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Aunque el acuerdo climático de París se firmará esta semana en las Naciones Unidas, los expertos prevén que puede no ser suficiente.

Cuando 195 naciones llegaron al Acuerdo de París en diciembre, fue anunciado por algunos como un logro monumental - el comienzo de un proceso que revertiría los resultados perjudiciales de la falta de visión de la humanidad. Otros lo vieron como demasiado moderado y demasiado tarde.

Mientras la ceremonia de la firma tiene lugar esta semana en las Naciones Unidas, los inquietantes informes en los cuatro meses desde que se llegó al acuerdo dan la razón a los escépticos: el calentamiento global podría llegar a una gran velocidad geológica en varias décadas.

La NASA prevé que el 2016 batirá el récord de calor anual por tercer año consecutivo; la capa de hielo de Groenlandia está experimentando el deshielo primaveral semanas antes de lo normal; y gran parte de la Antártida Occidental está en riesgo de caer en el Océano Antártico en 2100, añadiendo un metro al nivel global del mar. Las casas en las ciudades costeras de millones de personas puede que estén bajo el agua durante la vida de los que han nacido en la actualidad.

En marzo, Rob DeConto, un geocientífico de la Universidad de Massachusetts Amherst y coautor de un estudio publicado en la revista Nature advierte del destino de la Antártida:

"El pacto puede que no sea suficiente, especialmente en lo que respecta al aumento del nivel del mar. Realmente tenemos que reducir las emisiones tan pronto como sea posible”.

La tierra está casi 1 grado centígrado (1,4 Fahrenheit) más caliente que antes de la revolución industrial. El acuerdo de París hace referencia esencialmente a la cantidad de calor que vamos a permitir que el planeta llegue a tener, mientras adaptamos las economías para quemar menos combustibles fósiles. Los negociadores acordaron mantener “el aumento de la temperatura media global a muy por debajo de 2 grados centígrados por encima de los niveles pre industriales y proseguir los esfuerzos para limitar el aumento de la temperatura a 1,5 grados centígrados”.

Sigue habiendo desacuerdos entre los científicos, sin embargo, si actuar no es una de ellas. El punto de desacuerdo más importante es precisamente la sensibilidad del clima al dióxido de carbono. La respuesta determinará el tiempo que nos queda para evitar el riesgo excesivo de una catástrofe (o si en realidad queda tiempo).

El Rastreador de Acción Climática es un grupo de investigación financiado por las fundaciones Children’s Investment Fund Foundation y ClimateWorks. En diciembre, sus analistas publicaron estimaciones de los compromisos nacionales sobre el clima que se alcanzaron en París. ¿La respuesta? No es suficiente.

El mundo rebasa prácticamente la zona potencialmente peligrosa “segura” de 2 grados centígrados de calentamiento; el objetivo más bajo de 1,5 grados centígrados es una fantasía.

Afortunadamente, el acuerdo de París incluye un proceso de revisión de cinco años, lo que permite a los negociadores fortalecer sus compromisos nacionales con el tiempo. Y no hay manera de cuantificar cómo los efectos indirectos del tratado - el capital político de los activistas, los cambios en las opciones de energía por parte de los consumidores, un nuevo impulso para los avances tecnológicos- puede que creen oportunidades para reducir las emisiones.

La otra buena noticia, si se puede llamar así, es que los datos desalentadores de 2016 no empeoran las cosas. Simplemente afirman lo que muchos ya sospechaban: París no es suficiente.

Los fundamentos de la ciencia del clima – más dióxido de carbono implica más calor, lo que implica menos hielo, lo que implica una subida del nivel del mar, y etcétera -no cambian semanal o mensualmente. De hecho, el período de las estimaciones acerca de la sensibilidad del clima a una mayor cantidad de dióxido de carbono no ha cambiado mucho, en al menos dos décadas.

Kate Marvel, científica del Instituto Goddard de Estudios Espaciales de la NASA, abordó la influencia que el papel de cualquier individuo podría tener sobre el espinoso tema de las nubes y el cambio climático. Explicó:

"No está claro si un único estudio, no importa cómo de bien se lleve a cabo, representa los "últimos avances de la ciencia". La ciencia es algo acumulativo. Ningún estudio va a hacer que dejemos todo. ¡Parar a la prensa! ¡Revisar el Acuerdo de París!”

En cambio, el conocimiento más relevante ya se cuece en lo que los políticos están leyendo. William Nordhaus, un brillante profesor de Economía en la Universidad de Yale, ha desarrollado una importante herramienta de investigación para el cambio climático, el Modelo Dinámico Integrado de Clima y Economía. Los últimos documentos polémicos puede que no añadan mucho a la gran imagen, que Nordhaus describió en 2013 en su libro Climate Casino con una simplicidad sorprendente:

"La temperatura media de la tierra cambia con la concentración relativa de CO2 en la atmósfera”.

Sin embargo, esa claridad no ayuda con el problema adicional que subyace a muchas propuestas para hacer avanzar el acuerdo de París.

Las hipótesis que formulan los investigadores del clima tienen que surgir de alguna parte y la mayoría comienzan con una falsa premisa - que el mundo tiene un precio del carbono universal o una cantidad superior al precio de mercado del carbón, gas o petróleo que causa un daño futuro, según un reportaje de este mes en la revista Nature Climate Change.

Hay precios regionales de carbono a nivel regional, como los impuestos por la Unión Europea, y los subnacionales, como los de California o los de Columbia Británica. Algunos están basados en el mercado y permiten el comercio de derechos de emisión. Otros son solo impuestos. La imposición de un precio global del carbono como éstos ni siquiera estaba en la mesa en París.

El Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) estudió 116 escenarios que podrían mantener al planeta bajo el umbral de 2 grados centígrados, escribió Glen Peters, del Centro para la Investigación del Clima y del Medio Ambiente en Oslo. 76 de ellos asumen "los precios del carbono uniformes a nivel mundial en 2010”. 24 simulan un precio global en 2020 y 15 anticipan uno en 2030.

Aunque el acuerdo firmado esta semana en la ONU tendrá un significativo peso geopolítico, Peters advierte que las proyecciones climáticas futuras deben reflejar el mundo real. ¿Cómo de fácil (o difícil) es en realidad construir plantas nucleares? ¿Qué pasa si la recogida y el almacenamiento de dióxido de carbono de las chimeneas de las plantas de carbón nunca funcionan? ¿Qué probabilidades hay de que los políticos adopten políticas agresivas que funcionen? Peters sugiere que el IPCC se centre en lagunas de investigación claves, tales como:

  • Las naciones necesitan una manera de medir el aumento de la temperatura del planeta mientras se implementa el acuerdo de París.
  • Los científicos y los ingenieros necesitan centrarse en la investigación de tecnologías que puedan eliminar el dióxido de carbono del aire directamente.
  • La simulación de cómo la economía mundial reaccionará a un uso reducido de los combustibles fósiles es útil, pero será mejor si "la viabilidad política y la aceptabilidad social” se describen con mayor claridad en los modelos.

Peters escribió:

"Existe una necesidad urgente de escenarios basados ​​en supuestos políticos más realistas".

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