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Los Estados bálticos necesitan empezar a pensar un poco más en la línea de Israel.

Un nuevo informe de la Rand Corporation, financiado por el ejército de EE. UU., ha publicado pruebas de una verdad conocida desde hace tiempo: una invasión rusa de Estonia, Letonia y Lituania podría tener éxito rápidamente, dentro de 60 horas, para ser precisos. La Organización del Tratado del Atlántico Norte sería incapaz de hacer nada al respecto, salvo que estuviera dispuesta a ir a la guerra con Rusia para recuperar el territorio perdido, con todas las posibilidades de agravar el conflicto.

El informe de Rand describe los problemas a los que se enfrentarían el equipo de la OTAN en sus juegos de guerra. Los países bálticos podrían estar rodeados con facilidad. No tienen defensas aéreas serias, y no cuentan con tanques ni ninguna fuerza aérea. Incluso a nivel militar, sus unidades de combate están poco armadas en comparación con las de la superpotencia vecina, que las aplastaría.

Hay más diferencias que similitudes entre los estados del Báltico e Israel, que no es ni miembro de la OTAN ni está amenazado por una superpotencia. Pero tienen bastante en común como para que los bálticos aprendan lecciones útiles.

Al igual que Israel, la amenaza a la que se enfrentan los tres estados del Báltico es el ataque de un enemigo más grande, con poco territorio por el que luchar ante una extensa defensa. Desde la frontera con Siria a la costa israelí en Haifa la distancia es de aproximadamente 96,5 kilómetros. Desde la frontera de Rusia a la capital de Estonia, Tallin, es alrededor de 193 kilómetros.

Sus poblaciones también incluyen a minorías cuyas lealtades divididas podrían estar divididas en caso de conflicto (palestinos étnicos y rusos respectivamente). Los rusohablantes representan un tercio de la población de Letonia, por ejemplo, y muchos carecen de la ciudadanía debido a que para ellos se requiere una prueba de lengua letona.

Sin embargo, las respuestas a lo que tanto las naciones del Báltico e Israel consideran una posible amenaza existencial no podrían ser más diferentes.

¿Qué diferencias hay en cuanto a gasto en defensa?

Estonia ha aumentado su gasto en defensa desde la guerra de Rusia con Georgia en 2008, para cumplir el objetivo de la OTAN del 2% del PIB. Sin embargo, es poco probable que vaya mucho más allá. Letonia y Lituania todavía están luchando por gastar un 1% del PIB en sus fuerzas armadas.

Israel, por el contrario, gasta alrededor del 6,5% del PIB en defensa. Cuenta con 440 aviones y sistemas múltiples antiaéreos de gama media con capacidad de combate, por no hablar de un elemento de disuasión nuclear encubierto.

Nadie piensa en que los bálticos puedan aumentar tanto su capacidad. «La pregunta es cuánto pueden lograr por su cuenta, teniendo en cuenta el desequilibrio de fuerzas mucho mayor al que se enfrenta Israel», dice Henrik Praks, investigador del Centro Internacional de Estonia para la Defensa y la Seguridad. Y a nivel financiero, dijo, la compra de una fuerza aérea, o de defensa antiaérea capaz de excluir aviones de combate rusos, es imposible.

Todo esto es cierto. Sin embargo, los bálticos deberían hacer más. Los recursos disponibles para ellos serían significativos para retrasar un ataque ruso el tiempo suficiente como para que las brigadas especialmente pre-posicionados de la OTAN llegaran desde Polonia y Alemania.

¿Cuál es el papel de EE. UU?

EE. UU. también debe plantearse mezclar el modelo de la OTAN para asegurar la defensa de los aliados de EE. UU. con un poco de la que usa para Israel. EE. UU. gasta cerca de 3 mil millones al año en ayuda a Israel, casi toda de tipo militar. No se necesita tanto para los bálticos, pero tener a los estonios y letones, en lugar de la OTAN, y que desplieguen y operen algunos de los equipos de gama alta supondría un medio eficaz de disuasión contra Rusia.

EE. UU. empezó a finales de 2014 con un contrato de 55 millones de dólares para vender armas antitanque Javelin a Estonia en condiciones favorables. Lo mismo se podría hacer para los tanques pesados, que como posibles armas ofensivas serían más provocativas para Rusia que si fueran manejadas por norteamericanos.

Los bálticos no podrían mantener una invasión rusa a raya sin la ayuda de la OTAN. También tienen razón cuando dicen que los analistas occidentales pasan demasiado tiempo imaginando a Rusia adoptando un enfoque al estilo de Ucrania para la desestabilización de los bálticos, cuando es más probable que se produzca una invasión rápida y directa. Confiar en aliados para la defensa puede resultar peligroso. Esta es una lección que los israelíes siempre han entendido. En última instancia, siempre pueden confiar solo en ellos mismos.

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