La fotógrafa Lia Darjes nos cuenta sus increíbles descubrimientos durante una investigación sobre musulmanes homosexuales.
Lia Darjes pasó algún tiempo haciendo fotos en el dormitorio completamente lila de El-Farouk y su marido, Troy, en Toronto. Los hombres, ambos musulmanes, iluminados por un aura de paz doméstica, se hallan sentados en una cómoda cama con su gato negro.Pero al igual que con muchos de los musulmanes gays que entrevistó y fotografió, bajo esa superficie están teniendo lugar diálogos interiores inquietantes.
"Podría decirte donde estoy ahora y parecería un lugar feliz. Pero el trayecto hasta ese lugar no ha sido fácil", contó El-Farouk a Darjes.
El-Farouk le dijo al fotógrafo que muchas personas como él han sufrido "violencia espiritual, en la que se te dice que hay algo profundamente malo en ti. Como consecuencia, muchos homosexuales terminan abandonando o teniendo una mala relación con la religión".
Con el tiempo, El- Farouq ha conseguido reconciliar su espiritualidad con su sexualidad. El-Farouq relató:
"Empecé con la idea de que era pecado (ser gay) y que quienes lo practicaban eran, como mínimo, problemáticos. Eso no parecía correcto en las creencias del Corán y el Profeta que creía que eran la verdad... En el versículo 49.13, Ala dice: 'Os he creado en diferentes naciones y tribus y es posible que conozcáis y aprendáis los unos de los otros'. Yo solo veo a los homosexuales como una de esas naciones o tribus".
Darjes quería conocer más acerca de los musulmanes homosexuales y sus luchas personales. Así que visitó varias ciudades de Europa y América del Norte, con la esperanza de ganarse la confianza de la gente para su proyecto fotográfico "Ser homosexual. Sentirse musulmán". No fue fácil. Darjes les dijo:
"Se os pregunta por vuestra religión y sexualidad, las dos cosas más privadas para la mayoría de la gente. Realmente tenéis que convencerlos. No soy lesbiana ni musulmana y vengo como una extranjera".
En París, Darjes pasó tiempo con Ludovic-Mohamed Zahed, un imán que asume abiertamente ser gay y que abrió la primera mezquita de la ciudad que no condena la homosexualidad. Este explicó:
"Las reacciones fueron bastante vehementes. Ser musulmán, árabe y homosexual y, por lo tanto, un miembro de varios grupos minoritarios me abrió los ojos: Las minorías están siendo objeto de discriminación, sobre todo, en tiempos de crisis económica. Tenemos que conocer más sobre el Islam y tenemos que entender quiénes somos en realidad para luchar contra la homofobia".
Darjes asistió a sesiones de oración en la mezquita, que se encuentra situada en un barrio musulmán. Ella cuenta:
"Me quedé allí sentada en un rincón durante las sesiones cuando conocí a esta mujer que era, por primera vez desde que salía, capaz de asistir a la oración sin sentirse culpable. La mujer también se estaba "sintiendo aliviada de estar en una comunidad de nuevo".
Según Darjes, Estados Unidos resultó ser su primer gran reto. La fotógrafa dijo: "No hubo eventos y las personas estaban siendo extremadamente reservadas".
Eso fue hasta que conoció al imán homosexual Daayiee Abdullah, ex baptista del sur que se hizo musulmán, estudió el Corán en Beijing y abrió una mezquita gay en Washington. Abdullah explicó a Darjes:
"Como un imán abierto y también gay, entiendo la conmoción de los musulmanes homosexuales. Cuando me convertí al Islam hace 34 años, todavía no estaba hablando árabe. Estaba estudiando en la Universidad de Pekín y el primer Corán que leí estaba en mandarín. Eso fue una ventaja para mí. Para llegar a conocer el Islam en el Oriente Próximo y Occidente, fue necesario vivir allí para continuar entendiendo que el Islam no es monolítico".
"No es solo una religión o creencia, sino también una concepción que depende de la cultura en la que entre. Ala demuestra que hay una gran diversidad en la creación. Pero la pregunta es: ¿Respetamos eso?"
Las interpretaciones abundan en el continuo debate sobre si ser gay puede aceptarse en la fe islámica. Algunas naciones de mayoría musulmana son más tolerantes con el tema y la aceptación de la comunidad de lesbianas, gays, bisexuales y transexuales (LGBT). Sin embargo, existen también países donde la homosexualidad puede ser un delito de muerte.
Samira, una de las personas con las que habló Darjes, que nació en Irán, explicó:
"Soy de un país en el que ser gay se castiga con la pena de muerte. En 1979, cuando comenzó la Revolución Islámica, mi familia emigró a Canadá, donde tuve una educación bastante laica".
Darjes afirmó que las comunidades LGBT con las que trabajaba eran "muy positivas" y se mostraban más desafiantes que nunca. Sus fotografías, con luz natural, suelen presentar tonos discretos de azul, un color espiritual que también crea una atmósfera de serenidad en los individuos retratados.
"Pocas veces tuve la sensación de que estaba trabajando con personas traumatizadas. Tenías la sensación de que habían llegado a algo, que habían encontrado algo bueno en estas asociaciones y reuniones".