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Las principales razones por las que algunos políticos europeos están apoyando en secreto a Trump.

A los observadores de la política europea se les podría perdonar por preguntar si – detrás de la exclamación de sorpresa y horror por la posibilidad de una presidencia de Donald Trump – no notan la irónica sonrisa ocasional o una pizca de regocijo cuando la conversación gira en torno al candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos.

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Desde luego, apenas pasa un día sin que algún alto funcionario europeo exprese su profunda preocupación por la posibilidad de que Trump pueda ganar las elecciones. El presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, advirtió recientemente de que Trump "sería un problema no solo para la Unión Europea sino para todo el mundo".

El presidente francés, François Hollande, que se enfrenta a sus propios desafíos con el populismo de derecha, dijo hace poco que Trump "le dan ganas de vomitar". El mes pasado, el ministro de Asuntos Exteriores alemán, Frank-Walter Steinmeier, abandonando su habitual templanza retórica, llamó a Trump un "predicador del odio".

Y, sin embargo, en algunos sectores al menos, la victoria de Trump tendría aspectos positivos. Ningún político europeo lo va a decir públicamente, pero para algunos en el continente, Trump representa una oportunidad única en varias décadas para la emancipación de la influencia de Estados Unidos.

En diferentes grados, los ataques a Estados Unidos han sido un elemento principal en la política tanto de derecha como de izquierda durante décadas. Desde los OMG hasta Guantánamo, desde la guerra de drones hasta la pena de muerte, los políticos europeos rara vez han tenido dificultades para encontrar razones para manifestarse en contra de Estados Unidos.

De hecho, los males de la influencia de Estados Unidos es una de las pocas cosas en la que los políticos europeos de casi todas las tendencias políticas se ponen de acuerdo. En Alemania, por ejemplo, uno tiene casi las mismas probabilidades de ver un cartel de "Ami Go Home" (Ami es el argot alemán de americano) en un mitin del partido de izquierda como en una reunión del partido de extrema derecha, Alternativa para Alemania.

Del mismo modo que la Unión Europea sirvió como un poste de flagelación conveniente para los políticos británicos de todas las tendencias en las últimas décadas, que culminaron en la votación del Brexit, Estados Unidos tiene un propósito similar para muchos políticos europeos. Incluso aquellos que profesan un profundo compromiso con la relación transatlántica, muchas veces no pueden resistir el uso de Estados Unidos como una retórica para desviar la atención de sus propias vulnerabilidades.

Justo la semana pasada, Jean - Claude Juncker, aclamando las medidas de la Comisión sobre la multa fiscal de Apple en su discurso del Estado de la Unión, declaró:

"Europa no es el Lejano Oeste (Cualquier persona que escuchara sabía que "Lejano Oeste" quería decir América). No somos los Estados Unidos de Europa. Somos mucho más diversos en Europa y más fuertes".

Muchos europeos en el centro del espectro político realmente temen las consecuencias de una victoria de Trump y un debilitamiento de la relación transatlántica. Sin embargo, otros ven una oportunidad demasiado buena para que se les permita entrar.

Mientras los políticos moderados, como el presidente Barack Obama o la candidata demócrata Hillary Clinton ocupen la Casa Blanca, los políticos anti-estadounidenses tendrán dificultades para convertir su retórica en realidad. Una presidencia de Trump obligaría a un replanteamiento.

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A continuación se recogen cinco razones por las que algunos políticos europeos están apoyando en secreto a Trump:

El fin del libre comercio: Desde el principio, los negociadores comerciales europeos advirtieron que el antiamericanismo plantea la mayor amenaza para un acuerdo de comercio trasatlántico. La Alianza Transatlántica de Comercio e Inversión (ATCI), el pacto de libre comercio negociado por Estados Unidos y Europa, ha sido un apoyo vital durante meses. Una victoria de Trump no solo extinguiría cualquier esperanza de éxito, sino que acabaría con las negociaciones.

Aquellos que se oponen al acuerdo lo ven como el caballo de Troya del comercio, diseñado para dar a las empresas estadounidenses aún más influencia en Europa. Trump ha argumentado lo contrario, que los acuerdos de libre comercio perjudican a los trabajadores estadounidenses. En resumen: una victoria de Trump dejaría un pacto de libre comercio entre Estados Unidos y Europa, de cualquier tipo, totalmente fuera del debate.

