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5 de Diciembre de 2016

El crecimiento del dólar podría parecer algo positivo, pero la historia nos recuerda el primer mandato de Ronald Reagan como presidente, durante el cual el dólar subió causando problemas en otros países.

La moneda más importante del mundo está haciendo alarde de su fuerza. En las tres semanas posteriores a la victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos, el dólar registró uno de sus mayores aumentos frente a una canasta de monedas de países desarrollados y ahora se sitúa a un 40% por encima de sus mínimos en 2011.

Sin embargo, también se ha fortalecido en relación con las monedas de los mercados emergentes. El yuan ha caído a su nivel más bajo frente al dólar (FX: JPY / USD) desde 2008. Al parecer, los funcionarios chinos están preocupados por las restricciones más severas a las adquisiciones extranjeras por parte de empresas nacionales para detener la presión a la baja. La India también ha visto cómo su moneda alcanza un mínimo histórico frente al dólar (FX: INR / USD). Otras monedas asiáticas se han desplomado a niveles mínimos no alcanzados desde la crisis financiera de 1997-98.

El dólar ha ido ganando fuerza gradualmente durante años. Pero el impulso hacia este último aumento es un reflejo de la esperanza de cambio en la política económica en Estados Unidos. La mayoría de los inversores ha apostado a que Trump reducirá los impuestos y gastará más fondos públicos en renovar la infraestructura de Estados Unidos. Un gran impulso fiscal llevaría a la Reserva Federal a elevar los tipos de interés a un ritmo más rápido para controlar la inflación. El rendimiento del bono estadounidense a diez años ha subido un 2,3%, desde casi un 1,7% la noche de las elecciones. Los mayores rendimientos siempre son un imán para los flujos de capital.

¿Qué mercado observar, el de bonos o el de valores?

El rápido crecimiento de la mayor economía del mundo puede parecer algo positivo. Un precedente ampliamente citado es el primer mandato de Ronald Reagan como presidente, una época de déficit presupuestario cada vez mayor y altos tipos de interés, durante la cual el dólar subió. Ese episodio causó problemas en el extranjero y esta vez podría ser aún peor. Aunque hoy en día la economía de Estados Unidos constituye una parte más pequeña de la economía mundial, los mercados financieros y crediticios mundiales han crecido y el dólar desempeña un papel más importante. Eso hace que un dólar más fuerte sea más peligroso tanto para Estados Unidos como para el resto del mundo.

Un nuevo orden

La influencia de Estados Unidos como potencia comercial ha experimentado un descenso constante: el número de países para los que es el mayor mercado exportador disminuyó de 44 en 1994 a 32 dos décadas más tarde. Sin embargo, la supremacía del dólar como un medio de intercambio y una reserva de valor sigue siendo indiscutible. Algunos aspectos del poder del dólar son claros de ver. Según estimaciones, en 2014 la zona de facto del dólar, compuesta por Estados Unidos y países cuyas monedas varían en consonancia con el dólar, incluyó aproximadamente el 60% de la población mundial y el 60% de su PIB.

Otros elementos son menos visibles. La cantidad de financiación en dólares que tiene lugar fuera de Estados Unidos ha aumentado en los últimos años. A medida que los mercados emergentes crecen, también lo hace su demanda de dólares.

Desde la crisis financiera, los bajos tipos de interés en Estados Unidos han llevado a los fondos de pensiones a buscar buenos rendimientos en otros lugares. Se han apresurado a comprar bonos denominados en dólares emitidos en lugares insospechados, como Mozambique y Zambia, así como los emitidos por grandes empresas de mercados emergentes. Estos emisores estaban muy contentos de pedir préstamos en dólares a tasas más bajas de las que prevalecieron en el país. El año pasado este tipo de deuda en dólares ascendió a casi 10 billones de dólares, un tercio de los cuales en los mercados emergentes, según el Banco de Pagos Internacionales, un foro para banqueros centrales.

Cuando el dólar sube, también lo hace el costo del pago de los intereses de esas deudas. Pero el daño causado por un dólar más fuerte se extiende mucho más allá de su efecto directo sobre los prestamistas de dólares. Esto se debe a que los préstamos baratos en el extranjero han causado en muchos casos una mayor oferta de crédito local. Las entradas de capital elevan los precios de los activos locales, alentando a nuevos préstamos. No todos los dólares que las empresas de mercados emergentes han pedido prestados se han utilizado para invertir; parte de ese dinero acabó en cuentas bancarias (donde se puede prestar de nuevo) o se financió a otras empresas.

Un fortalecimiento del dólar envía este ciclo en el sentido inverso. A medida que el dólar sube, los prestamistas administran dinero para atender el creciente costo de las deudas. Mientras las entradas de capital se detienen, los precios de los activos caen. El resultado es que las condiciones crediticias en muchos lugares fuera de Estados Unidos están cada vez más estrechamente vinculadas a la suerte del dólar. No es una coincidencia que algunos de los mayores perdedores contra el dólar recientemente han sido monedas de países, como Brasil, Chile y Turquía, con muchas deudas en dólares.

Una amenaza inminente

No obstante, un dólar más fuerte también es peligroso para Estados Unidos. El déficit comercial aumentará a medida que una moneda fuerte hace crecer las exportaciones y caer las importaciones. En la era Reagan, un creciente déficit alimentó el proteccionismo. Esta vez Estados Unidos comienza una nueva administración con un gran déficit y uno que ya ha sido politizado. Recordemos que Trump ha utilizado este tema durante su campaña al afirmar que las normas del comercio internacional son manipuladas a favor de otros países.

Un mayor déficit aumenta las posibilidades de que el presidente electo de Estados Unidos actúe de acuerdo con sus amenazas de imponer elevados aranceles sobre las importaciones de China y México en un intento de equilibrar el comercio. Si Trump sucumbe a sus instintos proteccionistas, las consecuencias serían catastróficas para todos.

Mucho, por supuesto, depende de lo que pasará con el dólar. Muchos inversores son optimistas - el dólar está comenzando a parecer sobrevalorada frente a sus pares. La Reserva Federal incluso podría posponer la subida de las tasas si hay problemas en los mercados emergentes.

Sin embargo, las monedas se suelen desviar de niveles fundamentales durante largos períodos. Tampoco está claro donde los inversores que huyen de la moneda de Estados Unidos podrían correr. El euro y el yuan, los dos pretendientes a la corona del dólar, tienen profundos problemas internos. La Reserva Federal, cuya próxima reunión para la fijación de tasas tiene lugar este mes, podría encontrar más difícil que antes retrasar un endurecimiento.

Si el dólar permanece fuerte, ¿podría desactivarse la presión proteccionista mediante un plan internacional coordinado? Se habla de un nuevo pacto similar al Acuerdo Plaza, un acuerdo de 1985 entre Estados Unidos, Japón, Reino Unido, Francia y Alemania Occidental para bajar el dólar de nuevo, que ahora parece fuera de lugar. Japón y Europa están luchando contra la baja inflación y ninguno está demasiado interesado ​​en una moneda fuerte, ni mucho menos en las políticas monetarias más estrictas que serían necesarias para asegurarlas.

La perspectiva de crecimiento ha llevado a una recuperación de los mercados bursátiles en Estados Unidos, llegando a ser demasiado optimistas. La economía mundial es débil y la fuerza del dólar la debilitará aún más.

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