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La historia de cómo el banco central sueco no quería compartir las ganancias con el gobierno y creó su propio premio para la "ciencia económica".

En 1951, los bancos centrales de Estados Unidos restablecieron su autonomía gracias a un acuerdo entre el Departamento del Tesoro y la Reserva Federal, después de casi dos décadas siguiendo las órdenes del Tesoro. Entre 1955 y 1956, el Bundesbank alemán, que había garantizado su autonomía en la nueva constitución del país, resistió con éxito a un asalto político del canciller Konrad Adenauer.

En Estocolmo, el gobernador del Riksbank, Per Asbrink, miraba con nostalgia. El Banco Central sueco estaba directamente controlado por el gobierno electo. Asbrink había sido nombrado por el primer ministro socialdemócrata, Tage Erlander, en 1955 y esperaba seguir sus órdenes.

En julio de 1957, Asbrink trató de declarar de forma unilateral la independencia, elevando un 1% la tasa de descuento. Erlander estaba furioso. No trató de despedir a Åsbrink, porque eso habría causado un gran escándalo, pero dictó un acuerdo que establecía claramente que el gobierno electo era el responsable de las tasas de interés y que el gobernador del banco central "debía expresar sus puntos de vista o amenazar con dimitir, como cualquier otro jefe de departamento en un gobierno".

Así Asbrink se echó atrás, esperó su momento e identificó otra posible fuente de independencia para el Riksbank – los ingresos que el banco recibió por sus bonos del gobierno. El Parlamento sueco empujó al banco a devolver todo el dinero al Tesoro, pero Asbrink alegó que se necesitaba para operaciones bursátiles y créditos, así como para la creación de una fundación de investigación científica. El 300 aniversario del banco se celebró en 1968. El Parlamento todavía tomó la mayor parte del dinero, pero dejó alguno para el banco.

Entonces, mientras el aniversario se acercaba, el gobernador del banco central tuvo una idea aún mejor:

"Asbrink era un hombre inteligente e impulsivo. No le gustaba entregar tanto dinero. ¿Sería posible utilizarlo para el Premio Nobel de Economía?

Esta cita, y toda la historia anterior, pertenece a “The Nobel Factor: The Prize in Economics, Social Democracy, and the Market Turn”, un libro fascinante y único escrito por los historiadores económicos Avner Offer, de la Universidad de Oxford, y Gabriel Söderberg, de la Universidad de Uppsala. Dado que el Nobel de Economía se concede hoy, es sin duda la lectura oportuna.

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Asbrink compartió su idea con un joven asesor económico, Assar Lindbeck, quien estuvo de acuerdo con él en que un premio Nobel de Economía podría funcionar. Entonces Lindbeck lo organizó todo. Se puso en contacto con los economistas de la Real Academia Sueca de las Ciencias, que seleccionó a los ganadores del Nobel en química y física, y les gustó la idea – aunque les llevo un tiempo convencer a los físicos de la academia. A continuación, comenzaron a trabajar con la Fundación Nobel, cuya junta estaba compuesta principalmente por hombres de negocios, a quienes también les gustó la idea – sobre todo cuando el Riksbank propuso entregar no solo el dinero del premio (que es de 8 millones de coronas suecas o 930.000 $ este año), sino también una cuota anual que ascendía a un 65% de eso. El último obstáculo era el mayor descendiente vivo del fundador del premio (y con el tiempo el inventor de la dinamita) Alfred Nobel, quien a regañadientes aceptó, pero insistió en que el premio se llamase "Premio de Economía en memoria de Alfred Nobel". Entonces, Offer y Söderberg escribieron: "Esto demostró una notable claridad mental, ya que el extraño nombre del título ha continuado empañando el premio desde siempre".

Offer y Söderberg no piensan empañarlo aún más. No creen que la economía sea mucho más que una ciencia, pero piensan que es importante. Además, reconocen que el Comité del Nobel de Economía, con el antes mencionado Lindbeck, ha desempeñado un papel esencial durante los primeros 25 años y ha realizado un trabajo encomiable de selección de ganadores, que han influido considerablemente en el ámbito a pesar de que no todos procedían del mismo campo político o metodológico. Sin embargo, argumentan que también ha prestado un sello científico de aprobación a las teorías favorables al mercado y los bancos centrales que fueron realmente respaldadas por pruebas – y estaban en desacuerdo con el consenso político de la década de 1950 y 1960. En otras palabras, fue la venganza de Asbrink.

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El Riksbank finalmente consiguió su independencia en 1999 y la atención de los responsables políticos mundiales cambió de la lucha contra el desempleo a la lucha contra la inflación, con los bancos centrales desempeñando un papel cada vez más destacado. Es posible explicar todo esto sin la intervención del Premio Nobel – la gran inflación de la década de 1970 pareció haber jugado un papel muy grande en el cambio de las prioridades de las personas. No obstante, es interesante contemplar el papel que una lluvia de ideas de un banquero central frustrado puede haber desempeñado en la formación del mundo económico en el que vivimos hoy en día.

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