El nacimiento de un ejército de la Unión Europea: Estados Unidos ha garantizado la seguridad de Europa durante décadas a través de la OTAN, colocando de forma efectiva un gran mecanismo de seguridad y protección sobre la mayor parte del continente. Pero esa dependencia no sienta bien a todo el mundo.

Aunque Europa no tiene ni de lejos los recursos militares de Estados Unidos (el gasto militar estadounidense representa alrededor del 75% del total de la OTAN), los políticos en Francia y Alemania están dispuestos a ponerse a trabajar en una fuerza de defensa europea. La idea no es nueva y se enfrenta a numerosos obstáculos, principalmente la cuestión de cómo financiarla con el bajo presupuesto de Europa.

Sin embargo, una victoria de Trump daría a esta iniciativa un gran impulso. Al igual que con el acuerdo comercial, Trump probablemente estaría feliz de dejar que los europeos se las arreglasen ellos solos. No ha ocultado su desagrado por la dependencia de Europa del ejército estadounidense. Por el contrario, pocos europeos darían la bienvenida a Trump como comandante en jefe. Si ganase, los defensores de un ejército europeo por fin tendrían el argumento de peso que han estado buscando.

Terminar con la vigilancia de Estados Unidos: Una de las principales quejas de Europa sobre la influencia de Estados Unidos en los últimos años ha girado en torno a una vigilancia masiva. Las revelaciones de Edward Snowden han convencido a Europa de que nadie está a salvo de la red digital interna de la Agencia de Seguridad Nacional.

Aunque la realidad es algo menos dramática, esa narrativa ha prevalecido y muchos europeos están convencidos de que Estados Unidos está escuchando sus llamadas telefónicas. Snowden, un hombre que Trump argumenta que debería ser ejecutado, se ha convertido en una versión moderna de Che Guevara para los jóvenes europeos. Para todas las tensiones transatlánticas en torno a la vigilancia masiva, Europa todavía coopera con Estados Unidos, principalmente para tener acceso a la información sobre los terroristas islámicos. Una victoria de Trump sería una buena noticia para los que se oponen a dicha cooperación.

Tomar medidas enérgicas contra Wall Street: La influencia de los bancos de Wall Street en Europa ha sido durante mucho tiempo una mosca detrás de la oreja de las elites anti-estadounidenses y populistas de Europa. Ninguna teoría de la conspiración sobre la crisis de la deuda de la zona euro, por ejemplo, está completa sin señales oscuras sobre presuntas maquinaciones en el distrito financiero de Nueva York.

El reciente revuelo por la unión del ex presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, a Goldman Sachs ilustra la profundidad de la desconfianza. "Goldman Sachs fue una de las organizaciones que contribuyeron a la crisis financiera en el período 2007-2009, por lo que dudamos de este banco en particular", dijo Juncker la semana pasada para explicar por qué solicitó una investigación sobre el movimiento de Barroso. No importa que la Unión Europea no tenga ninguna prohibición específica sobre los funcionarios que trabajan para Goldman o que muchos bancos europeos, como el Deutsche Bank, también tuvieron algo que ver en el escándalo.

Justificada o no, la conclusión es que Wall Street se considera una fuerza tóxica en Europa. Los políticos de izquierda han tenido a los bancos de Wall Street en el punto de mira desde hace algún tiempo. Una victoria de Trump presentaría una buena oportunidad para tomar medidas.

Schadenfreude: La fuerza más poderosa en las secretas esperanzas de Europa de una victoria de Trump es la schadenfreude. La mayoría de los europeos nunca creyó las pretensiones de excepcionalismo de Estados Unidos. Y sin embargo, durante décadas, han estado sujetos a las afirmaciones estadounidenses de superioridad moral.

Estados Unidos no solo liberó a Europa del fascismo, sino que también liberó al continente de las garras del comunismo. Para algunos europeos, el presidente Trump demostraría que Estados Unidos no es realmente diferente del Continente: tan disfuncional, tan vulnerable a sus instintos más básicos y tan susceptible a las falsas promesas de un demagogo.

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