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La economía del país está pasando por tiempos difíciles: la inflación, la devaluación, un enorme aumento de los precios de los alimentos y otros horrores.

La situación en Venezuela se ha ido deteriorando constantemente en los últimos dos años, pero en las últimas semanas, se ha vuelto tan grave y preocupante que las escenas que salen del país socialista se dice que reflejan el apocalipsis.

Han salido a la luz reportajes de personas que tienen que comerse a sus propias mascotas para sobrevivir, debido a la falta de alimentos en el país.

Actualmente, el 75% de los venezolanos vive en la pobreza, un aumento impresionante de la tasa del 25% de hace apenas dos años.

Este rápido aumento de la tasa de pobreza es un reflejo de la precipitada desintegración del estado político y socioeconómico del país. El gobierno es incapaz de satisfacer las necesidades humanas más básicas. Los videos que se muestran a continuación arrojan luz sobre lo que los ciudadanos están teniendo que soportar a diario:

A medida que el esfuerzo por derrocar al presidente Nicolás Maduro con un referéndum gana apoyo, su gobierno está intensificando la represión. El viernes pasado, Maduro declaró el estado de emergencia de 60 días, alegando que era necesario para sofocar lo que describió como un "golpe" y enfrentarse a "todas las amenazas internacionales y nacionales a las que se enfrenta nuestra nación".

Las amenazas a las que se enfrentan hoy los venezolanos no son el resultado de conspiraciones extranjeras o nacionales, sino el desastroso liderazgo de Maduro. Bajo su mando, el sistema sanitario del país se ha atrofiado tan gravemente, que muchísimos venezolanos están muriendo cada semana debido a la escasez crónica de medicinas y a hospitales mal equipados.

La violencia ha aumentado, con bandas armadas leales al gobierno arrasando las calles. Durante los tres primeros meses de este año, 4.696 personas fueron asesinadas en Venezuela, según el gobierno, y en 2015 murieron más de 17.700. El número de muertos en tres meses es superior a los 3.545 civiles muertos en Afganistán el año pasado, un número sin precedentes.

Es probable que la escasez de alimentos y bienes básicos empeore a medida que la economía de Venezuela siga contrayéndose este año. Los presos políticos, por su parte, han languidecido durante años tras las rejas, víctimas de un sistema judicial corrupto y roto.

Esta crisis ha puesto de manifiesto la promesa vacía de las políticas socialistas de Maduro, y su predecesor Hugo Chávez, desde finales de la década de 1990. Mientras muchos venezolanos probaban el sabor de la prosperidad con mejores viviendas, alimentos subsidiados y salarios más altos cuando los precios del petróleo eran altos – el petróleo representa aproximadamente el 96% de las exportaciones de Venezuela – el gobierno falló en construir algo parecido a una economía sostenible. Tampoco logró ahorrar cuando fluía el dinero, lo cual habría suavizado el impacto de la recesión que comenzó en 2014.

Maduro ha evitado el impago de la deuda venezolana pidiendo prestado miles de millones de dólares procedentes de China, que tendrá que decidir si seguirá rescatando a Caracas cuando su próximo pago importante venza en otoño. El gobierno ha evitado obstinadamente soluciones razonables a largo plazo, como solicitar asistencia técnica del Fondo Monetario Internacional y otras instituciones internacionales que rescatan economías fallidas. Venezuela no ha mantenido un contacto significativo con el FMI durante más de una década.

Durante los últimos 15 años, Chávez y Maduro han hecho del gasto en prestaciones sociales su principal prioridad para mantener una base leal, dejando de lado las reformas institucionales que habrían diversificado las fuentes de ingresos del país, además de hacer mejoras duraderas en los sistemas educativo y sanitario.

Una coalición de partidos políticos rivales, que ganó el control de la Asamblea Nacional en diciembre, ha presionado a Maduro para llevar a cabo las reformas, incluida la restauración de la independencia del banco nacional. Pero su partido ha ido bloqueando a los líderes de la oposición a cada paso, descartándolos como radicales de derecha que cumplen las órdenes de potencias extranjeras.

A medida que el sufrimiento de los venezolanos ha ido aumentando, la oposición ha ganado un apoyo significativo en el extranjero, lo que ha dejado Maduro aún más aislado. Se espera que la Organización de los Estados Americanos convoque una reunión extraordinaria pronto para evaluar la erosión de las prácticas democráticas en Venezuela. Maduro sufrió un nuevo golpe la semana pasada cuando la presidenta de Brasil Dilma Rousseff, una aliada cercana, fue expulsada temporalmente del poder y espera un juicio político por parte del Senado.

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Maduro parece determinado a hacer que sea prácticamente imposible para la oposición cumplir los requisitos de referéndum a finales de año. (Si la votación se lleva a cabo el próximo año y retira a Maduro de su cargo, su vicepresidente cumplirá el resto de su mandato, que finaliza en 2019.)

Para lograr esto, los líderes de la oposición, que han convocado manifestaciones multitudinarias, tendrán que ampliar su coalición. Eso significa incorporar a las partes descontentas de la base política de Maduro, y ofrecerles tanto a ellos como a los electores venezolanos un modelo plausible para deshacer años de gobierno catastrófico.

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