Cómo Arabia Saudí ha sido víctima de sus propias armas
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Arabia Saudí a veces intenta colapsar el precio del petróleo para poner las cosas difíciles a sus rivales políticos, pero en esta ocasión la jugada también está afectando al país.

Durante la pasada mitad de siglo, el mundo de la economía ha sido rehén de un solo país: el Reino de Arabia Saudí. Las ingentes reservas de petróleo y la producción sin límites permitió al reino jugar un papel desproporcionado como swing producer, llenando o vaciando el sistema mundial a su antojo. El embargo entre 1973 y 1974 fue la primera demostración de que la Casa de Saud estaba dispuesta a armar de artillería a los mercados petrolíferos. En octubre de 1973, una coalición de estados árabes liderados por Arabia Saudí, frenaron en seco los envíos minoristas de petróleo por el apoyo de los americanos a Israel en la Guerra de Yom Kippur. El precio del barril de petróleo se cuadruplicó de manera rápida; la conmoción causada a las economías dependientes del petróleo provocó un aumento radical del coste de vida, el desempleo masivo y el crecimiento del descontento social. El Secretario de Estado Henry Kissinger, dijo echando chispas a su vicesecretario Brent Scowcroft:

«Si yo fuera presidente, le diría a los árabes que le dieran un empujón a su crudo».

Pero el presidente, Richard M. Nixon, no estaba en posición de mandar a los saudíes.

En Occidente hemos olvidado por completo las lecciones de 1974, en parte porque nuestras economías han cambiado y son menos vulnerables, pero sobre todo porque no somos el principal objetivo de los saudíes. Las predicciones de un ascenso finalmente de la producción mundial de petróleo, que garantizaba que los precios iban a continuar permanentemente altos, nunca se materializó. Las crisis actuales del petróleo están menos definidas por el precio variable del crudo que por sus políticas regionales. Las guerras del petróleo del siglo XXI están en marcha.

En estos años, los saudíes han dejado claro que ven el mercado del petróleo como un frente crítico en la batalla de los reinos de mayoría musulmán sunita contra su rival dominado por los chiitas, Irán. Su táctica ventajosa de «inundar» bombeando excedente de crudo en el mercado blando, equivale a la guerra en medios económicos: el equivalente en el mercado petrolífero a lanzar una bomba sobre un rival.

En 2006, Nawaf Obaid, asesor en seguridad, advirtió que Riyadh estaba preparado para obligar a bajar los precios y así «estrangular» la economía de Irán. Dos años más tarde, los saudíes hicieron justo esto, con el fin de obstaculizar la habilidad de Teherán de apoyar a los grupos de la milicia Chiita en Iraq, Líbano y otros países.

Después, en 2011, el príncipe Turki al-Faisal, anterior jefe de inteligencia saudí, comunicó a oficiales de la OTAN que Riad estaba preparado para inundar el mercado y así suscitar la agitación en Irán. Tres años más tarde, los saudíes atacaron de nuevo abriendo el grifo. Pero esta vez se pasó de vueltas.

Cuando la administración saudí dio un paso en otoño de 2014, aprovechando un mercado ya saturado, sin duda esperaba que la bajada de precios llevaría a debilitar la industria americana del esquisto, lo que impulsaría el dominio del mercado del reino. Pero su principal objetivo era poner las cosas difíciles a Teherán. Mr. Obaid comentó:

«Irán se someterá a una presión económica y financiera sin precedentes si intenta sostener una economía ya maltrecha por las sanciones económicas».

Los países productores de petróleo, sobre todo países como Rusia, con economías relativamente no diversificadas, basan sus presupuestos en los precios del petróleo sin bajar de un cierto umbral. Si los precios se hunden por debajo de ese nivel, acecha una crisis fiscal. Los saudíes esperaban una brusca reducción de los precios del petróleo que no solo dañara la industria americana del fracking sino que también obstaculizara las economías de Irán y Rusia. Esto, como consecuencia, debilitaría su capacidad de ayudar a aliados y representantes, en especial en Irán y Siria.

La táctica ha sido brutalmente eficaz en el pasado. Este fue el desalentador escenario que afrontó el sha en 1977 cuando los saudíes inundaron el mercado petrolífero para refrenar la influencia de Irán. La riada de 1977 no fue la única causa de la revolución de Irán. El reinado del sha fue desestabilizado en el momento en el que Ayatolá Ruhollah Jomeini montó su ofensiva para sustituir a la monarquía pro-occidental por el estado teocrático. En este sentido, los mercados petrolíferos alimentaron la aparición del Islam político.

