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El mundo actual parece tener menos posibilidades para las naciones startup.

El establecimiento de startup ha dado lugar a muchas historias de éxito. Este tipo de empresas comienzan desde cero y representan las visiones centradas y, a menudo, idiosincráticas de sus fundadores. Las que tienen éxito crecen más rápidamente que sus competidores. Incluso después de llegar a ser más grandes y más burocráticas, estas empresas suelen conservar algo del espíritu creativo de sus orígenes.

Es menos comúnmente reconocido que algunos países, incluyendo muchos de los milagros económicos de la Segunda Guerra Mundial, tenían características de una startup. Por ejemplo, Singapur comenzó como un país independiente en 1965, después de ser prácticamente expulsado de Malasia y de repente tuvo que valerse por sí mismo. El primer líder del país fue Lee Kuan Yew fue quien encarnó muchas características del fundador-director ejecutivo: estableciendo una visión y un espíritu, asumiendo la responsabilidad del personal, influyendo en la fabricación de las primeras líneas de productos y sirviendo como presidente en sus últimos años.

Los Emiratos Árabes Unidos se convirtieron en otra nación startup, al ganar su independencia del Reino Unido en 1971 y llegar a ser uno de los países árabes más estables y prósperos. Este proceso incluyó la acogida de un gran número de inmigrantes, la creación de nuevos centros financieros y la innovación de la estructura política de los siete emiratos semiautónomos.

Israel, Taiwán, Hong Kong, las Islas Caimán, Estonia y Corea del Sur también podrían considerarse naciones startup. La mayoría salió de una guerra, de la evolución o disolución de una relación imperial o colonial anterior o presentó alguna combinación de estos factores. En cada caso, hubo una oportunidad de comenzar de nuevo y tener un líder que impusiese una visión diferente en una nueva unidad política. Del mismo modo que dudamos de que Bill Gates fundase y desarrollase Microsoft dentro de los confines de la antigua IBM, también lo hicimos con el éxito de Estonia que requiere la libertad de la Unión Soviética y Rusia.

El mundo actual parece tener menos posibilidades para las naciones startup. Esto es en parte debido a las relaciones internacionales que son más pacíficas y también a que la mayoría de las relaciones coloniales han retrocedido al pasado más lejano. Ambos son acontecimientos positivos, pero la desventaja correspondiente no siempre se ve: existen menos posibilidades para el surgimiento de lo nuevo.

En América Latina no se han producido recientemente muchas modificaciones de fronteras o guerras importantes y tampoco encontramos muchas naciones startup.

El Caribe es quizás la mejor apuesta, ya que su deterioro económico puede estimular una mayor experimentación. Imagínese Cuba proporcionando libertad económica a una provincia, el éxito de la consolidación nacional en Haití o Trinidad decidiendo construir centros de atención médica o residencias de ancianos.

Alguna versión del Kurdistán, centrada en lo que actualmente es parte de Irak, a veces se ve como un candidato a nación startup, o al menos a una región startup sin plena autonomía política. Posee muchas características, incluyendo una ciudadanía profundamente interesada en el éxito económico, pero las regiones próximas siguen siendo inestables y es difícil garantizar derechos de propiedad seguros para los inversores extranjeros, al menos por ahora.

En la década de 1990, muchas fronteras cambiaron en Europa Oriental y Asia Central y muchos países aún no cuentan con las divisiones territoriales definitivas. Y junto al riesgo de conflicto, en todos los países próximos a Rusia existen también posibilidades de un mayor dinamismo económico.

Imagínese que Kazajstán extiende los experimentos de las zonas económicas especiales que ha creado para atraer la inversión, que Azerbaiyán se convierte en un centro de cooperación con Turquía e Irán, que Rusia pierde parte del Lejano Oriente en favor de China si no utiliza experimentos económicos radicales en esta zona o la colonización económica china de la Ruta de la Seda, creando nuevas regiones semiautónomas.

Y por último, África puede ser el sitio más importante para las futuras naciones startup. Existen muchos países y con frecuencia sus fronteras no se corresponden con los grupos lingüísticos y étnicos. Muchas naciones actuales que se mantienen estables con bajos niveles de ingresos per cápita pueden dar lugar a movimientos de independencia, mientras los ciudadanos cada vez tienen más poder. Además, África es la región con el mayor crecimiento de la población y es probable que vea los cambios más importantes en las próximas décadas. Sería sorprendente si el continente evitará cambios territoriales y fronterizos.

Para parafrasear a John Cleese de los Monty Python, el concepto de nación startup no está muerto, está simplemente reposando. Ya sea en los negocios o en la política, la lógica convincente de la startup simplemente no va a desaparecer.

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