A los demócratas liberales y a algunos republicanos: supérenlo. Donald J. Trump se convertirá en presidente de Estados Unidos esta semana.
Tan desconcertante como pueda ser la perspectiva, es mejor ir con los ojos bien abiertos, reconocer las realidades y disipar los mitos.
Mitos
1. Trump es impredecible. Le gusta transmitir esta idea, es inconstante y poco convencional. La mayoría de los presidentes electos no atacan a una famosa actriz ni menosprecian a un senador republicano. Sin embargo, casi nada de lo que ha hecho desde el 8 de noviembre es en realidad impredecible, incluyendo sus nombramientos, pronunciamientos políticos y salidas de tono en contra de cualquier persona por la que se sienta despreciado. Sus políticas serán guiadas más por los instintos políticos –que le han sido útiles– y por lo que vende, más que por cualquier principio o ideología. La semana pasada, aceptó que el gobierno negociase los precios de los medicamentos, un sueño liberal largamente acariciado.
2. Será un líder feliz en Twitter, dejando el gobierno a otros. Esta es una idea tonta. No obstante, hay importantes empresarios e incluso inteligentes republicanos de Washington que ilustran el escenario en el que el vicepresidente Michael Pence será el director de operaciones de la administración; el presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, dirigirá la agenda nacional, y el secretario de Estado Rex Tillerson y el secretario de Defensa James Mattis se encargarán de la seguridad nacional.
Trump nunca aceptaría ser una mera figura decorativa. ¿Y qué pasa con Steve Bannon, el editor de Breitbart News, que tiene una enorme influencia?
3. Puede galvanizar el apoyo público, amenazando a los opositores con su mandato electoral. En primer lugar, no obtuvo ningún mandato. Perdió el voto popular por más de dos puntos, o un poco menos de tres millones de personas. La última encuesta, realizada por Gallup, mostró que la mayoría de los ciudadanos no aprueba la transición de Trump. Tomará posesión del cargo con la puntuación más baja de cualquier presidente moderno.
Realidades
1. La transparencia, la verdad y la ética brillarán por su ausencia durante la presidencia de Trump. Esta probablemente será la presidencia menos transparente desde la de Richard Nixon. Trump se salió con la suya durante la campaña – fue el primer presidente en 40 años en negarse a publicar sus declaraciones fiscales. Y continúa usando la dudosa excusa de que está siendo auditado por Hacienda. Pero, ¿cómo sabemos que eso es cierto? Y si lo es, ¿está realmente haciendo frente a 10 años de auditorías? La única forma en la que los ciudadanos deberían conocer la información es a través de los expedientes y demandas de la Ley de Libertad de Información.
Esta podría ser la administración menos ética de Estados Unidos. La negativa del presidente electo de vender sus negocios o invertir sus activos en un fondo de inversiones real conlleva que los conflictos de intereses ensombrecen toda su presidencia. En realidad, se jactó de rechazar un acuerdo de 2 mil millones de dólares con Dubái recientemente. Su yerno, Jared Kushner, un asesor de la Casa Blanca que se enfrenta a sus propias preguntas sobre el conflicto, se reunió ocho días después de las elecciones con un magnate chino con conexiones gubernamentales para hablar de un acuerdo.
Un discípulo de Roy Cohn, Trump, más que cualquier político nacional que he visto, no tiene obligación de mentir y mentir de nuevo. La semana pasada, volvió a negar que alguna vez ridiculizó las discapacidades físicas de un periodista del New York Times. Cualquiera que vea esa grabación de noviembre de 2015 –Trump, agitando sus brazos, burlándose de las discapacidades– y que haya hablado con el periodista puede estar el 100% seguro de que lo hizo. Sin embargo, sigue mintiendo sobre ello. Sobre cuestiones de fondo no hay razón para creer que este hábito profundamente arraigado no persistirá.
2. Odia a la prensa, aunque no es el primer presidente en sentir eso. Sus ataques e insultos personales e incluso el acceso limitado no son grandes preocupaciones, aunque podría intimidar a algunas cadenas de televisión.
Pero Trump es vengativo y con los amplios poderes del Estado que dispone –mucho mayores que en la era de Nixon– ¿tendrá una lista de enemigos de los medios de comunicación a los que tratará de perjudicar? Ya ha lanzado amenazas contra el director ejecutivo de Amazon, Jeff Bezos, por ser propietario del Washington Post.
3. Sin embargo, algunos de sus nombramientos son alentadores. Un ejemplo: Dan Coats será el nuevo director de inteligencia nacional. El conservador de Indiana es un hombre con conciencia que dimitiría en lugar de sancionar las actividades ilícitas contra los enemigos de Trump.
Las revelaciones de estos últimos días sobre investigaciones serias sobre las relaciones de Trump con Rusia podrían dominar, ensombreciendo los comienzos de su presidencia. Va a ser un camino fascinante.