace referencia al último informe de la OCDE, que calcula que «20 millones de jóvenes que ni estudian ni trabajan en los países desarrollados quedarán excluidos del mercado laboral, y eso es muy grave». «En estas condiciones, los más vulnerables a la desigualdad serán los primeros en restar su confianza en las instituciones. Y sin confianza, la socialización no es posible».

«La inadaptación social es un grave riesgo», señala Moreras, «y nuestra sociedad, con todas su ambigüedades y contradicciones, tiene parte de responsabilidad. Muchos de sus mecanismos lo que te dicen es que o te espabilas o te quedas abajo. Hay una raíz profundamente insolidaria en nuestra forma de vida. Los ascensores sociales no están funcionando bien, muchos están estropeados y otros suben en montacargas, hasta que hay gente que se empieza a bajar del montacargas y dice esta no es mi sociedad (...) La gente que se queda fuera es muy difícil de recuperar y puede volverse contra nosotros», agrega.

«Les proporcionan la pertenencia a un grupo»

Y ante ese vacío de referencias y existencial, surgen discursos, como los de Estado Islámico, capaces de ocuparlo todo, señalan estos expertos. «Les ofrecen una identidad», afirma Reinares. «Les proporcionan la pertenencia a un grupo, adrenalina, un proyecto de comunidad», añade Díaz. «Les dan una bandera a la que agarrarse, una opción de reconstrucción personal: deja atrás tu vida de desastre que con nosotros estarás mejor», explica Moreras, por su parte.

La igualdad de oportunidades y la capacidad de mantener una vida digna es los que garantiza la cohesión social Pero, según este antropólogo hay algo más, algo contra lo que las sociedades occidentales no están actualmente en condiciones de competir: «Les ofrecen algo concreto, no un intangible. Les dan un arma y les ofrecen ser los protagonistas de una acción. El suyo es un discurso fascinante con una efectividad brutal, y da mucho miedo ver que convence mucho más que los discursos de Occidente. Nosotros, como sociedad, no estamos llegando, hay que elaborar argumentos y discursos mucho más potentes».

«Es imperativo encontrar una fórmula que permita el acomodo de estos jóvenes en nuestras sociedades», asegura Reinares, que concede un importante rol a las familias, las cuales pueden entorpecer esa radicalización. «Los españoles tenemos una oportunidad histórica para aprender de los errores que han llevado a tasas de movilización grandes en países como Francia, donde la política de asimilación no ha funcionado y también Reino Unido u Holanda, en los que tampoco ha funcionado el concepto de multiculturalidad».

Díaz habla de la importancia de desarrollar «mejores políticas de desarrollo económico y de asimilación de minorías», y Moreras subraya que la igualdad de oportunidades y la capacidad de mantener una vida digna es lo que garantiza la cohesión social. Pero, si hay algo en lo que coinciden especialmente estos expertos, es en que estos jóvenes radicalizados son una «minoría ínfima». «Los musulmanes no son los malos, ellos son las principales víctimas de Isis», explica Moreras.

Fuente: 20minutos.es. Autor: Victoria Luna. Bajo licencia Creative Commons BY-SA

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