De corazones abiertos a fronteras cerradas
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Los políticos suecos dejan de lado la misericordia y piden leyes más estrictas para los inmigrantes.

El año pasado, cuando el partido moderado de Suecia gobernaba el país, instó a los votantes a «abrir el corazón» a las oleadas de refugiados que huyen de los puntos conflictivos del mundo. Sin embargo, ahora que se encuentra en la oposición, el partido está impulsando una coalición cuyo objetivo es el cierre de las fronteras.

El gobierno de minoría de socialdemócratas y Verdes se encuentra dividido sobre cómo hacer frente al récord de afluencia de migrantes. El partido verde, cuyo líder derramó unas lágrimas en una conferencia de prensa en la que se dieron a conocer unas reglas más estrictas, se ha comprometido a abandonar la coalición si las cosas van más allá.

Peter Santesson, jefe de análisis de opinión del encuestador Demoskop, dijo:

«La política sueca está pasando por momentos difíciles ahora mismo. La pregunta es si serán capaces de gestionar estos problemas y permanecer en el poder».

El país, que cuenta con 9,8 millones de habitantes y está ubicado en el extremo norte de Europa, se encuentra en el centro de una crisis de refugiados que está amenazando a las economías y la libre circulación en toda la Unión Europea. El gobierno se ha visto obligado a imponer controles en las fronteras y dar marcha atrás en el otorgamiento de residencias permanentes con la llegada de 80.000 personas en el transcurso de tan solo dos meses, hecho que ha desbordado a sus servicios de recepción.

Mientras que Suecia ahora está haciendo frente a un aumento del desempleo y a mayores déficits, el gobierno afirma que, si la situación de gestiona de forma correcta, la afluencia de gente podría ayudar a aliviar los retos demográficos que se avecinan. Pero el descontento se ve reflejado en el creciente apoyo de los ultraderechistas Demócratas de Suecia, y en manifestaciones más violentas como la quema de centros de refugiados y un ataque mortal con arma blanca en un colegio de mayoría inmigrante en la ciudad industrial de Trollhättan.

Los socialdemócratas están siguiendo lentamente el cambio de opinión de los moderados sobre el asunto de los refugiados. El gobierno incluso pidió al Parlamento un mandato para cerrar el puente-túnel de Øresund, que une Suecia con Dinamarca. Se vio obligado a dar marcha atrás después de que se cuestionara la legalidad de la medida.

El primer ministro Stefan Löfven ha dicho que el país ha sido ingenuo en su política de puertas abiertas y que hay que reducir drásticamente el flujo de entrada. Él ya ha propuesto controles de identificación en las fronteras, unas normas más estrictas para los permisos de residencia y normas de reunificación familiar.

Aasa Romson, el líder de los verdes, quien también actúa como viceprimer ministro, ha calificado las propuestas de «horribles». Los socialdemócratas dicen que es posible que sean necesarias leyes incluso más estrictas para limitar la afluencia de refugiados.

A pesar de ser impopulares entre los verdes y el partido de izquierdas, que respaldan al gobierno, los cambios que ya se han propuesto pueden ser escasos, y haber llegado demasiado tarde para los votantes, según Torbjörn Sjöström, presidente ejecutivo de la encuestadora Novus:

«La confianza colectiva en los políticos es muy baja, y estamos entrando en una especie de estado de emergencia».

Algunos parlamentarios del partido verde dicen que votarán en contra de la nueva legislación y los líderes de sus partidos insisten en que cualquier nueva restricción tiene que cumplir con las normas y convenciones internacionales. Esto no se cumpliría si los socialdemócratas accedieran a llegar hasta el punto al que les están empujando los moderados. Sjöström dijo:

«Puede que nos estemos acercando a otra crisis de gobierno. Al mismo tiempo, nadie quiere elecciones anticipadas».

En medio de toda la confusión, los demócratas suecos alcanzaron casi el 20 por ciento en la última encuesta de estadística de Suecia, mientras que los bloques de derecha y de izquierda están estancados en un 39 por ciento cada uno.

La división en dos bloques principales ha llegado a un «callejón sin salida», dijo Peter Santesson, jefe de opinión en Demoskop.

Y con ninguno de los equipos dispuestos a colaborar con los demócratas de Suecia, esto puede forzar el tipo de colaboración entre bloque vista países como Alemania, sobre todo en materia de migración.

Mientras que las ideas de los socialdemócratas y los moderados son relativamente afines respecto a la política de asilo, Santesson dijo que es «muy poco probable» que las dos partes puedan unir sus fuerzas en un gobierno de coalición.

«Eso es algo que no vemos desde la Segunda Guerra Mundial y, probablemente, sería necesaria una crisis de ese tamaño para que eso volviera a suceder», dijo.

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