3 preguntas a las que deben responder los reguladores del mercado de las criptomonedas
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¿Cómo pueden las autoridades regular el sector de las criptomonedas sin interferir en su progreso?

El viaje salvaje parece haberse calmado. A finales del año pasado, los especuladores hicieron subir los precios de las criptomonedas. El valor del bitcoin, la más conocida de todas, se ha reducido a la mitad desde entonces. Sin embargo, el interés en torno a las monedas digitales sigue siendo muy alto. El bitcoin todavía vale siete veces más que hace un año. Según CoinDesk, durante el primer trimestre de este año se han recaudado 6.300 millones de dólares a través de ICOs, más que en todo el año 2017. El mes pasado, la página web Student Loan Report (Informe de Préstamos Estudiantiles) descubrió que uno de cada cinco estudiantes estadounidenses a los que encuestó había usado parte de su préstamo para unirse a la fiebre de las criptomonedas.

No es de extrañar que los reguladores quieran ejercer un mayor control sobre este mundo. La posibilidad de recaudar grandes cantidades de dinero a través de ICOs ha atraído tanto a estafadores como a empresarios. El jefe de la Europol, la agencia de policía europea, ha estimado que entre el 3 y el 4% de las ganancias ilegales de la región son blanqueadas a través de las criptomonedas.

Muchos participantes de la industria creen que la regulación ayudaría a legitimar las criptomonedas. Sin embargo, los entusiastas de las monedas digitales también tienen razón al temer que una regulación demasiado estricta, como ha sucedido en China con la prohibición de los intercambios de criptomonedas y las ICOs, podría frenar el avance de esta prometedora tecnología. Para lograr el equilibrio adecuado, los reguladores deben encontrar respuestas sensatas a tres preguntas:

  1. ¿Qué son los criptoactivos?
  2. ¿Cómo deben gestionarse los riesgos cotidianos?
  3. ¿Y qué amenaza suponen para la estabilidad financiera?

Actualmente la gente no se pone de acuerdo sobre lo que es un criptoactivo. Incluso dentro de los países, las autoridades no están de acuerdo en cómo clasificarlos. ¿Son una mercancía, una moneda, un valor o una clase de activo diferente?

En Estados Unidos, la SEC ha insinuado que considerará como valores a la mayoría de tokens emitidos a través de ICOs. Eso significaría que los organizadores de este tipo de procesos se verán obligados a proporcionar una gran cantidad de información a las autoridades.

Sin embargo, es mejor seguir el ejemplo del regulador suizo, la FINMA, que en febrero dijo que basaría su clasificación en su uso real, es decir, en si los tokens son utilizados para pagos; como un utility token que brinda a su titular acceso a un servicio específico; o como una inversión. Esto también significa que la clasificación de un token podría cambiar con el tiempo.

Este tipo de decisiones tienen como objetivo hacer frente a los riesgos cotidianos relacionados con las criptomonedas, desde el blanqueo de dinero hasta la protección del consumidor. Los delincuentes fueron los primeros en adoptar las monedas digitales. La regulación podría ayudar a ahuyentarlos extendiendo las normas existentes contra el lavado de dinero al mundo de las criptomonedas.

Los objetivos más claros son los intercambios en los que los usuarios cambian dinero fiat por criptomonedas y viceversa. Los reguladores deberían exigir que estas plataformas apliquen unas normas similares a las de los bancos. Estas incluyen exigir la identificación de todos los clientes y mantener un registro de las transacciones inusuales. Varios países, entre ellos Australia y Corea del Sur, ya lo hacen; a principios de este mes la UE aprobó una directiva que obliga a hacer lo mismo. Es necesario un enfoque armonizado para evitar los flujos ilícitos de dinero al mundo de las monedas digitales.

En cuanto a la protección de la que deberían gozar los consumidores cuando invierten en criptoactivos, algunos abogan por restringir el mercado a los inversores acreditados, debido a que estos son capaces de juzgar mejor los riesgos que los clientes ordinarios y, sin duda, están más protegidos ante cualquier pérdida.

Sin embargo, no resulta fácil poner obstáculos a cómo la gente decide arriesgar su propio dinero. Las autoridades de muchos países han emitido advertencias explícitas sobre los riesgos asociados a la inversión de criptomonedas, y varias de ellas están adoptando drásticas medidas contra la publicidad de las ICOs. Eso, junto con las normas existentes para castigar el fraude, es suficiente.

La tercera pregunta ya tiene una fácil respuesta. Los criptoactivos todavía no suponen un riesgo para la estabilidad financiera mundial; acumulativamente, valen menos del 3% de los balances combinados de los bancos centrales de Estados Unidos, Gran Bretaña, Alemania y Japón. Pero los salvajes cambios del bitcoin son una advertencia de que las cosas pueden cambiar rápidamente. Los reguladores deben estar atentos a los factores que podrían aumentar el riesgo sistémico, como la cantidad de préstamos hechos por los inversores en criptomonedas.

Un nuevo Salvaje Oeste

La regulación de los criptoactivos no es una tarea fácil. El exceso de burocracia puede acabar frenando la innovación. Algunos piensan, por ejemplo, que las ICOs podrían dar lugar a una nueva forma de “criptocooperativa” en la que los tokens digitales proporcionen a los fundadores, empleados y usuarios un interés compartido en su éxito. Al mismo tiempo, un mercado en el que los estafadores y los delincuentes deambulan libremente impide la llegada de inversores honestos.

El hecho de que todo esto sea un terreno tecnológico nuevo aumenta la presión sobre los reguladores para que muestren una flexibilidad inusual. Mientras el mundo de las criptomonedas mantenga la imagen del Salvaje Oeste, los reguladores se verán obligados a mostrarse estrictos.

Preparado por José Rodríguez

Fuente: The Economist

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