El farol de la Unión Europea
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¿Son las políticas económicas de Grecia y el Reino Unido similares a las opciones de comercio?

¿Dejará Grecia de pagar sus deudas y abandonará el euro? ¿Decidirá el Reino Unido salir de la Unión Europea? Los políticos de los dos países han amenazado, de forma implícita o explícita, con tomar medidas drásticas si sus homólogos europeos no les ofrecen los incentivos suficientes para que se queden.

Muchos consideran que esto es simplemente un engaño, ya que piensan que Grecia no quiere abandonar el euro y que el primer ministro británico, David Cameron, no quiere que su país salga de la UE. Si la situación se volviera muy difícil, Grecia llegaría a un acuerdo y Cameron intentaría convencer al electorado británico de votar a favor de quedarse en la UE en el referéndum que tiene previsto convocar. No obstante, es posible que ninguna de estas dos posibilidades se lleve a cabo como se ha previsto y en los dos casos los líderes políticos estarían apostando por unas propuestas bastante arriesgadas.

La situación se puede comparar en finanzas con la venta de una opción. En los mercados financieros, una opción representa el derecho de comprar (opción de compra) o de vender (opción de venta) un valor a un precio determinado, como por ejemplo, acciones de Apple a 130 dólares. Al conceder al comprador de la opción la posibilidad de ejercer este derecho, el vendedor recibe un pago llamado prima, al igual que una aseguradora recibe una prima por protección contra robo o incendio de una propiedad. No obstante, si las acciones de Apple suben por encima de los 130 dólares, el comprador de una opción de compra probablemente ejerza su derecho, mientras que si cae por debajo de ese precio, el tenedor de una opción de venta probablemente la venda.

Los líderes políticos de Grecia y Gran Bretaña han en efecto emitido una opción sobre su posible salida. La prima que reciben es la popularidad política por oponerse a las demandas de los acreedores internacionales en el caso de Grecia y, en el caso de Cameron, por reafirmar la soberanía británica.

En los mercados financieros, la venta de opciones es una estrategia muy arriesgada, a no ser que la posición esté debidamente cubierta. Una gran cantidad de pequeños beneficios pueden obtenerse de la opción (prima), pero todas las ganancias pueden desaparecer si la opción se ejerce en un momento inadecuado. Por supuesto, el comprador de una opción probablemente la ejerza cuando suponga mayor coste para el vendedor.

Para los líderes políticos de Grecia y Gran Bretaña la dificultad reside en el hecho de que no son ellos los que deciden si se ejerce esta opción. Los otros miembros de la eurozona y de la UE pueden decidir seguir adelante con la mentira de estos dos países. En Gran Bretaña, el electorado tiene el derecho a ejercer la opción de salir de la UE, aunque puede que aprovechen esta oportunidad para protestar en general contra las políticas gubernamentales en vez de votar sobre las ventajas que la UE supone para su país.

Esto nos lleva a realizar algunos cálculos de mayor complejidad. Al contrario que las opciones de Apple, el precio de una posible Grexit o Brexit en cualquier momento es muy incierto y los líderes políticos no saben con seguridad los costes y beneficios que la salida podría implicar. Por lo tanto, en este caso se trataría más bien de una opción sobre una de las obligaciones de mayor complejidad que proliferaron antes de 2007, como por ejemplo las obligaciones de deuda garantizada sobre hipotecas subprime. La incertidumbre de la situación hace que sea menos probable que Europa ejerza la opción y arriesgue la salida de Gran Bretaña y Grecia.

Si esto puede resultar una ventaja para estos dos países, también tendrán que hacer frente como contrapartida a una situación difícil. Cuanto más intransigentes sean estas exigencias, más gustarán al electorado, es decir, mayor será la prima de la opción. Sin embargo, esta intransigencia puede hacer que sea más difícil que el derecho sobre esta opción se ejerza. Los líderes europeos pueden pensar que realizar demasiadas concesiones a Grecia o el Reino Unido alentará a otros países a exigir concesiones similares, lo que podría acabar con el proyecto europeo. En el Reino Unido, puede existir una gran brecha entre las expectativas generadas durante el proceso de negociación y las reformas que pueden surgir. Esto puede crear la impresión de que el gobierno ha fracasado y que el electorado se sienta más propenso a votar a favor de la salida.

Esta discrepancia entre las esperanzadoras promesas políticas y la mundanal realidad de los resultados políticos constituye la base del reciente descontento del electorado. Las promesas pueden resultar a corto plazo en un éxito electoral pero a costa de una creciente desilusión a largo plazo. Los factores que influyen de forma más significativa en el crecimiento a corto plazo (el precio del petróleo, la política de la Reserva Federal y el éxito de China en la gestión del crecimiento económico) escapan al control de los políticos europeos. Los líderes nacionales están en efecto mintiendo cuando dicen que sus propias políticas pueden marcar la diferencia.

El fracaso de Europa a la hora de generar crecimiento económico o salarial en la última década conlleva que el electorado no solo se esté poniendo en contra de los partidos que gobiernan, sino que también pierdan la fe en los principales partidos de la oposición. El efecto se puede observar en todos los países, desde el auge de Marine Le Pen en Francia hasta la aparición de nuevos partidos como el Movimiento 5 Estrellas en Italia o Podemos en España. Los años de logros a corto plazo de los principales partidos han resultado en pérdidas a largo plazo.

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