Los políticos suelen estar de vacaciones en agosto. Sin embargo, este año las cosas son diferentes – los líderes llevan las últimas semanas reuniéndose y debatiendo sobre cómo conseguir que la UE siga adelante después del Brexit.
Angela Merkel, canciller de Alemania, dijo durante una visita a Varsovia la semana pasada:
"Los ciudadanos solo aceptarán la UE si les permite avanzar".
La culpa de esta crisis en el corazón de Europa hay que echársela al Brexit. La decisión del Reino Unido de abandonar la Unión Europea fue un duro golpe para un club que solo había conocido la expansión hasta ese momento.
En una cumbre celebrada seis días después de la votación, los líderes de los 27 países restantes se comprometieron a llevar a cabo reformas y decidieron reunirse de nuevo en Bratislava el 16 de septiembre. Desde entonces, los líderes de todos los países de la UE han mantenido contactos con el objetivo de encontrar un terreno común para la reunión. Como siempre, Merkel ha tomado la iniciativa. El 22 de agosto ella y sus homólogos de Francia e Italia celebraron una mini-cumbre en Ventotene, una isla italiana donde Altiero Spinelli, un defensor del federalismo europeo, había estado preso durante la guerra.
Las ideas no faltan. Esta semana cinco analistas e importantes funcionarios europeos publicaron un documento pidiendo una "asociación continental", incluyendo nuevas estructuras de toma de decisiones para el mercado único, que podría incluir al Reino Unido, así como otros países de la periferia europea, como Turquía o Ucrania. Se están sacando del armario importantes proyectos como un ejército de la UE o una agencia de inteligencia en toda Europa.
Sin embargo, reflejando de alguna forma las mismas dificultades a las que se está enfrentando el Reino Unido para avanzar con el Brexit, los líderes europeos no han conseguido hacer efectivas sus promesas. Los ataques terroristas de este verano pusieron de manifiesto la importancia de que las agencias de inteligencia compartan más información y de que la policía europea, la Europol, tenga más competencias. Sin embargo, estas sugerencias no son nada nuevo. Los líderes pidieron en Ventotene más cooperación en defensa. Sin embargo, no parece que se vaya a poder crear nada parecido a la OTAN.
Con respecto a los refugiados, el acuerdo parece limitarse a una fuerza fronteriza reforzada de la UE que las autoridades esperan disolver este año. Los gobiernos de Europa del Este siguen mostrándose contrarios a los planes de la UE para distribuir cientos de miles de solicitantes de asilo por toda Europa. Viktor Orban, el primer ministro de Hungría, va a celebrar el 2 de octubre un referéndum en contra del plan de reubicación. Estos países de Europa del Este también temen una nueva ola de iniciativas de empleo de la Comisión Europea que podría acabar con las iniciativas sociales.
Las ideas que tienen como objetivo una mayor integración en la eurozona, incluyendo desde sistemas de seguros bancarios hasta un ministro de economía común, no parecen estar más cerca de materializarse. Los líderes han discutido un plan para reducir el desempleo juvenil, pero la mayoría de las herramientas que podrían servir para tal fin se encuentran en manos de los gobiernos nacionales, que podrían no tener la intención de cambiar nada (una pequeña reforma laboral provocó en Francia semanas de protestas este verano). Las próximas elecciones en los Países Bajos, Francia y Alemania hacen que los líderes de estos países no tengan mucha libertad de movimiento.
Las crisis que lleva afectando a Europa durante los últimos años todavía está afectando al continente. Las negociaciones de la UE con Grecia sobre su tercer rescate no van bien. El proceso de paz de Minsk en Ucrania se ha quedado atascado. La Asociación Transatlántica de Comercio e Inversión (TTIP), entre EE. UU. y la UE se ha convertido en una piñata para la campaña electoral de los políticos europeos.
Y aunque el acuerdo con Turquía ha cortado el flujo de refugiados, los contrabandistas siguen traficando con personas a través de las islas griegas. Turquía ha amenazado con romper el acuerdo completo si la UE no concede acceso sin visado a sus ciudadanos antes de octubre.
El Brexit no está siendo de gran ayuda para solucionar estos problemas. (En algunos casos, como es el caso del TTIP, no hace más que agravar las cosas.) Y la gestión de la salida de un importante país de la UE representa un desafío completamente diferente. La voluntad del bloque para permanecer unido es fuerte, y las predicciones que vaticinan futuras salidas de la UE son exageradas. Pero el viejo dicho de que Europa es más fuerte en tiempos de crisis está empezando a sonar extraño.