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El columnista de opinión de Bloomberg Noah Feldman habla sobre por qué la UE tendrá que dejar de fingir que no le afectan los problemas de Oriente Medio.

Las personas de Oriente Medio a veces observan con ironía que si bien Occidente causa algunos de los problemas de su región, los occidentales no tienen por qué sufrir las consecuencias. En 2015, esa observación dejó de ser válida, al menos con respecto a Europa. El fracaso colectivo del mundo a la hora de resolver la guerra civil siria multidireccional provocó una crisis de refugiados que afectó a Europa profundamente. Las fronteras europeas abiertas prometidas por el tratado de Schengen están en proceso de cerrarse, y la inmigración se considera ahora como una amenaza al futuro de la propia Unión Europea.

Lo que es notable en términos históricos sobre este retroceso no es solo que se muestra lo pequeño que es el mundo, o la vulnerabilidad de la UE a los choques externos. Es que Europa no ha reaccionado tratando de resolver la crisis siria de una manera seria, tratando de cambiar los incentivos de los actores o el cálculo estratégico. EE. UU. no ha enviado tropas de tierra, pero al menos lidera el bombardeo a militantes del Estado islámico y está tratando de usar la diplomacia para buscar una solución. Incluso el presidente ruso, Vladimir Putin, está intentando resolver la crisis de Siria, aunque sea mediante el fortalecimiento de régimen del presidente Bashar al-Assad.

Las potencias europeas presionaron al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para que adoptara el plan de paz que se aprobó la semana pasada. Y han contribuido con algunos aviones a los bombardeos del Estado Islámico. Pero después de acoger a cientos de miles de refugiados, la reacción principal de Europa a la crisis de Siria ha sido mediante la creación de una barrera más firme entre este continente y Oriente Medio. Esa barrera se llama Turquía y la Unión Europea llegó a un acuerdo para que sea un lugar de acogida para los refugiados sirios y bloquear su entrada a la UE.

Dada la improbabilidad de que Turquía pueda absorber a todos los refugiados en el futuro, por encima de los 2 millones más que ya tiene, cabe plantearse la siguiente pregunta: ¿Por qué está intentando Europa liberarse de los síntomas del problema en lugar de tratar de abordar la raíz del mismo, es decir, el colapso de Siria? ¿Qué pasa con la ilusión?

Mientras el Estado Islámico siga floreciendo, los refugiados continuarán siendo un problema, y ​​será poco probable que los ataques terroristas como los de París desaparezcan o incluso que disminuyan. ¿Cómo puede Europa actuar como si Siria o el Estado Islámico aún no fueran un problema europeo?

Hay dos respuestas posibles: una caritativa y otra cínica. Al ser Navidad, empecemos con la más agradable.

1. Tal vez Europa no está tratando de dar solución al problema de Siria porque ha aprendido la lección de que Occidente no puede resolver las crisis de Oriente Medio.

Irak podría haber enseñado a las grandes potencias europeas esta lección. No obstante, no fue el caso, porque fueron Francia e Inglaterra las que tomaron la decisión de bombardear Libia y acabar con el régimen de Muamar Gadafi. Por lo tanto, podríamos concluir que Libia enseñó a los europeos que acabar con el régimen de un dictador no da como resultado un Estado con buen funcionamiento, donde los ciudadanos pueden quedarse y vivir en vez de huir.

El atractivo de esta teoría es que, si los líderes europeos piensan que no pueden resolver el problema de Siria, puede que estén en lo correcto. ¿Quién gobernaría tras derrotar a Assad? Nadie puede responder a esa pregunta con seguridad. Suponiendo que el Estado Islámico pueda ser derrotado, lo mejor que se podría esperar sería una Siria federal, con un enclave alauita, una región dominada por los kurdos y un dominio suní. Eso suena demasiado como el ideal empañado de un Irak federal como para hacer que cualquier persona se muestre optimista al respecto.

Por supuesto, el hecho de que resolver la situación de Siria parezca increíblemente difícil no es razón para que Europa crea que el problema desaparecerá si intenta esconderse del mismo. Al contrario. Siempre y cuando la situación de Siria no muestre signos de mejora, aumentará la probabilidad de que haya más refugiados. Incluso de acuerdo con la interpretación caritativa, Europa no ha logrado involucrar a Siria de manera productiva.

2. Eso me lleva a la interpretación más cínica de la falta de voluntad de Europa de hacer más. Se exime de la responsabilidad de lo que ha ido mal en Siria o de la región en general. Es fácil ver cómo funcionaría esta lógica.

En primer lugar, habría que culpar a EE. UU., que comenzó la reorganización de la región con la invasión de Irak, y que tiene una enorme responsabilidad de las consecuencias, que incluyen un Irak debilitado y por lo tanto parte del auge del Estado Islámico. Esto en parte es verdad, pero también hay que decir que el Reino Unido se unió a EE. UU. en Irak, y forma parte de Europa, al menos por ahora.

En segundo lugar, hay que culpar a los propios árabes. De nuevo, hay muchas partes implicadas. Assad y su padre gobernaron como autócratas opresivos durante décadas. Los sirios sunitas se sublevaron contra Assad con valentía, pero han fracasado por completo a la hora de construir una oposición creíble. El Estado Islámico se compone sobre todo de árabes sunitas de Irak y Siria. Los europeos pueden decir con cierto mérito que nada de esto es culpa de ellos.

El problema con esta negación es que Europa ha jugado un papel en el mantenimiento del sistema de la dictadura árabe en el último medio siglo. No es solo una cuestión de compra de petróleo, sino también de vínculos comerciales y, en general, de la aceptación de los dictadores árabes como interlocutores plausibles para las propias políticas regionales de Europa.

En tercer lugar, ignorar los antecedentes antes de la Segunda Guerra Mundial, en particular, el legado de control europeo de entreguerras. Sí, esto fue hace mucho tiempo, y en las últimas décadas, los europeos han sido actores secundarios en Oriente Medio en lugar de amos coloniales. Pero los europeos sacaron los mapas y los pueblos asignados a los estados en todo el Medio Oriente - y lo hicieron mal. EE. UU. nunca fue una potencia colonial en Siria. Francia sí.

Una Europa que culpa a EE. UU. y a los árabes por los problemas de la región y elude su propio papel histórico puede actuar fácilmente como si Siria fuera un problema ajeno.

Pero como muestra el año 2015, no lo es. Europa contribuyó al desastre, y lo que es más importante, no puede esconderse de las consecuencias. Si en 2016 continúa la tendencia de los flujos de refugiados, Europa tendrá que reconsiderar alguna parte de su enfoque, y en el momento oportuno.

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