Para Carles Puigdemont, Cataluña ya está fuera del resto de España.
El presidente del gobierno regional de la Generalitat llegó al poder en enero prometiendo la independencia en 18 meses, aunque sostiene que Cataluña ya se encuentra "emancipada" del tortuoso proceso político que ha privado a España de un gobierno, desde las elecciones no concluyentes en diciembre. El 26 de junio, España llevará a cabo la primera repetición de elecciones en la historia de la democracia moderna.
"Nosotros ya no dependemos de ellos. Las elecciones españolas no son un factor decisivo en el proceso de independencia catalán", afirmó el presidente de Cataluña, de 53 años, en una entrevista con Politico Europe.
Madrid está decidido a mantener el reino unido, temeroso de que una separación catalana anime a los vascos, gallegos, valencianos y a otras regiones con mentalidad independentista a querer separarse también.
Alentados por el gobierno saliente de Mariano Rajoy, el Tribunal Constitucional invalidó un referéndum de 2014 en el que el 80 por ciento de los votos emitidos estaban a favor de la independencia, aunque la participación fue muy baja ya que los principales partidos que defienden la unidad de España boicotearon la votación. En las elecciones catalanas del pasado mes de septiembre, que tuvieron una alta participación, un 48 por ciento de los votos fueron a favor de la independencia. Sin embargo, una mayoría absoluta de escaños fueron para los partidos secesionistas, incluyendo el partido de centro derecha de Puigdemont, Convergencia.
Desde el día en que tomó el poder después de tres meses de disputas con la coalición, Puigdemont afirmó que ha dejado claro a los cuatro principales partidos de España - al Partido Popular, el partido conservador del Primer Ministro en funciones Rajoy; a los socialistas de Pedro Sánchez; a Podemos, el partido de extrema izquierda de Pablo Iglesias; y a Ciudadanos, el partido de centro de Albert Rivera- que Cataluña ya ha emprendido su propio camino separatista. El ex periodista y ex alcalde de Girona, dijo:
“No esperamos más. Estamos tomando decisiones".
¿Adiós a Europa?
La cuenta atrás de 18 meses que Puigdemont anunció en enero culminará en las elecciones para una asamblea constituyente "para una futura república catalana", donde el Rey de España Felipe ya no reinará, pero donde el idioma y la cultura española y muchos residentes que proceden de otros lugares de la península, prosperarán junto a los hablantes catalanes, dijo.
No, sin embargo, si la mayoría de las fuerzas políticas españolas que se opusieron a la independencia pueden evitarlo, incluyendo el Partido Popular (PP), el Partido Socialista y Ciudadanos, el partido que el catalán Rivera fundó en Barcelona hace una década.
Inés Arrimadas, de 34 años y líder de Ciudadanos en el Parlamento catalán, teme que esto pueda llevar a la desintegración de España si hay "un referéndum separatista cada seis meses con respecto a una parte diferente del país".
Según Puigdemont, una vez que Cataluña rompa con España, un miembro de la UE, saldrá de la UE por una puerta y volverá a entrar enseguida por otra, porque Bruselas estará desesperado por conservar a una región económicamente poderosa en el seno de la cultura y las tradiciones de Europa.
"No veo ninguna razón por la que Europa no debería hacer el mismo esfuerzo que está haciendo ahora por convencer al Reino Unido para que permanezca en Europa", dijo el presidente, contrastando la inclinación hacia la UE de los "7,5 millones de ciudadanos europeos" de Cataluña con la falta de entusiasmo del Reino Unido. Ignora el impacto desestabilizador de una ruptura española, dice que el bloque es resistente: "La UE tiene una salud de hierro".
Miquel Iceta, líder de los Socialistas de Sánchez en Cataluña, afirmó que las dificultades de Puidgemont para conseguir un cara a cara con los líderes de la UE era "una clara señal de que nadie en Europa va a favorecer un cambio de fronteras, especialmente uno llevado a cabo de manera unilateral e ilegal".
Arrimadas, de Ciudadanos, confirmó que Bruselas ha dejado muy claro que cualquier región de un país miembro de la UE que opte por la independencia se convertirá automáticamente en un tercer Estado y tiene que volver a solicitar la adhesión - "y sabemos que hay países que tardan de 10 a 15 años en conseguir la adhesión".
"No queremos abandonar la Unión Europea ni siquiera durante cinco minutos", dijo Arrimadas por teléfono al Politico Europe desde Barcelona, citando el daño que esto haría a la economía catalana, la frustración que causaría en la gente común y cómo de injustificada es la insistencia del asunto independentista dada el alto nivel de autonomía que ya tiene Cataluña en áreas como la educación, la salud y la seguridad.
Un línea dura
Puigdemont desaconseja anticipar cómo reaccionarán los países europeos "una vez que Cataluña haya tomado una decisión democrática" y añadió que confía "en la madurez democrática de los españoles, que hoy en día es mayor que la de su propia clase política".
Los conservadores de Rajoy han adoptado tradicionalmente la línea más dura. Puigdemont culpa a la influencia del PP por una sentencia del tribunal constitucional de 2010 que puso en peligro al Estatuto de Autonomía de Cataluña que tanto costó conseguir, el cual la región perdió bajo el dictador Francisco Franco, recuperó cuando se restauró la democracia y renovó en un referéndum de 2006.
El ex presidente de Cataluña, Artur Mas, dimitió en enero para facilitar un acuerdo con la CUP, la izquierda radical independentista.
Según Puigdemont, ese fue el punto de ruptura para las fuerzas moderadas como Convergencia, que anteriormente estaba dispuesta a trabajar con Madrid en una mayor autonomía, en lugar de romper las relaciones.
"Gracias, tribunal constitucional, todo comenzó contigo".
José Areilza, profesor de derecho en ESADE, una escuela de negocios y derecho en Barcelona, cree que la tensión aumenta cada vez más dentro del ámbito de la independencia entre las partes pragmáticas como Convergencia, que ha demostrado su voluntad de negociar en el pasado, y la línea dura, que incluye a algunos izquierdistas nacionalistas a quienes el sector empresarial catalán considera una amenaza y, que incluso se oponen a la adhesión a la UE. Areilza explicó:
"Desde finales de la década de 1970, hemos tenido una larga tradición de partidos independentistas en Cataluña que exigían mucho, pero al final eran pragmáticos y se sentaban con el gobierno español para negociar un mejor acuerdo para la región y conseguir más autonomía. Al final, eran siempre los moderados los que decidían el resultado. No estoy segura de eso en este momento".