Bloomberg: La Unión Europea a veces no consigue ocultar sus divisiones. Pero eso no es nada comparado con el abismo que se va a abrir en sus relaciones con Estados Unidos.
Mientras que el presidente estadounidense Donald Trump pronostica el desmembramiento de la UE, sembrando división entre los estados miembros y elogiando la decisión del Reino Unido de abandonar el bloque, los líderes de la UE se disponen a reunirse en su primera cumbre desde que Trump sembrara el caos tras su llegada a la Casa Blanca. La superpotencia, que hasta ahora había comprado sus productos, financiado su seguridad y ratificado sus valores, se ha convertido de la noche a la mañana en un socio incierto.
Shada Islam, directora de geopolítica del grupo de reflexión Amigos de Europa en Bruselas, dijo:
"Ya no hay dónde esconderse. La cumbre de La Valletta debería ser una oportunidad para que los 28 líderes de la UE analicen cómo va a desenvolverse Europa durante la era Trump".
A modo de respuesta, el presidente de la UE, Donald Tusk, ha pedido una muestra de unidad sin precedentes. En una carta enviada esta semana a los líderes del bloque, Tusk hace referencia a Trump, a Rusia, a una China asertiva y al Islam radical como amenazas para el futuro de la UE. Tusk escribió:
"Los desafíos a los que está haciendo frente la UE son más peligrosos que nunca. En un mundo cargado de tensión y confrontación, lo que necesitamos es valor, determinación y solidaridad política. Sin ello no sobreviviremos".
Inmigración
La cumbre de un día que se celebrará en Valletta, Malta, ofrece a los líderes de la UE una gran oportunidad para defender esos valores.
Mucho antes de que Trump provocara protestas por todo el mundo debido a su prohibición a la entrada de inmigrantes en EE. UU., la reunión de Malta había sido convocada para tratar el tema de la política europea frente a los refugiados. Es posible que la decisión de Trump no dé lugar a ningún cambio inmediato en el enfoque europeo, pero sí es un aliciente para que los líderes europeos se esfuercen en llegar a un acuerdo.
Frente a la mayor afluencia de inmigrantes desde la Segunda Guerra Mundial, los líderes europeos llevan dos años intentando sin éxito encontrar una respuesta común. Mientras tanto, la cohesión social del bloque se ha visto muy afectada debido a los partidos nacionalistas, que se han beneficiado de la situación.
Varios gobiernos llegaron incluso a reintroducir controles en las fronteras con otros miembros de la UE, algunos se han negado a participar en la reubicación de refugiados, mientras que otros se han mostrado escépticos sobre el acuerdo con Turquía en virtud del cual la UE paga literalmente a Ankara para que este frene el flujo de inmigrantes.
George W. Bush
Lo más probable es que la UE se reafirme en sus valores europeos frente a la política migratoria de Trump después de la cumbre, según han anunciado los funcionarios del bloque. Aunque la UE adopte una postura más estricta frente a la inmigración ilegal, es bastante probable que las autoridades intenten conseguir más ayuda para los países de los que huyen los refugiados así como que se aumenten los esfuerzos para evitar el tráfico ilegal de personas.
No sería la primera vez que la presión de un amenazante presidente estadounidense obliga a los líderes de la UE a olvidar sus diferencias. La invasión de George W. Bush a Irak en 2003 dio lugar a una cooperación más cercana entre Alemania y Francia.
Ahora, al igual que sucedió entonces, Gran Bretaña, con la primera ministra Theresa May repitiendo el papel de Tony Blair como enviado mundial en Washington, está intentando poner freno a las polémicas medidas de la nueva administración estadounidense. La prohibición a la entrada de inmigrantes pilló a May en Washington, tan solo unas horas después de su visita a la Casa Blanca. Esto ha provocado que la primera ministra británica quiera alcanzar una fuerte asociación en materia de migración con la UE, incluso tras el Brexit.
Sin embargo, ninguna de estas muestras de unidad servirá demasiado para limar las diferencias más importantes entre los miembros de la UE.
Turquía
Detener el flujo de llegada de inmigrantes es más fácil que decidir qué hacer con los que ya han entrado. Alemania ha planteado un plan para distribuir a los refugiados por toda la UE bajo un sistema de cuotas, sin embargo, Hungría ya ha mostrado su oposición.
El flujo de refugiados a Europa ha disminuido significativamente desde su nivel más alto registrado durante la segunda mitad de 2015, cuando el número de inmigrantes que cruzaba Grecia ascendía a hasta 10.000 al día. No obstante, esa disminución depende en gran medida del acuerdo con Turquía, que cada día parece más frágil.
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, ha amenazado en repetidas ocasiones con abrir las fronteras de Turquía, argumentando que la UE no está cumpliendo su parte del trato. Si Grecia y Alemania no extraditan a los militares turcos fugitivos involucrados en el intento fallido de golpe de Estado de julio, el acuerdo podría romperse, dijo ayer en una entrevista Ilnur Cevik, ayudante de Erdogan.
Las tácticas de Trump
Los gobiernos de la UE tampoco se ponen de acuerdo sobre las sanciones económicas contra Rusia. El presidente ruso Vladimir Putin ha hecho buenas ofertas en materia de energía a algunos de los miembros del bloque mientras que sus aviones de combate siguen atravesando el espacio aéreo de los países bálticos.
Trump parece seguir una estrategia parecida, aprovechando el resentimiento en el sur de Europa por la política económica del bloque dominada por Alemania y prometiendo al Reino Unido un acuerdo comercial favorable con la esperanza de que otros países sigan su ejemplo y abandonen el bloque.
Manfred Weber, líder de los demócratas cristianos en el Parlamento Europeo y aliado de la canciller alemana Angela Merkel, dijo en un comunicado:
"Donald Trump quiere que Europa esté dividida y débil", "En Valletta, los líderes de la UE deben demostrar al mundo que Europa va a defender sus valores".