El jueves pasado la OTAN anunció que enviaría barcos para patrullar el mar Egeo. ¿Será una táctica realmente efectiva?
El anuncio del jueves pasado de que la OTAN enviaría barcos para patrullar el mar Egeo en un esfuerzo por acabar con las redes de contrabando que transportan refugiados desesperados e inmigrantes desde Turquía hasta Grecia es, en este momento, un espectáculo simbólico de solidaridad más que cualquier otra cosa. Aun así, refleja una mayor sensación de urgencia sobre la crisis de los refugiados y envía un importante mensaje de que la alianza occidental está dispuesta a ayudar a Europa a hacer frente a la misma.
El General Philip Breedlove de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, comandante supremo aliado de la OTAN para Europa, dijo la semana pasada que la misión se había preparado «literalmente en las últimas 20 horas» y que se le había pedido que «volviera y definiera la misión». Una parte de esa misión debe ser ayudar a los refugiados en situación de riesgo. El año pasado, 3.800 personas se ahogaron intentando cruzar el mar hacia Europa, y más de 400 ya se han ahogado este año, muchos de ellos niños. Frontex, la agencia de fronteras de la Unión Europea, y la Guardia Costera griega no han sido capaces de hacer frente a la situación.
Sin embargo, la preocupación por la seguridad de los refugiados no ha sido lo que ha llevado a Alemania, Grecia y Turquía - los tres países más afectados por la crisis – a pedir ayuda a la OTAN.
La principal preocupación es política: la consternación pública ante la perspectiva de que la marea de refugiados no parece que vaya a disminuir.
La semana pasada, el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, amenazó con enviar a millones de refugiados a Europa. Turquía ya ha dado cobijo a tres millones de personas y está siendo presionada para aceptar incluso más.
Este es un problema particularmente importante para la canciller alemana, Angela Merkel, quien se ha reunido con el gobierno turco en seis ocasiones con el fin de conseguir su ayuda para detener el flujo de refugiados. Su popularidad se ha desplomado a consecuencia de la política de brazos abiertos que ha dado lugar a que más de un millón de solicitantes de asilo llegaran a Alemania durante el año pasado.
Atenas debe poner más de su parte
Mientras tanto, Grecia, cuya economía sigue bajo mínimos y los refugiados siguen llegando a un ritmo de casi 2.000 al día, ha sido acusada por la Unión Europea de no gestionar correctamente las solicitudes de más de 800.000 solicitantes de asilo que llegaron a sus costas el año pasado, y como consecuencia, permitir que sigan por tierra hasta Alemania y otros países. Es responsabilidad del primer país de llegada procesar las solicitudes de asilo, pero los centros de recepción de Grecia son deficientes.
Atenas ha prometido hacerlo mejor y abrir centros donde los solicitantes de asilo puedan esperar la decisión sobre sus solicitudes. Pero la Unión Europea no puede esperar que Turquía y Grecia hagan su parte sin respetar su parte del trato. Europa debe pagar a Turquía los 3 mil millones de euros que se comprometió a abonar para ayudar a mantener a los refugiados en el país. Y cuando el Consejo Europeo se reúna esta semana, es de vital importancia que los Estados miembros cumplan la promesa del año pasado de dar cobijo a 160.000 solicitantes de asilo que ya se encuentran en Grecia e Italia. El rechazo del sábado del primer ministro francés, Manuel Valls, de la propuesta alemana de un sistema de cuotas para reubicar a los refugiados ha enviado un mensaje equivocado al resto de gobiernos del bloque.
Hasta ahora, tan solo 497 personas han sido reubicadas. Ese ridículo número dice mucho de la verdadera crisis desatada en Europa por la afluencia de refugiados, una crisis que los barcos de la OTAN en el Egeo no pueden resolver: el fracaso de los estados miembros de la Unión Europea de forjar una respuesta unida y humanitaria a las personas que buscan ayuda desesperadamente.