El Reino Unido puede que lo haga realmente. A tan solo una semana del referéndum del 23 de junio, las últimas encuestas dicen que la campaña a favor de abandonar la Unión Europea va ganando. El gobierno y sus aliados en la campaña de permanencia están alarmados.
La excelencia de la campaña a favor de la salida del Reino Unido no es la razón en absoluto. Los partidarios del Brexit presentaron un argumento poco sólido, incapaz de decir lo que significaría una salida de la UE para los acuerdos comerciales futuros del país o qué partes de la legislación de la UE se volverían a adoptar o se descartarían.
No se ha debido a que estos problemas no se pudieran debatir con antelación – sí se pueden –, sino a que los partidarios de la salida están divididos entre sí en cuanto a lo que debería significar abandonar la UE.
Pero aunque la campaña a favor de salir de la EU no ha sido buena, la campaña de la permanencia ha sido peor. El primer ministro David Cameron y sus aliados han sido más competentes que el otro grupo, en términos técnicos – tal vez demasiado. Bombardearon a los votantes con un estudio detallado tras otro que pronosticaban resultados nefastos para la economía si el Reino Unido se iba. Pero los votantes recuerdan el anterior consenso de los expertos, de que el país debería abandonar la libra esterlina y unirse al sistema del euro, y ven cómo habría resultado eso.
El desolador balance de las observaciones de los expertos sobre el Reino Unido y Europa ha creado un problema de credibilidad, y las interminables repeticiones y reciclados del "Proyecto Miedo" de Cameron no iban a poder solucionarlo.
Al no poder ganar terreno, la campaña a favor de permanecer en la UE ha empeorado las cosas recurriendo a la histeria. Todas las señales indican que la vida fuera de la Unión Europea es posible; hasta donde se sabe, Suiza no está sumida en una pobreza perpetua. Sin embargo, ha continuado el énfasis en el futuro sombrío que le espera al Reino Unido sin los beneficios de la Comisión Europea.
Una audiencia de televisión recientemente se rió de Cameron cuando un entrevistador le preguntó: "¿Qué llegará primero, el primer ministro, la Tercera Guerra Mundial o la recesión por Brexit?"
Donald Tusk, presidente del Consejo Europeo, declaró hace poco:
"Un Brexit podría ser el comienzo de la destrucción no solo de la UE sino también de la civilización política occidental en su totalidad".
El “Proyecto Miedo” fue un error potencialmente fatal. Era necesario que también se presentara un argumento positivo para un futuro británico en Europa. Pero piensen un momento en Cameron: los otros líderes europeos no le dieron muchas opciones en este asunto.
El punto de partida para las campañas – la razón por la que Cameron propuso un referéndum en primer lugar – fue el descontento de muchos años con el proyecto europeo, últimamente ampliado por los temores ante la inmigración incontrolada.
Cameron consideró que este sentimiento no podía ser ignorado, en parte porque amenazaba con dividir su partido. Pensó que podría sofocarlo mediante la negociación de nuevos términos con la UE y con la promesa de ofrecerles el trato a los votantes.
Otros líderes europeos podrían y deberían haberlo ayudado. Deberían haberlo reconocido como un aliado – y al hacerlo, habrían reforzado el proyecto europeo.
Ciertamente, a juzgar por los comentarios de Tusk, reconocen su interés por mantener al Reino Unido dentro de la UE. Y seguramente entienden que Europa en su conjunto tiene que cambiar – ese sentimiento anti UE va en aumento en muchos otros países.
Sin embargo, despacharon a Cameron de su jactanciosa renegociación con muy poco. Y el tono de su respuesta fue aún más perjudicial que la falta de sustancia.
El mensaje se escuchó fuerte y claro: no le corresponde al Reino Unido decirle a Europa cómo cambiar.
Las encuestas pueden estar equivocadas. Todavía hay bastantes votantes indecisos sobre si darle a Cameron la victoria con la que se ha jugado su carrera, siempre y cuando estén divididos de manera desproporcionada a su favor.
Probablemente lo hagan, ya que por lo general los indecisos juegan a lo seguro. Los mercados de apuestas, a diferencia de las encuestas, todavía esperan un voto a favor de la permanencia, aunque con menos confianza que antes. No obstante, la gente finalmente se está dando cuenta de que el Brexit ser una realidad.
Es la elección equivocada. Abandonar la UE sería un riesgo enorme. La "recesión a causa del Brexit" por la que se burlaron de Cameron podría suceder realmente. Aun si las cosas no fueran catastróficamente mal, los costes probablemente superarían a los beneficios.
Pero si el Reino Unido vota a favor de salir, démosle el debido crédito a la UE. Al demostrar, en un momento crítico, su impaciencia con la opinión popular y la resistencia implacable ante la reforma, hizo todo lo posible para hacer el Brexit más probable.