Durante el debate de anoche de los 4 candidatos no faltó el cruce de acusaciones. Sin embargo, el blanco más atacado (y probablemente el más fácil) fue Rajoy, quien llegó incluso a quedarse sin palabras cuando le preguntaron por la corrupción que ha manchado la legislatura del PP.
Él sabía que iba a venir, pero aun así no hubo nada que pudiera hacer al respecto.
Cuando el candidato socialista Pedro Sánchez atacó al presidente del gobierno en funciones, Mariano Rajoy, con acusaciones de corrupción que han afectado a su partido en el debate televisado ayer lunes por la noche, Rajoy se quedó sin palabras. La boca del presidente se movió, pero las palabras no salieron durante tres, cuatro, y cinco segundos.
"Señor Sánchez, no sé qué quiere que diga", replicó finalmente.
Más dardos le fueron lanzados a Rajoy en el transcurso del debate de dos horas. El líder de Ciudadanos Albert Rivera recitó una lista de acusaciones contra el presidente – su SMS de apoyo al ex tesorero Luis Bárcenas, las anotaciones que muestran que Rajoy recibió más de 300.000 euros de una caja b del partido. Terminó con un petición a Rajoy para se hiciera a un lado y dejara a un nuevo líder con un historial limpio para llevar el país hacia delante.
El debate les permitió a los líderes de los cuatro partidos otra oportunidad de presentar su caso para gobernar España, cuando el país se prepara para las elecciones el 26 de junio, después de que la votación en diciembre no consiguiera un claro ganador. Rajoy trató de mitigar los ataques a las éticas de su partido haciendo hincapié en su competencia a la hora de gestionar la economía y su promesa de traer 2 millones más de españoles de vuelta al trabajo en la próxima legislatura.
"España no es un país corrupto – la corrupción se derrota con leyes y castigos. He presidido el primer Gobierno en España que ha presentado un paquete de leyes contra la corrupción, y usted (Sánchez) votó en contra".
Rajoy alegó que las acusaciones en su contra eran falsas.
Cambio en España
El debate en sí fue un símbolo de cómo la política española ha cambiado en los últimos seis meses. En la última campaña, Rajoy se negó a debatir con nadie, excepto Sánchez. El lunes por la noche, se enfrentó cara a cara con el líder de Podemos Pablo Iglesias y Rivera como iguales.
Se espera que el PP de Rajoy baje a 118 escaños de 123 en diciembre, según un promedio de sondeos calculados por Electomania. Podemos puede subir a 87 escaños de 71, mientras que Ciudadanos podría obtener 41 escaños, uno más que en diciembre. Los socialistas serían los grandes perdedores, perdiendo a 8 de 82 legisladores.
Con Rajoy en riesgo de perder más escaños sólo seis meses después de obtener el peor resultado de las elecciones generales de su partido en más de 25 años, y la prensa especulando que podría ser apartado por su partido, sus rivales discutieron para posicionarse como su sucesor. Las encuestas sugieren que los partidos tendrán que negociar un pacto a dos o tres, para formar una mayoría tras las elecciones del 26 de junio.
Pablo Iglesias, del partido antiausteridad Podemos desafió a Sánchez a comprometerse a una alianza progresista; Sánchez culpó Iglesias de haberse alineado con Rajoy para bloquear un gobierno liderado por el PSOE en marzo; Rivera cargó tanto contra Rajoy como Iglesias en un intento por consolidar su espacio en el centro político.
"El adversario equivocado”
Cuando Sánchez instó a los votantes progresistas a dejar de lado a Podemos en favor de los socialistas, la fuerza progresista tradicional en España, una pantalla dividida mostró a Iglesias moviendo la cabeza, mirando a su atril.
"El adversario no soy yo, Pedro. Se equivoca de adversario".
Seguro, hace cinco meses Iglesias se estaba ofreciendo votar para apoyar un gobierno presidido por el PSOE. Esta vez, las encuestas muestran que Podemos podría rebasar a los socialistas para reclamar el segundo puesto, obligando a Sánchez y sus partidarios a decidir si apoyar a su rival tradicional, el PP, o su nuevo enemigo de la izquierda.
Rajoy se había propuesto convertir su edad en una virtud, mientras intentaba hacer retroceder a la nueva generación de políticos que pretendían sacarlo de su puesto de trabajo el lunes por la noche.
El presidente, de 61 años de edad, trató de describir a sus tres rivales electorales – todos en sus 30 y 40 – como jóvenes sin la experiencia para dirigir un país, cuando defendió su ventaja en las encuestas de opinión.
Según sus palabras al término del primer bloque:
"Gobernar es muy difícil, predicar es muy fácil. Aquí no se viene a hacer prácticas".
Menos de una hora más tarde, señalaba a Rivera con enfado cuando el líder de Ciudadanos mostró un sondeo que reflejaba que una mayoría incluso de los votantes del PP querían ver dimitir a Rajoy, para permitirle a los partidos negociar una coalición de gobierno.
Cuando los otros líderes fueron a saludar a los moderadores al final del debate, el presidente se quedó solo en su atril durante unos momentos, recogiendo sus papeles.