¿Qué problemas esconde el gran edificio de cristal por qué supone un peligro para el medio ambiente y la ciudad?
El edificio de Apple en Cupertino tiene definitivamente las mejores manillas. ¡Impresionantes! Son, tal y como describe Steven Levy, carriles de aluminio con fresado de precisión sujetos a puertas de cristal – que se deslizan y giran a la vez – donde no se ven los tornillos.
Todo en este edificio es sublime. El cristal con forma toroidal del techo se curva basado en cálculos científicos, para proteger de la lluvia. Y si resulta que no llueve nunca (esto es California), un arborista ha seleccionado miles de novedosos árboles tolerantes a las sequías, para esta área de 175 acres de superficie. No todos los empleados de Apple podrán trabajar en el nuevo edificio - ¡no por Dios! – pero habrá 12.000. Es verdad que solo hay 9.000 plazas de aparcamiento pero se supone que eso hace que la gente coja un transporte de Apple para su desplazamiento al trabajo. Y cuando lleguen no querrán irse nunca. El gimnasio tiene un rocódromo de roca envejecida. Los bordes de hormigón de las paredes de los aparcamientos son redondeados. Los sistemas contra incendios proceden de yates. Los artesanos recogían la madera de los paneles justo el año que Steve Jobs, en sus últimos días, pedía – mitad del invierno – para que el contenido en savia no fuera demasiado alto y no se estropeara. ¡Hombre, no pensaría que iba a haber paneles de madera mediocres! Esto no es como Microsoft.
Ya lo llamemos el Anillo (por JRR Tolkien), la Estrella de la Muerte (por George Lucas), o la Spaceship (por Buckminster Fuller), algo brilla en Cupertino y nadie puede cuestionar la elegancia de este diseño arquitectónico. Un edificio de 5.000 millones de dólares y 0,26 millones de metros cuadrados del genio formado por Steve Jobs, Jonathan Ive y Norman Foster.
Pero… hay algo más. No se puede entender un edificio sin ver lo que hay a su alrededor – su espacio, como dicen los arquitectos. Desde esta perspectiva, la nueva sede de Apple es retrógrada, un edificio con un aspecto literalmente introspectivo que desprecia la ciudad donde vive y en general, todas las ciudades. La gente tiene razón cuando reconoce que Apple define la perspectiva y el sentido futurista; sus ordenadores y teléfonos son como de ciencia ficción. Pero al construir una mega-sede justo a partir de mediados del siglo pasado, Apple ha exacerbado los ya serios problemas endémicos de las áreas periféricas del siglo XXI como Cupertino – transporte, vivienda y economía. Apple Park es un anacronismo envuelto en cristal plantado en medio de un barrio.
La arquitectura
Apple Park no es la primera sede lujosa periférica de la empresa. De hecho, esa solía ser la norma. Retrocedamos a los años 50 y 60 y, por ejemplo, a la sede de Connecticut General Life Insurance en Hartford, o a la de John Deere en Moline, en Illinois. Al salir de los rascacielos del centro de la ciudad y construir en las áreas periféricas, las empresas reflejaban las ideas de los años 50 sobre las ciudades – eran sucias, bulliciosas y desagradables en varios aspectos. Pero estas periferias serán sin embargo pizarras blancas arquitectónicas exclusivas y pretenciosas.
Y si Apple deja en algún momento el negocio, ¿qué ocurriría con este edificio? Lo mismo que le ocurrió al de Union Carbide. Por eso ya nadie construye este tipo de edificios. Las construcciones de éxito se entremezclan con los alrededores – y a decir verdad, Apple no está en una Arcadia periférica. Se ubica en una ciudad viva real, en medio de la calle, con viviendas y comercios, cerca de dos accesos a la autovía.
Mozingo afirma:
“Esto es lo que son estos elefantes blancos. Nadie sabe qué demonios hacer con ellos. Son edificios emblemáticos y lujosos, y ¿qué más da? Aquí tenemos un edificio de oficinas de 5.000 millones de dólares de increíble idiosincrasia, imposible de ser destinado a nada más. Nadie se va a ir al viejo edificio de Steve Jobs”.
El paisaje
Pero este es un problema de Apple de cara al futuro. Su verdadero problema hoy en día es cómo encaja el campus en Cupertino y en el bullicioso, congestionado y caro Silicon Valley.
Entre 2010 y 2015 el Área de la Bahía de San Francisco creó 640.000 puestos de trabajo, y más de un tercio de ese crecimiento tuvo lugar en el sector tecnológico. Pero la región no ofreció el correspondiente aumento en vivienda; con la excepción del pico que tuvo lugar durante el boom de los años que precedieron a la recesión de 2008, el número de viviendas nuevas construidas en la ciudad de San Francisco ha sufrido una tendencia firme hacia la baja, y lo mismo ha ocurrido con el resto de ciudades del Área de la Bahía. Esto es lo que ocurre cuando la oferta no satisface la demanda: Que el precio medio de una vivienda en el Área de la Bahía ha ascendido a 800.000 dólares y es incluso mayor en Silicon Valley.
Esto está empezando a cambiar. San Francisco tiene 62.000 viviendas en proyecto y San José añade cada año miles también. (A decir verdad, estas cifras todavía quedan muy por debajo de las de lugares como Houston y Atlanta). Pero ¿y las ciudades situadas a lo largo de la 101 y la 208, las viviendas de compañías como Apple, Google y Facebook? Nada. Cupertino, Mountain View, Palo Alto, tienen todas miles de trabajadores en el negocio tecnológico y añaden cada vez más continuamente, pero estas ciudades son reacias a construir nuevas viviendas o apartamentos.
