Los retornados: ¿qué ocurre cuando los refugiados deciden volver a casa?
Daniel Leclair/REUTERS
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A pesar de la difícil situación del país, algunos refugiados deciden que su vida será mejor si vuelven a casa.

A pesar del viaje terriblemente peligroso que Dakheel Harkash y su familia realizaron por tierra y mar, desde Sinjar en Irak hasta Berlín, una vez que llegaron enseguida resultó evidente que no tendrían la vida que esperaban. Dakheel, su esposa Saere y sus dos hijos pequeños –Serwan y Avham– tardaron 25 días y gastaron 7.500 dólares en su viaje hasta Alemania en noviembre de 2015, pero descubrieron que –a pesar de lo que la joven familia esperaba– el trabajo era escaso y el idioma era difícil de aprender. Además, se quedaron rápidamente sin dinero.

En Berlín, la familia estaba aislada y Dakheel no pudo conseguir un trabajo. La barrera lingüística significaba algo tan simple como que Saere no podía llevar a los niños al hospital cuando estaban enfermos", Dakheel, en declaraciones a The Guardian a través de un traductor, contó:

"Serwan tenía gripe y una infección en el pecho como consecuencia del viaje, ya que hacía demasiado frío y teníamos poca ropa, y mi otro hijo Avham tenía grietas en los pies que aumentaron con el viaje. Además de eso, yo también estuve enfermo, con un dolor lumbar".

En marzo, la falta de dinero llevó a la familia a acudir a la embajada iraquí en Berlín para pedir volver a casa. Quince días más tarde, salían en un vuelo desde Alemania.

Ahora viven en el campo de refugiados de Karbato, en la región del Kurdistán iraquí. Dakheel dijo:

"Estaba tan feliz de volver. Me sentía como si hubiese vivido 1.000 años lejos de Irak. Ahora estoy totalmente aliviado porque he vuelto a mi país, aunque la vida sigue siendo difícil aquí".

Esta historia está llegando a ser cada vez más común. A pesar de la agitación actual en Irak –los enfrentamientos de esta semana entre el Estado islámico y las fuerzas gubernamentales en Faluya son solo un ejemplo – cada vez vuelven más emigrantes que marcharon. Las estadísticas de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) muestran que en 2014 hubo 1.280 casos de emigrantes que regresaron a Irak, mientras que en 2015 hubo 3.474, alcanzando en octubre, noviembre y diciembre cifras récord.

Thomas Lothar Weiss, jefe de misión de la OIM en Irak, añade que "el número de retornos facilitados por la OIM a Irak ha aumentado desde aproximadamente 100 al mes a principios de 2015, hasta más de 1.000 al mes últimamente".

A pesar del hecho de que los emigrantes suelen pagar miles de dólares para llegar a Europa, la estancia media de los últimos emigrantes es de aproximadamente solo tres meses, según cifras de la OIM.

La vuelta a casa puede ser algo relativamente sencillo para algunos, como Mahdi Hussein Benwan, que viajó desde Bagdad a Noruega en 2014, no pudo conseguir el asilo, por lo que regresó a su negocio de TI varios meses después. Sin embargo, todavía hay una enorme cantidad de trabajo logístico por hacer y apoyo que ofrecer, por lo que la portavoz de la OIM en Iraq, Sandra Black, señala que la financiación para esta área es fundamental.

La OIM comenzó a facilitar el retorno voluntario a Irak en 2003 y la organización ayudó a Benwan a volver a Bagdad. Garantizó que éste se había informado debidamente de la situación de seguridad en su país y le ayudó a instalarse después del regreso a Irak. Los retornados que reúnen las condiciones exigidas pueden solicitar ayuda para la reintegración en forma de subvención y ésta puede utilizarse para montar un pequeño negocio, invertir en uno ya existente, obtener formación, asistencia sanitaria o una vivienda. A menudo, los emigrantes vendían sus bienes o veían sus casas incautadas antes de marcharse – por ejemplo, Dakheel y Saere vendieron las joyas de la familia y no tenía casa a la que volver– y los fondos eran escasos cuando volvieron a Irak. Además de todo esto, existe un servicio de recepción, en el cual se reciben a los retornados en el aeropuerto y los llevan a casa, así como servicios de asesoramiento que se les ofrecen después de regresar.

Anas Saleem, auxiliar del programa de la OIM, afirma que puede ser más complicado reintegrar a las personas que han regresado después de años en lugar de solo meses. Éste explica:

"Muchos retornados se quedaron en Europa durante más de ocho años y algunos durante hasta 12 años. Por lo tanto, reintegrarlos con sus comunidades será más complicado que a uno [que] se quedó durante algunos meses".

Saeed Ismael Elias, un farmacéutico originario de Tel Keppe, es un buen ejemplo. Se marchó de Iraq en septiembre de 2008 y pasó seis años en Múnich, pero después de separarse de su esposa y tener problemas familiares volvió a Irak solo en octubre de 2015. "Es difícil pero, poco a poco, estoy tratando de integrarme con la comunidad", dice. Tel Keppe está ahora bajo el control del Estado Islámico, por lo que se ha trasladado a Dohuk. Saeed afirma:

"Mientras esté viviendo en un área segura no tengo ningún tipo de preocupación, pero Irak no es segura ahora. Puede suceder cualquier cosa".

Las secuelas psicológicas que sufren los retornados como consecuencia del duro viaje a Europa son significativas. Ibrahim Abou Khalil, director de salud mental y psicológica del Cuerpo Médico Internacional de Irak, que ayuda a rehabilitar a los emigrantes retornados iraquíes, explica:

"Es esencial que conozcamos las expectativas de la gente y podamos prepararlos para lo que está por venir, para evitar hacerle más daño a las personas y familias afectadas por el conflicto y los sucesos traumáticos de los que han sido testigos – tanto cuando se marcha como cuando regresan".

Fuente: The Guardian

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