¿Qué partido se comerá el turrón en La Moncloa?
REUTERS/Javier Barbancho
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Un nuevo partido liberal ofrece el antídoto a los populistas.

Cuando Mariano Rajoy y el Partido Popular (PP) fueron elegidos en 2011, España había sido golpeada de lleno por la crisis del euro y el estallido de una burbuja inmobiliaria. El desempleo había aumentado más del doble, hasta un 20% (alcanzó el 26% a principios de 2013), la economía se encontraba en una depresión prolongada y la mayoría de las cajas (cajas de ahorro) eran insolventes. España se encuentra hoy en una situación mucho mejor. La economía sigue siendo peor que en 2008, pero se espera que crezca más de un 3% en 2015, el mejor rendimiento entre las grandes economías de Europa occidental. El desempleo está cayendo de forma constante. La confianza empresarial y del consumidor es fuerte. Tal y como dice Rajoy: «España ha pasado de ser un país al borde de la quiebra a un modelo de recuperación que ofrece un ejemplo para... la Unión Europea».

Rajoy confía en que esta nueva situación le dé la victoria en las elecciones del 20 de diciembre. Puede reclamar algún crédito por la recuperación. Mientras que otros países de la eurozona estaban indecisos, su gobierno actuó con valentía. Ha solucionado el problema de los bancos, reducido a la mitad el déficit presupuestario y convertido a España en un país más competitivo mediante la reforma del mercado laboral y del de la energía. Es posible que lo hiciera bien durante los próximos 4 años, pero muchos españoles quieren una renovación política, y ante eso la respuesta de Rajoy es un encogimiento de hombros.

La crisis económica expuso la corrupción y el amiguismo en el PP y la oposición socialista, que han dirigido en gran medida España desde la llegada de la democracia desde la dictadura de Franco. Ambos han recurrido a la financiación ilícita; su especulación de las cajas y sus gobiernos regionales derrochadores contribuyeron al colapso nacional. De ahí que la crisis haya dado lugar a nuevas fuerzas políticas. Podemos es un grito de ira. Su líder, Pablo Iglesias, profesor de ciencias políticas de izquierda, ahora pasa menos tiempo hablando de la lucha de clases y más elogiando el modelo social nórdico. Pero su entusiasmo por el desastroso experimento de Grecia con sus almas gemelas ideológicas, el partido Syriza, es un mal presagio.

En Ciudadanos se puede encontrar una respuesta más constructiva a la crisis del euro en un país donde el liberalismo nunca ha sido fuerte. Su líder, Albert Rivera, de 36 años, carece de experiencia, pero sus asesores proponen muchas políticas que España necesita. Ciudadanos se esforzaría más que el PP en profundizar las reformas económicas, reducir la duplicación inútil en el gobierno y aumentar la lenta productividad. El partido quiere un único contrato de trabajo en lugar de los contratos actuales que solo proporcionan a muchos empleados jóvenes puestos temporales. Al igual que Podemos, quiere revertir las instituciones PP-PSOE que deben ser independientes, incluido el poder judicial, el servicio diplomático y las universidades. Se opone a la independencia catalana, pero, a diferencia del PP, reconoce que España es un país pluricultural. Y a diferencia de Podemos, quiere construir, en lugar de amenazar, los logros de los últimos 40 años.

Hay que reformar la política y la economía

Si pudiéramos elegir, votaríamos a Ciudadanos. Pero es probable que el próximo gobierno sea una coalición, ya que las encuestas de opinión sugieren que, aunque el PP volverá a ser el partido más votado en las Cortes, no mantendrá la mayoría. Puesto que su partido es de centro, el señor Rivera puede tener el voto de calidad. Debe resistir la tentación de unirse a Podemos en un gobierno de centro-izquierda liderado por los socialistas bajo su líder, Pedro Sánchez. Tal gobierno sería débil, y los socialistas se han comprometido a deshacer las reformas laborales del PP. Más bien, Ciudadanos debe aliarse con el señor Rajoy, con la condición de que el próximo gobierno adopte la agenda anticorrupción en la que se ha hecho campaña. El populismo está en aumento en la UE. Si los españoles lo evitan y abrazan la reforma, el país será sin duda un ejemplo para Europa.

Fuente: The Economist

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