La cabeza de turco para los problemas de Oriente Medio
Rodi Said/Files/Reuters
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El acuerdo Sykes - Picot tuvo lugar hace 100 años, pero todavía es recordado, y utilizado, para averiguar las causas de los conflictos en la región.

Este mes se cumple el centenario de un pacto secreto. El 16 de mayo de 1916, dos diplomáticos de nivel medio, un británico y un francés, celebraron un acuerdo que básicamente dividía las tierras de gran parte de Oriente Medio entre las potencias europeas. Un mapa firmado por Sir Mark Sykes y François Georges-Picot (véase más abajo), muestra una amplia extensión del entonces decadente Imperio Otomano repartido entre las esferas francesas y británicas de influencia.

Gran Bretaña reclamó el control sobre una inmensa franja de tierra, incluyendo la mayor parte de lo que hoy son Irak, Jordania e Israel.

Francia visualizó un dominio sobre la mayor parte de la costa levantina, un trozo del sur de Turquía y los poblados distritos otomanos de Alepo (ahora en Siria) y Mosul (ahora en Irak).

En virtud de este mismo conjunto de acuerdos clandestinos, otros aliados de la Primera Guerra Mundial, entre ellos Italia y Rusia, ejercieron sus propias demandas sobre regiones de la actual Turquía. Rusia había tratado de gobernar en Estambul durante mucho tiempo, así como restaurar la primacía de la Iglesia Ortodoxa en lo que fue la gran capital de los bizantinos.

Sin embargo, al final el plan específico de Sykes y Picot nunca se hizo realidad. Su existencia se convirtió en información pública únicamente después de que fuera revelado por fuentes soviéticas tras la revolución bolchevique. El colapso del Imperio Otomano, los tratados posteriores y los cambios en los intereses coloniales condujeron a una división de la región, con fronteras muy diferentes de lo que el dúo diplomático había acordado al principio en 1916.

Pero, en cierto sentido, esto fue el principio de un siglo de crisis y conflictos.

Por primera vez se alentó el enorme deseo por una nación árabe independiente, que luego fue traicionado. Los británicos terminaron poniendo reyes para gobernar los nuevos países emergentes de Irak y Jordania. Además, aceleraron el advenimiento de un estado sionista, para cólera de los palestinos que vivían en esos territorios. A su vez, los planificadores coloniales franceses apoyaron divisiones sectarias cuando establecieron lo que ahora son Siria y el Líbano. Y los kurdos, una minoría étnica sin estado, quedaron ignorados por completo.

Aunque sus líneas no se correspondían con las fronteras políticas de la región después de la Segunda Guerra Mundial, el acuerdo Sykes-Picot, ideado en los pasillos del poder colonial, llegó a representar algo mucho más grande en las mentes de muchos en el mundo árabe.

"Sykes-Picot” se convirtió en símbolo no solo del sentimiento de traición creado por el acuerdo de posguerra, sino también de la vulnerabilidad mostrada por la región ante la interferencia extranjera", escribe James Barr, autor de “A Line In The Sand. Britain, France And The Struggle That Shaped The Middle East” (Una línea en la arena: Gran Bretaña, Francia y la lucha que dio forma a Oriente Medio).

Los demagogos árabes impregnaron, justificadamente, su nacionalismo de resentimiento contra Occidente, que durante décadas había controlado los asuntos de la región, además de inmiscuirse en ellos. Y hasta la fecha, los que quieren reorganizar Oriente Medio apuntan a la artificialidad aparente del pacto como motivo para la creación de un nuevo status quo.

Recientemente, en una entrevista con la revista New Yorker, Nawzad Hadi Mawlood, gobernador de etnia kurda de la provincia iraquí de Erbil dijo:

“Cientos de miles de personas han muerto por culpa de Sykes-Picot y todos los problemas que crearon. Cambió el curso de la historia – y la naturaleza”.

Sin embargo, el supuesto legado de Sykes-Picot fue también propaganda fértil para los extremistas del Estado Islámico, que han estado involucrados en batallas mortales con milicias kurdas en Irak y Siria durante los últimos dos años. En 2014, el grupo publicó un video de propaganda online que mostraba a sus miembros demoliendo un polvoriento terraplén a lo largo de la frontera del desierto de Siria e Irak. Declararon que estaban "derribando" la historia de Sykes-Picot.

Pero señalar un acuerdo colonial de un siglo de antigüedad como el pecado original de Oriente Medio es tanto conveniente como algo ingenuo. No tiene en cuenta ni la historia de las sociedades pluralistas que existían antes de la división de las tierras otomanas, así como las muchas décadas de desgobierno árabe que vinieron a partir de entonces, lo que alimentó las divisiones sectarias que ahora enturbian a países como Siria e Irak.

“Lo que se dice acerca de los errores de Occidente parece bastante cierto, pero carece de una cierta auto reflexión sobre los fracasos de los mismos estados", escribió Anthony Shadid, aclamado periodista del Washington Post y el New York Times, en un artículo para el Times en 2011, cuando los levantamientos a favor de la democracia sacudieron el mundo árabe.

En ese momento, el viejo orden de las naciones-estados árabes, construido en gran medida bajo un régimen autoritario y políticas cínicas, parecía estar derrumbándose finalmente. Shadid escribe:

"Los estados han fracasado en fomentar el pluralismo y un sentido universal de la ciudadanía. Los malos gobiernos fomentan identidades más reducidas como los sunitas, chiitas, cristianos y así sucesivamente"

El autor señala que la fuente de inquietud tenía poco que ver con la historia colonial:

"De forma más tangible, muchos jóvenes con formación siguen estando frustrados. Puede que tengan los elementos básicos que ofrece un estado, pero no un futuro, esa noción pasada de que mañana será mejor que ayer".

Por otra parte, como escriben los expertos en Oriente Medio, Steven Cook y Amr Leheta, en la revista Foreign Policy, las fronteras de Oriente Medio no son "líneas caprichosas dibujadas sobre un mapa en blanco". Más bien, reflejaban anteriores unidades administrativas otomanas y fueron la consecuencia de diversos acuerdos y negociaciones políticas – un proceso que también ha definido numerosas fronteras fuera de Oriente Medio. Y los países que surgieron tras las negociaciones de Sykes y Picot no pueden borrarse del mapa sin más, como explican los expertos:

Estos límites se han institucionalizado en los últimos cien años. En algunos casos – como Egipto, Irán, o incluso Irak – han llegado a definir las tierras que han sido durante mucho tiempo el hogar de identidades culturales en gran medida coherentes, de una forma que tiene sentido para la era moderna. Otras entidades más recientes – Arabia Saudí y Jordania, por ejemplo – han entrado por su cuenta en el pasado siglo. Si bien nadie hubiera hablado de una identidad jordana hace siglos, ahora existe una nación, y su integridad territorial tiene un gran significado para el pueblo jordano.

"Los conflictos que se desarrollan en Oriente Medio hoy día, entonces, no son realmente por la legitimidad de las fronteras o la validez de lugares llamados Siria, Irak o Libia", concluyen Cook y Leheta. "En lugar de eso, el origen de las luchas dentro de estos países es sobre quién tiene el derecho de gobernarlos”.

La respuesta a esa amarga lucha no puede encontrarse en las líneas de un mapa trazado hace 100 años.

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