¿Cómo puede evitar un Brexit el Reino Unido?
Neil Hall/Reuters
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Desde que los británicos votaron a favor de abandonar la Unión Europea la semana pasada, el llamado referéndum del "Brexit" ha creado una confusión tan grave que la atención pública se centra cada vez más en una opción extrema: ¿Pueden salir de esta situación?

El primer ministro, David Cameron, dijo el lunes que consideraba el referéndum vinculante y que “el proceso de implementar la decisión de la mejor manera posible debe comenzar ahora”. Pero también dijo que le dejaría ese proceso a su sucesor, tras su renuncia prevista para octubre.

Esto abre una ventana de al menos cuatro meses durante los cuales el Reino Unido podría decidir no continuar con el proceso, y evitar consecuencias por parte de Europa.

Si el próximo primer ministro desencadena el proceso de salida, el país tiene entonces dos años para negociar los términos de su salida. Si bien las normas de la Unión Europea dicen que la adhesión se revoca automáticamente al final de ese período, el Reino Unido podría utilizar en teoría ese momento para negociar un plan alternativo.

El país tiene unas cuantas opciones si desea permanecer en la Unión Europea. Cada una conlleva riesgos y desventajas significativas, tanto para Europa como para el Reino Unido – pero, lo mismo ocurre en el caso de la salida.

Opción nº 1. Simplemente no lo hagáis

El referéndum no es legalmente vinculante. El proceso de salida no comienza hasta que el primer ministro invoca oficialmente el Artículo 50 del Tratado de gobierno de la Unión Europea. De modo que él o ella podría, en teoría, continuar como si el voto nunca hubiese ocurrido.

Cameron ya ha causado un retraso al negarse él mismo a acogerse al Artículo 50. De sus dos posibles sucesores con más probabilidades en el Partido Conservador, Theresa May, se opone a dejar la UE y Boris Johnson, uno de los principales partidarios del Brexit, ya está dando marcha atrás, y prometió el lunes que los cambios “no llegarán a toda prisa”.

La mayoría de los miembros del Parlamento se opusieron a salir de la Unión, y podrían apoyar un primer ministro que se negara a invocar el Artículo 50. Pero eso sería como hacer caso omiso a la voluntad de 17,4 millones de británicos que votaron a favor de salir, una medida extrema en un país que se enorgullece de sus valores democráticos.

También se arriesgaría a enardecer a las fuerzas políticas subyacentes que llevaron a la victoria del Brexit: aumentando el enfado popular, desconfianza en las instituciones gubernamentales aparentemente irresponsables y una creencia de que el sistema está amañado.

Es difícil predecir cómo responderían los votantes a favor del Brexit si su gobierno ignorara el resultado del referéndum, pero tal movimiento corre el riesgo de potenciar las voces más radicales. La política británica, que ya se encuentra en una agitación tremenda, se enfrentaría a un futuro incierto, al igual que los legisladores que estarían dispuestos a una reelección.

Opción nº 2. Un veto de Escocia

La Cámara de los Lores dijo en un informe de abril que cualquier decisión de abandonar la Unión Europea tendría que ser aprobada por los Parlamentos de Escocia, Irlanda del Norte y Gales.

Los votantes galeses apoyaron el Brexit, y el Parlamento de Irlanda del Norte está dirigido por un partido que es partidario de salir de la UE. Pero los votantes escoceses se opusieron a la salida de una manera abrumadora, al igual que el Partido Nacional Escocés gobernante, que se ha comprometido a adoptar todas las medidas disponibles para permanecer en el bloque.

Nicola Sturgeon, la ministra principal de Escocia, ha sugerido que su Parlamento podría negar el consentimiento, lo que ha provocado una crisis constitucional.

Eso, a su vez, podría ser una oportunidad para los líderes que desean evitar un Brexit. El próximo primer ministro podría decirles a los votantes que le gustaría cumplir su voluntad, pero que abandonar Europa es imposible sin la aprobación de Escocia.

Esto ofrece al menos más legitimidad política que simplemente ignorar el referéndum.

Pero si el próximo dirigente del Reino Unido tiene la intención de seguir adelante con Brexit, el Parlamento británico podría derogar la ley que da poder de veto a Escocia. Sturgeon probablemente respondería mediante la petición de un nuevo referéndum para la independencia de Escocia – algo que ya ha amenazado con hacer si el Reino Unido abandona la UE.

Opción nº 3. Una repetición

En 1992, los votantes daneses rechazaron por poco un referéndum sobre unirse a uno de los tratados que pusieron los cimientos de la Unión Europea. Once meses más tarde, tras una oleada de diplomacia, Dinamarca llevó a cabo un segundo referéndum, que los votantes aprobaron.

