¿Cómo será la salida del Reino Unido de la UE?
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El ex funcionario del Tesoro británico, Clive Crook, insiste en que el gobierno de Theresa May debería formular, tan pronto como sea posible, objetivos específicos para las futuras negociaciones sobre la salida del Reino Unido de la Unión Europea.

Durante los dos meses desde que el Reino Unido votó a favor de abandonar la Unión Europea, su gobierno ha hecho poco por aclarar hacia dónde se dirige este proyecto. Sería un error esperar un plan detallado, ya que aún se deben negociar los términos de la salida y todas las disposiciones que le siguen. Pero, sin duda, no es demasiado esperar por ahora una declaración que establezca las prioridades y principios básicos del Brexit.

¿Qué debería decir esa declaración? Para empezar, debería hacer una clara distinción entre los objetivos a largo plazo y los procedimientos a corto plazo.

Una de las principales razones por las que no existe una idea clara sobre las futuras relaciones del Reino Unido con la Unión Europea es la incertidumbre a corto plazo que plantea el artículo 50 con respecto al proceso de salida. Este artículo se elaboró con la convicción de que nunca sería invocado y, por lo tanto, es tan poco útil como se esperaba. El modelo que parece tener en mente comienza con una llamada salida difícil: todos los derechos y las obligaciones del Reino Unido con respecto a la Unión Europea desaparecen. Solo entonces se hablará sobre el comienzo de una relación totalmente nueva – que se negociaría desde cero, como si el Reino Unido nunca hubiese sido miembro de la Unión Europea.

Esto es absurdo. Tanto el Reino Unido como la Unión Europea quieren, o deberían querer, seguir siendo socios cercanos. El proceso de salida debería reducir al mínimo las fricciones en la transición de la pertenencia a la UE a esta nueva y todavía estrecha relación. En cambio, el artículo 50 promete maximizar las fricciones, haciéndola un proceso aún más complicado – tan difícil, de hecho, que parece casi imposible.

No se debería permitir que este absurdo procedimiento de salida defina el resultado final – uno con el que el Reino Unido y la Unión Europea puede que tengan que vivir durante décadas, no años. Sin más dilación, el Reino Unido debería describir las relaciones a largo plazo que propone y comenzar a presentar argumentos a la UE para ese resultado. Entonces, como una cuestión secundaria, necesita hacer frente a la transición, con el objetivo de pasar de A a B de la manera más rápida y fácil posible.

Por supuesto, el interés de la Unión Europea en hacer las cosas de manera fácil no está tan claro. Por un lado, quiere, o debería querer, evitar el deterioro innecesario de las economías de sus propios miembros, pero por otro, también quiere desalentar otras salidas. Como resultado, el proceso probablemente será un caos. En cualquier caso, el Reino Unido debe aclarar primero qué resultados quiere lograr al final.

Habiendo entendido esto, lo más importante, en mi opinión, se puede expresar de manera sencilla. El gobierno debería decir que el Reino Unido abandona la Unión Europea porque no quiere formar parte de sus ambiciones supranacionales. La relación que el Reino Unido debería proponer es una entre los gobiernos que establecen las normas – el Reino Unido, por un lado, y la Unión Europea y sus Estados miembros, por otro – no una entre las unidades subsidiarias que aplican las leyes de una sola entidad constitucional. En base a esto, el Reino Unido buscará la máxima integración económica y cooperación diplomática.

Incluso al expresar estos objetivos en líneas generales, están aclarando. Por ejemplo, descartan la llamada opción Noruega, que garantiza el acceso al mercado único de la Unión Europea, pero también requiere la libre circulación de trabajadores y la aplicación automática de la legislación de la UE. También descartan disposiciones que prohibirían al Reino Unido negociar acuerdos de libre comercio con otros países, como la unión aduanera (con un arancel externo común) que existe entre la Unión Europea y Turquía.

Para muchos de los que votaron a favor del Brexit, el control de la inmigración fue el punto de fricción, que plantea la siguiente cuestión: ¿Se podía separar el acceso al mercado único de la libre circulación? La respuesta depende de lo que se entienda por "acceso al mercado único", un término que se utiliza muy a la ligera.

En el lenguaje de la Unión Europea, el "mercado único" es mucho más que un acuerdo económico: Es un compromiso supranacional, vinculado a la libre circulación de personas, así como al libre comercio de bienes, servicios y capitales – todo entendido como principios constitucionales indivisibles.

Por lo tanto, una relación intergubernamental, por definición, excluye la pertenencia al mercado único, pero no excluye el acceso al mismo. El libre comercio de bienes, servicios y capitales, así como un alto grado de movilidad laboral, son posibles, siempre y cuando se entiendan no como los fundamentos constitucionales de un orden supranacional, sino como los términos de un ambicioso acuerdo de libre comercio. En definitiva, este es el objetivo que el Reino Unido debería tener en sus futuras relaciones con la Unión Europea: un acuerdo de libre comercio mejorado. En un nuevo artículo de Jean Pisani-Ferry y sus compañeros de Bruegel, un grupo de reflexión europeo, se describe con más detalle cómo sería este acuerdo.

El actual pleno cumplimiento de las normas de la Unión Europea por parte del Reino Unido significa que, en términos económicos, lograr ese objetivo no sería tan difícil. Sin embargo, en términos legislativos, sería más complicado: las leyes de la Unión Europea tendrían que ser reformuladas como leyes británicas y, en consecuencia, las obligaciones recíprocas de la Unión Europea y sus miembros necesitarían también ser reformuladas.

Asimismo, serían necesarios nuevos acuerdos con la Organización Mundial del Comercio y los países no pertenecientes a la UE. Este será el precio del Brexit. Sin embargo, al final, y tan inconcebible como pueda parecerle a la opinión respetable del Reino Unido, la meta – restablecer al Reino Unido como una nación que establece normas soberanas, con un gobierno responsable ante sus ciudadanos - podría merecer la pena.

Fuente: Bloomberg

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