Chechenia: Una nueva división en el islam
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Los conflictos políticos en Oriente Medio entre el bando de las potencias sunitas, liderado por Arabia Saudí, y el bando chií rival, liderado por Irán, ya se han convertido en una guerra religiosa. Ahora, una disputa teológica dentro del islam suní está causando otra división política regional – como resultado de una conferencia religiosa en Chechenia.

El checheno Ramzan Kadyrov – que acaba de ser reelegido con un modesto 98% de los votos– es un seguidor de la corriente sufí del islam suní. Esta rama más diversa y mística de la fe musulmana es contraria al Islam puritano promovido por Arabia Saudí y está basada en las enseñanzas del clérigo del siglo XVIII Mohammed Ibn Abdel Wahhab.

Por lo general, Kadyrov, un ex rebelde islamista conocido por su fuerte lealtad al presidente Vladimir Putin y por usar su cuenta de Instagram para solicitar la ayuda de los ciudadanos en la búsqueda de un gato desaparecido, no se considera una autoridad en asuntos islámicos, al menos fuera de Chechenia. Sin embargo, ahora impulsado por la nueva influencia de Rusia en Oriente Medio después de su intervención junto con Irán en Siria el año pasado, se las arregló para invitar a algunas de las personalidades más famosas del mundo musulmán a una conferencia a finales de agosto en la capital chechena de Grozni.

A la conferencia, patrocinada en colaboración con una fundación islámica de los Emiratos Árabes Unidos, asistió el imán de la mezquita de Al-Azhar en El Cairo, asesores del presidente egipcio Abdel Fattah Al Sisi, el influyente clérigo yemení Habib Ali Jifri y el muftí de Siria, entre otros. Su objetivo no era menos ambicioso que determinar quién califica ser un musulmán suní.

A los representantes de las instituciones religiosas de Arabia Saudí, conocidos como "wahabíes" por los críticos, no se les invitó ni tampoco eran miembros de la corriente salafista del islam suní que pretende llevar la religión a sus orígenes "puros" en la época del profeta Mahoma. (Las autoridades chechenas han prohibido el islam salafista y habitualmente encarcelan a los residentes que oran o se visten de forma "incorrecta".)

Como cabía esperar, la resolución de la conferencia en Grozny definió a los musulmanes suníes como seguidores de las cuatro escuelas de jurisprudencia tradicionales y alabó las prácticas sufíes, lo que implica que los wahabíes y salafistas quedan fuera de esta tradición.

Cuando la noticia de la resolución de la conferencia en Grozni (desde entonces rechazada por algunos participantes importantes) se filtró en Oriente Medio, este intento de excomulgar a Arabia Saudí, guardián de los lugares más sagrados del Islam, así como a millones de musulmanes salafistas en otros países provocó una protesta predecible.

Esto es especialmente así debido a que Irán ha utilizado durante mucho tiempo argumentos teológicos similares para deslegitimar a Arabia Saudí, como por ejemplo este mes cuando el ministro de Asuntos Exteriores de Irán, Javad Zarif, escribió un artículo de opinión en el New York Times para describir la crisis en Oriente Medio como una "lucha entre el wahabismo y la corriente principal del Islam". Zarif es uno de los autores del acuerdo nuclear que llevó a una mejora en las relaciones entre Estados Unidos e Irán.

Un gran número de clérigos saudíes y muchísimos ciudadanos sauditas utilizaron las redes sociales para expresar su indignación semanas después del evento de Grozny.

Saleh Alkhatlan, profesor de ciencias políticas de la Universidad Rey Saud en Riad, dijo: "Los saudíes están muy molestos y piensan que el eje ruso-sufí y el eje estadounidense-chií están conspirando contra el reino y están expresando su ira y miedo".

Sin embargo, los saudíes y los salafistas no fueron los únicos consternados por la resolución de Grozni. La Hermandad Musulmana ha expresado su "profundo pesar" y afirmó que la conferencia de Chechenia "encendió el fuego de la discordia entre los musulmanes de todo el mundo".

El telón de fondo de la guerra siria alimentó un poco esa indignación.

Hassan Hassan, un miembro del Tahrir Institute para la Política de Oriente Medio en Washington, explicó:

"No se ve como una disputa de los moderados contra los salafistas. Se ve como los partidarios y aliados de los Emiratos van a Rusia en un momento en el que están bombardeando a los civiles sirios. Se ven como traidores".

De hecho, algunas de las organizaciones yihadistas más sangrientas de Oriente Medio– en particular el Estado Islámico- siguen las versiones extremas de la doctrina salafista y se basan en algunas fatwas de Abdel Wahab. Sin embargo, la adhesión a cierta doctrina teológica no se traduce necesariamente en una predisposición al radicalismo político, al más violento. Los salafistas, sufíes y chiíes han dado lugar a grupos violentos, añadiendo el caos a la región.

La institución religiosa "Wahabí" de Arabia Saudí se centra en la obediencia al rey e invalida cualquier participación en la yihad no proclamada por el gobernante legítimo. La mayoría de los salafistas en otros lugares pertenece a la corriente "más tranquila", que huye del activismo político, no solo de la violencia.

Por otro lado, los sufíes no solo piensan en el crecimiento espiritual. Las guerras santas históricas contra los colonizadores europeos a menudo las iniciaban los líderes sufíes y actualmente los grupos insurgentes sufíes incluyen al ejército Naqshbandi en Irak. El propio padre de Kadyrov, el muftí sufí de Chechenia en ese momento, proclamó formalmente la guerra santa contra las fuerzas rusas en la década de 1990 y dirigió personalmente a una gran unidad de combatientes insurgentes.

Actualmente en Chechenia, el cumplimiento de la ley islámica viene impuesto por el Estado: las mujeres en las instituciones públicas tienen que llevar un pañuelo en la cabeza y la venta de alcohol es ilegal.

Omar Ashou, un profesor de política de Oriente Medio y estudios de seguridad en la Universidad de Exeter, explicó:

"Lo que hace que los sufíes parezcan moderados es que a menudo promueven el statu quo. Pero la idea de que son más moderados que los salafistas es ridícula. Ambas tendencias son retrógradas, antiliberales y hasta cierto punto antidemocráticas".

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