Los mapas se convirtieron en una excelente herramienta de la geopolítica a principios del siglo XX.
“El pulpo fascista ha entonado el canto del cisne”. Este clásico ejemplo de George Orwell de metáfora mixta me vino a la mente mientras caminaba por “War Map”, una nueva exposición en la Map House de Londres. En esta colección de mapas militares de la primera mitad del siglo 20, emergen bestias monstruosas de ocho tentáculos con tanta frecuencia que no es raro pensar que hayan podido ser siempre un rasgo cartográfico habitual.
Aquí se exhiben mapas de Europa y América que proceden de varios ilustradores ocasionalmente anónimos. Algunos, como los mapas del ilustrador británico Frederick Rose, se imprimían y eran vendidos por separado al público. Algunos fueron publicados en periódicos y revistas, otros exhibidos en lugares públicos junto a posters patrocinados por el gobierno.
En los tiempos previos a la infografía digital, los mapas tenían que ofrecer una enorme cantidad de información: además de explicar dónde se situaba el Imperio Austrohúngaro, un ilustrador tendría probablemente que mostrar sus alianzas, sus fuerzas armadas – y la actitud que supuestamente debían tener los ciudadanos de otro país hacia él. ¡Quién sabe cuántas de las referencias concentradas en estos mapas eran entendidas o siquiera captadas por el lector medio! Más obvio e inquietante es su valor propagandístico. Con lo instructivos y preciosos que son, sus crudas visiones de un mundo exterior acechante – con reminiscencias de las advertencias medievales sobre terra incognita, “aquí llegan los monstruos” – reflejaban y empujaban al patriotismo.
Una década antes de la Primera Guerra Mundial, Gran Bretaña no era antigermana, como sería poco después. Sin embargo, nuestra mirada se dirige hacia el Zar Nicolás II de Rusia, que extiende sus tentáculos alrededor de Polonia, China y Finlandia. John Bull (Gran Bretaña) conserva las colonias como si fuera munición bajo sus pies. Sus piernas sufren los arañazos de los gatos salvajes de la República de Transvaal y del Estado Libre de Orange (la Guerra de Boer que entonces se libraba en Sudáfrica, parecía la preocupación más acuciante del momento), y es regañado por una rebelde irlandesa. España y Turquía se reclinan, ya que estas antiguas potencias están ahora estancadas y débiles. Alemania está apretada y dolorida a punto de estallar, mientras que los austro-húngaros se muestran amenazadores desempuñando sus dagas. La tensión está palpable pero no hay una idea clara de qué formato adoptará la guerra.
En el momento en que estalló la guerra, los británicos tuvieron que reconsiderar sus opiniones sobre enemigos y aliados. Ya despareció el pulpo ruso que fue sustituido por una imagen del Zar Nicolás montando en una apisonadora que se dirige hacia las Potencias Centrales (se pensaba que los militares rusos eran decididos). Un caniche francés y un bulldog británico se enfrentan a un dachshund y a un perro austriaco, representando de este modo la multietnia del Imperio Habsburgo. Y aun así, esta imitación de los “perros de la guerra” de Shakespeare es tremendamente divertida y refleja la visión optimista en los primeros meses de la guerra, cuando se pensaba que esta finalizaría pronto.
Esta litografía de John Henry Amschewitz, pintor británico, fue impresa inicialmente en Londres por una empresa de cartografía, Geographia. “Lo de siempre” es una referencia a la creencia de Winston Churchill de que, a pesar de la guerra, Gran Bretaña mantendría su poder de nación comercial. Poco después de que fuera publicado el mapa, este fue copiado por un editor alemán en Hamburgo. Los textos y las imágenes permanecieron sin cambios, pero a ojos de los alemanes “lo de siempre” significaba algo bastante diferente: que la guerra es la escena británica habitual. En cuanto al águila, es atacada heroicamente o cruelmente rodeada, dependiendo del punto de vista de cada uno.
