Europa se enfrenta a la convergencia de las peores crisis desde la Segunda Guerra Mundial, y los funcionarios y los expertos de Europa creen que EE. UU. ya no tiene voluntad o capacidad para desempeñar un papel importante en su resolución.
En la Conferencia de Seguridad de Múnich, los temas principales son la crisis de refugiados, el conflicto sirio, los ataques rusos y la disolución potencial de la estructura de la Unión Europea. Los líderes europeos más importantes lamentaron en varias ocasiones que los problemas de Europa empeoraran en 2015, y predijeron por unanimidad que en 2016 empeorarán incluso más.
«La cuestión de la guerra y la paz ha vuelto al continente», dijo el ministro de Exteriores alemán, Frank-Walter Steinmeier, refiriéndose de forma indirecta a las intervenciones militares rusas. «Creíamos que la paz había vuelto a Europa de forma definitiva».
Lo que ha faltado en los discursos de la conferencia e incluso en las muchas conversaciones privadas que tienen lugar en los pasillos, en comparación con años anteriores, es la discusión de lo que Europa quería o incluso esperaba por parte de EE. UU.
Varios funcionarios europeos dijeron que había pocas expectativas de que el presidente Barack Obama, en su último año en el cargo, haga algún cambio importante para hacer frente a lo que los gobiernos europeos ven como una serie de crisis que no pueden esperar a una nueva administración en Washington.
Camille Grand, director de la Fundación para la Investigación Estratégica en París, dijo:
«Existe la creencia compartida de que la arquitectura de seguridad europea está cayéndose a pedazos. Existe la sensación creciente de que esta administración de EE. UU. está centrada en establecer un legado de lo que ya se ha logrado en vez de lograr nada más. Sin embargo, las cosas pueden empeorar mucho más».
Europa se resigna
Durante el primer día de la conferencia, apenas se mencionó el papel de EE. UU. en Europa en las sesiones públicas. En las sesiones privadas, muchos de los participantes hablaban de que los gobiernos europeos no solo están resignados a la falta de asertividad estadounidense, sino que también están aceptando de mala gana una Rusia que está más presente que nunca en los asuntos europeos, y no para mejor.
Walter Russell Mead, historiador del Instituto Hudson, dijo:
«No se habla mucho sobre cómo Estados Unidos puede ser parte de la solución. Parece que estamos desapareciendo de sus cálculos. Desde el punto de vista europeo, Putin se ha convertido en alguien al que tienen que enfrentarse, les guste o no».
El sábado, el secretario de Estado, John Kerry, dio un discurso lleno de optimismo sobre el futuro de Europa y la alianza transatlántica.
«Sabemos que en este momento muchos europeos se sienten abrumados por los últimos desafíos», dijo. «Quiero expresar la confianza del presidente Obama y todos nosotros de que, tal y como lo ha hecho ya tantas veces antes, Europa resurgirá más fuerte que nunca, siempre y cuando se mantenga unida y elabore respuestas comunes a estos desafíos... Todo saldrá bien».
Kerry dijo que la relación EE. UU.-Europa no se está «desintegrando», tal y como algunos afirman, y se refirió a los esfuerzos conjuntos para hacer frente a la agresión rusa en Ucrania y al acuerdo nuclear de Irán como ejemplos de colaboración exitosa. Dijo que el Estado Islámico será derrotado y reconoció que EE. UU. debería hacer más para ayudar a Europa a hacer frente a los millones de refugiados que están llegando al continente.
A continuación, Kerry habló sobre el acuerdo alcanzado el pasado jueves con el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergei Lavrov, sobre el «cese de las hostilidades» en Siria que empezará a aplicarse dentro de una semana. No mencionó que el presidente sirio, Bashar al-Assad, rechazó públicamente la idea, ni repitió su declaración de que si Rusia no detiene los bombardeos indiscriminados en Siria, recurrirán a un «Plan B».
Muchos de los asistentes señalaron que Kerry tiene poca influencia con la que presionar a Rusia para acatar un alto el fuego.
El papel de EE. UU.
Derek Chollet, quien sirvió en la administración de Obama desde 2009 hasta el año pasado, dijo que la Casa Blanca cree que aunque EE. UU. debe mantener su compromiso con la seguridad europea, son los europeos los que tienen que hacer más para resolver sus propios problemas.
«Es falso decir que EE. UU. o resuelve todos los problemas o los problemas no se resuelven», dijo. «Todos nuestros aliados, por razones justificables, quieren una mayor implicación de EE. UU., pero esto no es una estrategia».
Según Chollet, el gobierno de Obama está buscando una forma de equilibrar varios intereses estratégicos y gestionar las compensaciones relacionadas en un mundo de recursos limitados.
«Se puede crear una larga lista de cosas en las que se podría hacer más, pero cuando todas ellas se suman, el resultado no es una estrategia sostenible», dijo. «No vamos a resolver los problemas de la Unión Europea por ellos».
Ese punto de vista no es compartido por todo el gobierno de EE. UU. Hay funcionarios del Departamento de Estado, los militares de EE.UU., y en especial en el Congreso, que creen que la administración debería hacer mucho más. Por ejemplo, algún tipo de apoyo proporcionando armas a los militares de Ucrania, establecer zonas seguras dentro de Siria, proporcionar a los rebeldes sirios armamento avanzado para defenderse y hacer más para quitar a Assad del poder.
De hecho, en diferentes momentos Kerry ha apoyado todas y cada una de estas políticas, pero en varias ocasiones ha sido rechazado por la Casa Blanca. Si nos basamos en su discurso, podemos concluir que ahora ha llegado a la misma conclusión que los líderes europeos: Obama no va a cambiar drásticamente sus políticas antes del fin de su mandato. Eso puede suponer una espera demasiado larga para Europa.