El presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte ha escogido la semana equivocada para llamar a Barack Obama “hijo de puta”.
No es algo frecuente que se refieran al presidente de Estados Unidos con un término despectivo por parte de su homólogo de un país amigo – y se cancele una reunión como resultado. Pero eso es precisamente lo que ha ocurrido después de que el presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte insultara a Barack Obama.
El término tagalo utilizado se podría traducir como “hijo de puta” y surgió el pasado lunes cuando los reporteros le preguntaron Duterte cómo reaccionaría si Obama planteara cuestiones de derechos humanos en relación con las ejecuciones extrajudiciales generalizadas que ha promovido Duterte como parte de su lucha contra las drogas ilegales.
Los comentarios de Duterte decían así (“putang ina” es el insulto en tagalo):
“Soy presidente de un estado soberano y hace mucho tiempo que dejamos de ser una colonia. No tengo dueño salvo el pueblo filipino. Debe ser respetuoso. No me haga preguntas. Putang ina, lo insultaré en ese foro”.
Más de 2.400 presuntos narcotraficantes han sido asesinados en Filipinas desde que Duterte puso en marcha la violenta campaña hace más de dos meses. La policía está detrás de alrededor de un millar de ellos, pero los vigilantes – alentados por Duterte –están detrás de muchos más.
Obama y Duterte tenían programado reunirse esta semana en Laos, donde ambos líderes asistirían a una reunión de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN).
Duterte podría haber elegido un momento especialmente malo para insultar a un presidente de Estados Unidos. Filipinas depende de EE.UU. para que este proporcione un equilibrio de poder contra China en el Mar del Sur de China, donde en los últimos años Pekín se ha hecho cada vez más agresivo, lo que representa una amenaza directa para el control de Filipinas sobre propios recursos marítimos.
Algunos observadores han pronosticado que China comenzaría a realizar construcciones en el Banco de Arena Scarborough, frente a la costa de Filipinas, en el período comprendido entre la cumbre del G-20 y las elecciones de noviembre. Esta semana, el Ministerio de Defensa de Filipinas mostró fotos de una decena de barcos chinos reuniéndose cerca del banco de arena, con algunos que parecían estar diseñados para obras de dragado. Sus intenciones aún no están claras, pero la construcción de la infraestructura militar en el banco de arena le daría a China un triángulo estratégico con sus otras nuevas bases del Mar del Sur de China, y le ayudaría a ejercer el control de la zona.
Un comunicado de Duterte decía hoy que lamenta que sus comentarios “se interpretaran como un ataque personal hacia el presidente de Estados Unidos”.
Obama no es la primera figura prominente que insulta Duterte debido a las sospechosas muertes relacionadas con las drogas. En junio, el secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon, dijo que las matanzas eran “ilegales y una violación de los derechos y las libertades fundamentales”.
Duterte respondió a esto: “Tal vez tengamos que decidir separarnos de las Naciones Unidas. Si me faltas el respeto de esa manera, hijo de puta, me voy entonces”.
Incluso algo tan banal como los atascos de tráfico puede incitar a Duterte a usar malas palabras contra figuras prominentes del mundo. Cuando la visita del papa Francisco causó atascos en Manila a principios de este año, Duterte lo llamó “hijo de puta” también.
En las redes sociales algunos apoyaron la decisión de Obama con su propio lenguaje soez.
Tras cancelar la reunión, al concluir su visita a China para la cumbre del G-20 Obama ha comentado:
“Está claro que es un tipo pintoresco. Lo que le he pedido a mi equipo es que hablen con sus homólogos filipinos para averiguar una cosa: ¿Es verdaderamente un buen momento para que podamos tener conversaciones constructivas y productivas?”
Eso, al igual que los estados de ánimo del líder filipino, parecería algo difícil de predecir.