El famoso empresario ha decidido que su próximo gran proyecto sea la construcción de túneles. ¿Es verdaderamente consciente de lo difícil que puede llegar a ser?
Elon Musk quiere construir túneles. Sin ellos, dice, "todos sufriremos el infierno del tráfico para siempre". Se trata de una idea bastante acertada si tenemos en cuenta que Trump planea invertir 1 billón de dólares en proyectos de infraestructura. Solo esperamos que sepa lo que está haciendo.
Musk ya ha empezado a excavar cerca de las oficinas de Space Exploration Technologies Corp. en Los Ángeles – a priori no parece la mejor decisión en un momento en que otras empresas están poniendo todos sus esfuerzos en el cielo y no en la tierra. Amazon (NASDAQ: AMZN) está trabajando en la entrega de productos con drones, Uber Technologies Inc. ha prometido un aerodeslizador eléctrico, y Airbus Group SE ha hecho públicos sus planes para crear automóviles personales autónomos. Nadie quiere el transporte bajo tierra. Ahí es donde viven las lombrices y las ratas.
No cabe duda de que nuestra infraestructura de transporte urbano necesita renovarse, pero los túneles no resultan demasiado atractivos para los usuarios. Nos traen los terribles recuerdos del Big Dig de Boston, un megaproyecto subterráneo desastroso en el que hubo hasta fugas de agua de mar y un panel de 26 toneladas que se soltó del techo para acabar encima de un coche. Su construcción se retrasó más de 8 años con un sobrecoste de miles de millones de dólares. En estos momentos Seattle está llevando a cabo su propio proyecto de túneles subterráneos, y parece que los retrasos van a ser similares.
La construcción de túneles es uno de los desafíos más complejos de la ingeniería geotécnica. Los responsables del proyecto deben tener en cuenta los diferentes tipos de suelos y rocas, las líneas de falla, las zonas de cizallamiento y otros peligros.
Sin embargo, aunque todo esté planeado a la perfección, siempre es posible encontrarse con unos obstáculos inesperados que pueden disparar los costes.
Los trabajadores del túnel de Boston se encontraron con instalaciones de servicios públicos que no aparecían en ningún sitio, con restos de antiguos naufragios, vertederos de la época colonial y hasta restos de glaciares.
La máquina de perforación del túnel de Seattle estuvo sin funcionar durante 2 años después de atravesar una tubería de acero y de nuevo tras provocar un enorme socavón.
Sin embargo, la construcción de túneles no tiene por qué ser un desastre. Los avances en la tecnología de las imágenes geofísicas permiten analizar mejor la geología subsuperficial.
Además, Musk ha demostrado con SpaceX que respetar los costes de un proyecto o incluso reducirlos no es imposible. SpaceX consiguió reducir los costes de lanzamiento reutilizando la primera etapa de su cohete Falcon 9 y motivando a sus ingenieros a construir esos cohetes reutilizables.
Si hay algo en lo que Musk destaca es vendiendo visiones grandiosas que atraen inversores y empleados que nunca se habrían planteado trabajar en ese sector. La fabricación de automóviles es aburrida, pero Tesla (NASDAQ: TSLA) ha conseguido llevar la energía sostenible a las masas. Para los que no crecieron durante la Carrera Espacial, los lanzamientos de satélites son aburridos, ¡pero SpaceX va a colonizar Marte!
No está claro cómo va Musk a convencer a la gente de que la construcción de un túnel es emocionante. Dicho esto, es verdad que hubo un momento en el que cavar túneles estaba de moda. Durante la Carrera Espacial varias empresas también compitieron por excavar el agujero más profundo sobre la superficie terrestre.
América contaba con el Proyecto Mohole mientras que la Unión Soviética cavó el Kola Superdeep Borehole. Los estadounidenses perdieron esa carrera, pero los proyectos permitieron realizar grandes avances en la perforación petrolífera en alta mar, así como reunir nuevos datos para medir el cambio climático. Si eso no es lo suficientemente visionario, tal vez Musk pueda anunciar un viaje al centro de la tierra.
El tráfico seguirá siendo un importante problema en las principales áreas metropolitanas mientras los ciudadanos insistan en viajar en sus coches personales. Los túneles no son tan divertidos como los coches voladores, pero podrían ser una buena solución a este problema. Si las cosas van bien, tal vez el siguiente paso sea un túnel transatlántico entre EE. UU. y Londres.