El precio el petróleo también ayudó al final de la Guerra Fría. Entonces, como Rusia ahora, la superpotencia comunista era un productor mundial de energía que dependía en gran medida de los ingresos del petróleo y el gas. Entre 1985 y 1985, la decisión de los saudíes de inundar el Mercado – que algunos creen que fue provocada por la administración Reagan –causó el colapso de los precios llevando a la economía soviética a caer en picado. El economista ruso, Yegor Gaidar, manifestó:

«La cronología del colapso de la Unión Soviética se puede trazar desde el 13 de septiembre de 1985. En esta fecha Sheikh Ahmed Zaki Yamani, ministro del petróleo de Arabia Saudí, declaró que la monarquía había decidido alterar su política petrolífera de forma radical».

Hoy en día, en Rusia, la mitad de los ingresos del gobierno proceden del petróleo y el gas. Incluso con una cotización de 40 dólares el barril de petróleo – este bajó dos veces a menos de 30 dólares anteriormente este año – la reducción de ese precio todavía provoca un «escenario peligroso», según Mikhail Dmitriev, anteriormente viceministro de economía. La inflación en Rusia subió a dos dígitos el pasado año; su fondo soberano de inversión, que rescata a las empresas que luchan en Rusia, se ha agotado; y los cierres de las fábricas alimentan el desasosiego laboral.

Desgraciadamente para el Presidente Vladimir V. Putin, la crisis fiscal en Rusia ha coincidido con sus intervenciones militares en el este de Ucrania y Siria. Si la economía de Rusia empeora y el Sr. Putin llega a preocuparse, este puede buscar formas de distraer a la población rusa con más provocaciones de patriotismo, a la vez que induce al pánico en los mercados petrolíferos en cuanto a la oferta y se afianzan los precios de la ginebra.

La esperada conmoción ha llegado ya para los productores como Venezuela, cuya economía ha sido destripada por la pérdida de ingresos del petróleo, que ascienden al 95% de sus ganancias de exportación. Con una inflación prevista para este año del 720%, Venezuela se ha convertido un estado financiero zombi – un duro recordatorio de lo que les puede pasar a los países que dependen tanto del precio inestable de una sola materia prima. El presidente Nicolás Maduro está a merced de los mercados que cada día acercan más al abismo a su tambaleante régimen.

Cómo Arabia Saudí ha sido víctima de sus propias armas
Incluso para comprar productos de uso diario, la gente tiene que hacer largas colas en los mercados. Caracas, 16 de marzo de 2016. Carlos García Rawlins / Reuters

Otro productor de petróleo, Nigeria, se está quedando sin liquidez, poniendo trabas a la campaña del presidente Muhammadu Buhari contra los insurgentes islamistas de Boko Haram en el noreste. El desplome de los precios del petróleo también ha sacudido a Asia Central, donde Azerbaiyán y Kazajistán han expresado su interés en los rescates de emergencia por parte del FMI y otros acreedores.

En Oriente Medio, la reducción en los ingresos del petróleo ha reducido la capacidad de Iraq para librar la guerra contra el Estado Islámico. Los productores del Golfo Pérsico como Qatar y los Emiratos Árabes Unidos, estiman pérdidas colectivas de 360.000 millones de dólares en ganancias de exportación el pasado año. Este gran agujero presupuestario plantea problemas a la hora de mantener el orden en casa mientras se lucha en las guerras de Siria y Yemen, y se apoya a aliados cortos de liquidez, como Egipto.

Y después viene la propia Arabia Saudí.

Toda la evidencia sugiere que la administración saudí nunca espera que los precios del petróleo bajen más de 60 dólares el barril. Pero entonces nunca esperaban perder su influencia como swing producer dentro de la Organización de Países Exportadores de Petróleo, la OPEP. A pesar de las declaraciones de buena disposición de los ministros saudíes, los esfuerzos del reino el mes pasado por pactar con Rusia, Venezuela y Qatar para restringir la oferta y aumentar los precios, se desplomaron.

El FMI ha advertido que si no se frena el gasto del gobierno, los saudíes estarán en la bancarrota en 2020. De repente, el banco de reserva mundial del oro negro pretende obtener prestados miles de millones de dólares de acreedores extranjeros. La respuesta del rey Salman ha sido prometer austeridad, impuestos más altos y recortes en las ayudas a gente que ha crecido acostumbrada al esplendor y el apoyo financiero. Esto plantea cuestiones sobre la cohesión interna del reino – aunque el rey decidiera asumir la carga de la seguridad regional de Oriente Medio, luchando en guerras en dos frentes. ¿Ha existido alguna vez una nación petrolífera tan espléndida internamente y excesivamente proyectada al exterior?

Mientras tanto, al concluir el histórico acuerdo nuclear, Irán se está liberando de la carga de las sanciones económicas. No se le escapa a Riad que esto añade otro productor al mercado mundial que ya no puede controlar.

La inestabilidad y la miseria económica de los estados productores de petróleo más pequeños como Nigeria y Azerbaiyán, parece decidida a continuar. Pero eso es un daño colateral. La verdad de la historia es cómo los saudíes han sufrido los daños de sus propias armas.

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