“¿Qué quedaría de la Entente si se tomara en serio los derechos de autodeterminación y soltara las cadenas?” pregunta este mapa alemán propagandístico de finales de año de la Primera Guerra Mundial. Retrata a los Aliados como hipócritas por oponerse al imperialismo alemán mientras ellos mismos atesoran sus colonias – aquí representadas como animales con cadenas. No es del todo exacto: Texas y Florida son retratados como colonias americanas aunque eran estados independientes.
Esta vista de Berlín a modo de cazabombardero de Rex Whistler, un prominente artista británico, representa a la RAF con putti en gafas de aviador, que visitan Berlín en medio de los “ataques con panfletos de propaganda” el 1 de octubre de 1939. Se evitaba lanzar bombas sobre áreas civiles hasta mayo de 1940, y en su lugar se arrojaban panfletos de propaganda. En la esquina superior izquierda se encuentra Britania; en la esquina inferior derecha, Hitler, Goebbles y Goering agitan el puño mientras Von Ribbentrop se esconde bajo la mesa. Whistler continuó pintando tras unirse al ejército, y se le ve sujetando un cubo de pinceles desde su tanque. Fue asesinado en acción en 1944 a los 39 años.
Ver a Churchill en el papel de pulpo malo choca a los ojos del mundo moderno. Al igual que el mapa de Klimesch de la Primera Guerra Mundial, este inquieta sobre el colonialismo británico, esta vez desde la perspectiva de los franceses. El servicio de propaganda nazi en Vichy, Francia, el Propaganda Abteilung Frankreich, trataba de representar a Gran Bretaña como enemigo real de los franceses. Mientras Churchill se aproxima por el globo terráqueo para arrebatar colonias francesas, sus extremidades son mutiladas por las fuerzas francesas. Se trataba de un inteligente mensaje: un recordatorio de las antiguas rivalidades coloniales.
Mientras avanzaba la Segunda Guerra Mundial y se convertía en una competición de medios materiales, los más sencillos mapas patrióticos de años anteriores comenzaron a dar paso a diagramas más detallados de la logística y las provisiones. Los artistas ayudaban a que la gente de la calle tuviera más información sobre cómo se libraban realmente las guerras. Aquí Blake mezcla la información con la actitud. Mientras ofrece un punto de vista más granular de los medios británicos y los objetivos alemanes, está claro dónde reside el equilibrio de poder: Gran Bretaña está repleta de alimentos, carbón, tanques y energía eléctrica; Europa es un escenario de imparable destrucción y el corazón industrial de Alemania, el Ruhr, es una gran conflagración.
Publicado en Bulgaria justo antes de que la Armada Roja derrocara al gobierno proalemán el 9 de septiembre de 1944, este mapa retrata los peligros del gobierno comunista. El Lord Canciller británico es derribado frente a las Casas del Parlamento, el papa y el cardenal son colgados frente a San Pedro de Roma, una mezquita arde en Turquía mientras la iglesia ortodoxa es saqueada en Rusia. El énfasis sobre la persecución religiosa es un tropo frecuente en la propaganda anticomunista. Es sorprendente que el mapa sobreviviera el periodo del régimen comunista que le siguió.
Este mapa, producido por la marina americana, muestra el esfuerzo que hicieron las fuerzas aliadas para educar a sus tropas. Una combinación de oleadas de buques, submarinos alemanes y aviones en una vasta imagen que intenta contar la historia de toda la guerra hasta este punto. Los avances en la publicación de información son claros: el mapa se proyecta hacia una bola del mundo que refleja la topografía de Europa, las flechas indican claramente la proyección y los objetivos de las fuerzas, y una serie sofisticada de viñetas narra los acontecimientos de forma directa. El mapa fue expuesto en los barracones como forma de divulgar la información a las tropas. Aunque el nivel artístico es alto, se trata de un documento eminentemente práctico, lo que hace que destaque entre los mapas más simbólicos de esta exposición.