¿Cómo afecta esto a Apple? Aarti Shrivastava, gestora ayudante de la ciudad de Cupertino, afirma:
"Es obvio que Apple es de vital importancia para la ciudad, y cuando aparecieron con este proyecto, entendimos que no iba a suponer ningún tipo de progreso. Tenía ciertas necesidades”.
En particular una creciente sensibilidad hacia la seguridad, que suponía restringir el acceso del público – e incluso cerrar una carretera principal.
En los primeros días de este proyecto, los informes sugieren que Apple no estaba dispuesta a participar en “los beneficios de la comunidad”, financieros o de otro tipo, y el ayuntamiento de Cupertino no parecía estar dispuesto a ayudar a uno de los más grandes empleadores y contribuyentes. El alcalde del momento tuvo la intención de plantear una subida de impuestos a la compañía, una medida ante la cual el ayuntamiento no prestó su apoyo.
Sin embargo, con el tiempo, Apple se comprometió a contribuir económicamente al tráfico y al aparcamiento. Shrivastava dice:
“Tuvimos que traerlos a nuestro mundo. No se dedican al diseño ni a la planificación urbanística. Teníamos que hablar”.
En su encarnación de HP, la sede tenía alrededor de 5.000 trabajadores; el nuevo complejo de Apple tendrá más del doble. Solo el 10 por ciento vive en Cupertino, pero de acuerdo con el Informe de Impacto Medioambiental enviado por un portavoz de Apple, esto todavía significa que la demanda de vivienda en Cupertino aumentará en un 284 por ciento. Apple contribuye con una “Housing Mitigation Fee” (Tasa para la mitigación medioambiental en la construcción de viviendas) en la ciudad. Se basa en los metros cuadrados totales, pero finalmente resulta que Apple solo añade unos 72.000 m2 de construcción sobre lo que había anteriormente en ese espacio. De manera que la compañía accedió a duplicar la tasa habitual. Pero puesto que la ciudad había reducido a la mitad dicha tasa, Apple simplemente la paga… entera, la cual asciende a cerca de 5 millones de dólares.
Podemos echar cuentas: Un diez por ciento de trabajadores en Cupertino significa que el 90 por ciento de la gente de la Spaceship debe desplazarse. La mayoría vive en San José (a 16 km) y en San Francisco (a 72 km). La falta de una red de transporte regional de cohesión en el Área de la Bahía hace que predominen los vehículos particulares, razón por la cual Google y otras tecnológicas hicieron un despliegue de sus propios autobuses en los últimos años. (En 2014 los ciudadanos de San Francisco, molestos por el aburguesamiento, se opusieron a los autobuses de Google).
El transporte de Apple abarca toda la península hacia el Área de la Bahía y tiene el compromiso de aumentar el número de servicios de transporte al público hasta su sede de trabajo en un 34 por ciento. Según EIR, solo un 1,5 por ciento de los desplazamientos a las instalaciones que ya existen de Apple se hacen en transporte público; según ese cálculo, la compañía afirma que el sistema de autobús público es lo suficientemente robusto. Esa lógica es tan circular como el edificio; si no se construye, no vendrán.
Desde luego Apple no trabajaba solo en eso con Cupertino. Puesto que parte del nuevo campus incluía lo que iba a ser espacio público, Apple pagó 8,2 millones de dólares para que Cupertino pudiera construir un parque en otro lugar. Así la compañía se comprometió a ayudar en la gestión de la principal preocupación de la comunidad: el tráfico. Cupertino ya tenía grandes planes relacionados con la peatonalidad y el transporte en bici; Apple contribuye económicamente a muchos de esos esfuerzos alrededor del campus. Soltó hasta 250.000 dólares para un estudio de viabilidad destinado a la mejora de una de las intersecciones cercanas, y un millón adicional para otro.
Puesto que reconoce que no tenía suficiente aparcamiento para todo el mundo en la sede, lo que suponía que la gente tuviera que aparcar en los barrios cercanos, Apple paga 250.000 dólares a Santa Clara y 500.000 dólares a Sunnyvale para reestructurar sus aparcamientos. Shrivastava dice:
“Tuvimos que trabajar mucho con las dos ciudades para averiguar la cantidad correcta, y Apple estaba abierta en este sentido”.
Ah, y dos cosas muy importantes: Apple es una de las mayores fuentes de ingresos fiscales de Cupertino, pero la ciudad normalmente le perdonaba el impuesto sobre ventas entre empresas de Apple. Ahora la ciudad se lleva el 65 por ciento de esto. La compañía también construyó, a un coste de 5 millones de dólares, un sistema para obtener agua reciclada de Sunnyvale destinada al riego del nuevo paisaje. No es un beneficio directo para la comunidad pero las promociones de otras dos zonas, los Hamptons y el antiguo Vallco Mall, también se beneficiarán cuando sean construidas.
El futuro
De manera que ¿qué iba a construir Apple? ¿Algo más alto con una estructura alrededor para uso diverso? Cupertino no lo habría permitido nunca. Pero dejando a un lado el tema de la forma, siendo los mejores y más inteligentes arquitectos del mundo, podrían haber intentado algo diferente. Sin embargo construyeron un edificio en forma de ombligo y se pusieron a contemplarlo.
Steven Levy escribió que esta sede fue el último gran proyecto de Steve Jobs, una expresión de su visión del dominio. Puede parecer un círculo pero es realmente una pirámide – un monumento que se identifica más con un pasado desaparecido que con un futuro complejo.