Situaciones similares se desarrollaron en 2001 – y de nuevo en 2008 – cuando los votantes irlandeses rechazaron tratados de la Unión Europea antes de aceptarlos en segundo referendos durante los años siguientes.

¿Podrían los votantes británicos revertirse a sí mismos también? El lunes, cuatro días después de la votación del Brexit, una petición online pidiendo una repetición tenía 3,8 millones de firmas.

Sin embargo, hay pocas razones para creer que un segundo referéndum daría un resultado diferente, en caso de celebrarse hoy. Aunque cierto número de británicos han dicho en las redes sociales que lamentaban su voto a favor de abandonar la UE, el sondeo sugiere que son una pequeña minoría. Una encuesta realizada por ComRes el sábado, halló que solo el 1% de los votantes partidarios de la salida no estaba contento con los resultados. (El Brexit ganó por cuatro puntos porcentuales, 52 frente a 48).

Los líderes británicos podrían justificar un segundo referéndum garantizando concesiones especiales de la Unión Europea, como permitirle al Reino Unido ponerle un límite a la inmigración. Este enfoque fue como los líderes daneses e irlandeses persuadieron a sus votantes para aprobar los referendos que habían rechazado previamente.

Johnson, que el lunes dijo que el Reino Unido era “parte de Europa y siempre lo será”, dio a entender antes de la votación que podría perseguir esta estrategia. En marzo escribió en un artículo de opinión en The Telegraph:

“Solo hay una manera de conseguir el cambio que necesitamos, y es votar para irse. Toda la historia de la UE demuestra que en realidad solo escuchan a una población cuando esta dice No”.

Una segunda votación les permitiría a los políticos declarar que habían seguido la voluntad de los electores y hacerle frente a la Unión Europea, evitando tanto la indignación populista como las repercusiones económicas y diplomáticas de una salida británica.

Sin embargo, los líderes europeos puede que no estén muy dispuestos a aceptar. Si un estado miembro puede obtener concesiones especiales con la amenaza de irse, debilita la capacidad de la Unión para hacer políticas de ámbito europeo. También le da a otros estados un incentivo para llevar a cabo referendos similares de salida, un juego peligroso que fácilmente podría terminar en desastre.

Asimismo existe un riesgo de que los votantes británicos también rechazaran el segundo referéndum. Si eso ocurriera, verdaderamente no habría vuelta atrás.

Opción nº 4. Una salida solo de nombre

El Artículo 50 le concede a un país que se va dos años para negociar los términos de su relación con la Unión, en asuntos como el comercio y la migración.

¿Qué pasaría si el Reino Unido alcanzara una serie de acuerdos que en gran medida mantuvieran la situación actual, pero sin ser un miembro formal de la Unión Europea?

Esto también parece ser algo que Johnson se está planteando. En un artículo de opinión en The Telegraph el domingo, prometió que Gran Bretaña mantendría acuerdos de libre comercio y la libre circulación con Europa.

Como el columnista de The Guardian, Rafael Behr, bromeó en Twitter: “Conocido de otra manera como ‘miembros de la Unión Europea’”.

Uno de los modelos es Noruega, que no es miembro de la Unión Europea, pero se suscribe a su mercado común y apertura de fronteras.

Los partidarios del Brexit hicieron hincapié en dos objetivos: reducir la migración y sacar al Reino Unido de la burocracia europea. Mientras que un arreglo al estilo de Noruega podría, en teoría, limitar la migración, empeoraría el sometimiento británico ante los responsables políticos europeos.

Si el Reino Unido eligiera este camino, “no tendría ningún voto ni presencia cuando se tomaran decisiones cruciales que afectan a la vida cotidiana de sus ciudadanos”, advirtió el año pasado el ex ministro de Asuntos Exteriores de Noruega, Espen Barth Eide.

Dicho acuerdo también requeriría probablemente que el Reino Unido siguiera pagando las cuotas de afiliación, que los defensores de la salida prometieron que volverían a ganar.

Nicolas Véron, un economista francés, escribió en el sitio web de Bruegel, un grupo de investigación de Bruselas, que los líderes europeos probablemente se opondrían a esta disposición, también, por miedo a sentar un mal precedente.

Asimismo dijo que estos líderes quieren enviar un mensaje “claro e inequívoco” a otros estados miembros: Si abandonáis la UE, no seréis recompensados con un acuerdo ventajoso que os permitan los beneficios de ser un miembro del bloque. Obtendréis una ruptura difícil y dolorosa, así que pensadlo con cuidado.

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