Las relaciones entre Turquía y Rusia se tensan después de que el país miembro de la OTAN derribara un avión de combate ruso cerca de su frontera con Siria.
Después de convertirse en el primer país de la OTAN en derribar un avión de guerra ruso en más de medio siglo, Turquía ha obligado a la alianza a tomar medidas para distender las tensiones con Moscú ya que el presidente Recep Tayyip Erdogan se ha comprometido a seguir protegiendo el espacio aéreo de su país. Esto fue un recordatorio de cómo las prioridades de Turquía por Siria, su vecino del sur, siguen fuera de lugar ya que su firme oposición a los separatistas kurdos y al presidente sirio, Bashar al-Assad, está eclipsando la lucha contra el Estado Islámico.
Según dijo por correo electrónico el miércoles Naz Masraff, director para Europa de la consultora de riesgo político Eurasia Group:
«Estados Unidos y la UE reaccionarán con un apoyo público a Turquía, pero en privado tendrán grandes dudas sobre la naturaleza de la drástica actuación de Erdogan. Probablemente la decisión de Erdogan será considerada dentro de la OTAN como un error de cálculo».
Turquía, la mayor fuerza militar de la OTAN después de EE. UU., dice que quiere deshacerse de Assad y el Estado Islámico, pero se opone a apoyar a los kurdos sirios para ayudar a hacerlo. La Unión Europea por su parte se ha comprometido a compartir la carga financiera de unos 2,2 millones de refugiados sirios en Turquía mientras Erdogan está presionando para crear una zona de exclusión aérea en la frontera donde los migrantes que huyen de la guerra puedan asentarse.
Planes divergentes
Turquía, el histórico puente entre Europa y Oriente Medio, comparte la mayor frontera con Siria. El país es clave para la resolución del conflicto y también para los esfuerzos de la canciller alemana, Angela Merkel, de frenar el flujo de migrantes en la UE. Sin embargo, los acontecimientos no se han desarrollado según los planes del gobierno de Ankara.
Rusia pilló a EE. UU. por sorpresa a finales de septiembre cuando empezó a bombardear objetivos sirios, aparentemente para atacar a grupos terroristas, aunque también para apoyar a su aliado Assad. Turquía rechazó la participación y advirtió a Rusia sobre la invasión de su espacio aéreo, mientras que la OTAN dijo que no tenía intención de coordinar su propia campaña aérea contra el Estado Islámico.
Los terroristas suicidas del Estado Islámico mataron a más de 100 personas en Ankara el 10 de octubre cuando Turquía centró su esfuerzo militar en la supresión de grupo separatista kurdo PKK. Todavía sigue siendo la «prioridad número uno», según Sami Nader, director del Levant Institute for Strategic Affairs in Beirut (Instituto Levant de Asuntos Estratégicos en Beirut). Nader dijo:
«Si Turquía tiene que elegir entre luchar contra ISIS o el PKK, preferirá luchar contra el PKK porque es una amenaza directa a su seguridad nacional».
Putin y Erdogan
El conflicto de esta semana de los cazas turcos F-16 que han interceptado el avión ruso SU-24 llegó poco más de una semana después de que Erdogan fuera anfitrión de una cumbre del G20 centrada en las conversaciones sobre la guerra de Siria y el Estado Islámico a raíz de los ataques terroristas de París. Después de reunirse con su homólogo turco, el presidente ruso, Vladimir Putin, le llamó «una persona directa y abierta», aunque también un «duro negociador» que desea una solución política a Siria.
Los dos países están adoptando posiciones ahora. La fuerza aérea de Turquía ha intensificado las patrullas fronterizas, mientras que el ministro de Relaciones Exteriores ruso, Sergei Lavrov, ha dicho que sospecha que el derribo del avión ruso de combate fue planeado.
«Turquía es el principal actor en el futuro de Siria», dijo desde Toronto Bokhari, profesor de seguridad nacional de la Universidad de Ottawa, Canadá. «Estados Unidos confía en Turquía para gestionar Siria a largo plazo. Aunque Turquía es muy escéptico sobre el hecho de jugar este papel principal. La situación obligará a Turquía a desempeñar un papel mucho más importante a medida que pase el tiempo».