¿Vale la pena hacer concesiones por las deudas? The Economist dijo por qué la reducción de la deuda es beneficioso solo bajo determinadas circunstancias.
La reducción de la deuda pública impulsa el crecimiento, pero solo cuando viene con condicionesDesde la crisis financiera todo tipo de deudores soberanos han buscado una reducción. Ucrania quiere concesiones de los acreedores públicos; Grecia, que ya las ha obtenido, quiere también el perdón de otros gobiernos. No solo apelan a la compasión de los acreedores, sino a la eficiencia económica: disminuir su carga contribuirá a un bien mayor, sugieren, en la medida en que impulsará el crecimiento. Ese fue también uno de los argumentos presentado por los abogados de los 39 «países más pobres y altamente endeudados» (HIPCs, las siglas en inglés) del mundo, que garantizaba una promesa de reducción sustancial de la deuda hace una década, en una cumbre de países ricos en Gleneagles, un resort escocés. La deuda pública externa de los HIPCs pasó del 100% del PIB en 2005 al 40% en 2012 gracias a la significativa cancelación de la deuda. Pero nuevas investigaciones sugieren que la relación entre la reducción de la deuda y el crecimiento económico no es tan simple como sus defensores pretenden.
Alentados por un círculo de estrellas del pop, organismos multilaterales como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial acordaron en Gleneagles la Iniciativa Multilateral para la Reducción de la Deuda (MDRI, en inglés). Se creó sobre una ronda anterior de reducción de deuda acordada en 1996, por iniciativa de los HIPCs, que tenía como objetivo reducir la deuda de los HIPCs a niveles «sustentables». La iniciativa de los HIPCs implicaba perdonar deudas de unos 75 mil millones de dólares; la MDRI alrededor de 40 mil millones de dólares.
La teoría económica sugiere que la reducción de la deuda puede ser buena o mala para el crecimiento, dependiendo de las circunstancias. Los optimistas argumentan que una carga menor libera recursos que se pueden utilizar para inversión productiva. En 2005, la República Democrática del Congo – según algunas valoraciones, el país más pobre del mundo – dedicó el 25% de los ingresos del gobierno a cubrir la deuda. Hoy ese valor ronda el 7%, por lo que debería haber mucho más dinero para invertir en carreteras y escuelas. Un país con una deuda baja debería poder pedir préstamos más baratos, puesto que los acreedores se preocuparán menos de que no les vaya a pagar. También debería ser más atrayente para inversores con proyectos privados, ya que habrá menos necesidad de que el gobierno imponga altos impuestos.
Pero los pesimistas creen que la reducción de la deuda no tiene impacto alguno en la inversión o el crecimiento. Piensan que los beneficios en términos de flujo de caja a corto plazo están más desequilibrados por el daño causado a la reputación del país. De igual modo, los acreedores y las empresas lo van a ver como una república bananera, y se mantendrán alejados.
Las evidencias están mezcladas. Un artículo de 2005 de Nicolas Depetris-Chauvin, por entonces en la Universidad de Princeton, y Aart Kraay del Banco Mundial no constató «ningún efecto perceptible de la reducción de la deuda en el crecimiento». Estudios más optimistas, como el del Banco Mundial de 2009, piensan que un descenso de la deuda se relaciona con un mayor crecimiento, pero solo en los HIPCs que son políticamente estables.
Un nuevo artículo de dos economistas del FMI analiza 35 países de pocos recursos que se beneficiaron tanto de la iniciativa de los HIPCs como de la MDRI. A pesar de no cubrir el periodo previo a la reducción de la deuda, los resultados parecen alentadores a primera vista. El crecimiento anual real del PIB per cápita pasó como media de un 1,9% en 1996-2005 a 2,6% en 2006-11. Después de controlar otros factores como la estabilidad política y la cantidad de dinero de ayuda externa que recibió cada país, los economistas todavía creen que la reducción de la deuda tiene un efecto significativo y positivo en el crecimiento.
Pero hay algo que desconcierta. Los autores muestran que en los países pobres existe una relación positiva entre inversión y crecimiento, como sería de esperar. Aun así, encuentran pocas evidencias de que la reducción de la deuda tenga algún impacto en la inversión, como habían previsto los optimistas. Esto podría deberse a la razón que presentaron los pesimistas o simplemente a que, por muy bienvenida que pueda ser una reducción de deuda, no resulta suficiente para convencer a los extranjeros para que inviertan su dinero allí. De cualquier forma, el estudio no explica la forma en que la reducción de la deuda estimula el crecimiento.
La respuesta podría ser un concepto despreciado por todos los gobiernos que necesitan ser rescatados: las condiciones. Con el fin de cualificarse para la reducción de la deuda, el FMI requiere, por lo general, que los países cumplan determinadas condiciones. Estas incluyen mantener el resto de las deudas con el FMI, alcanzar algunas metas macroeconómicas y aplicar una «estrategia de reducción de la pobreza». La forma de alcanzar estas metas, si se aplica la teoría, se podrá traducir en un crecimiento más rápido en los países tras la reducción de su deuda. Un mayor gasto social, por ejemplo, debería lograr que la mano de obra de un país sea más saludable y productiva.
Reducir la deuda, no la presión
Otro artículo, de Danny Cassimon de la Universidad de Amberes y algunos colegas, ofrece evidencias de esta teoría. Observa a 24 HIPCs africanos desde 1986 hasta 2012. Al contrario que los economistas del FMI, distingue entre las iniciativas de los HIPCs y la MDRI. Bajo el HIPC, el Sr. Cassimon y sus coautores argumentan que el FMI trató de asegurar que los ahorros de la reducción de la deuda se gastaran de forma útil. Por ejemplo, en Camerún el FMI estipuló que el ahorro por la reducción de la deuda se debería aplicar en la construcción de escuelas y en inversiones en carreteras rurales. En contraposición, dicen que las condiciones relacionadas con la MDRI eran mucho más suaves; muchos destinatarios no tienen que cambiar ninguna política ni planes de gastos para cualificarse.
El artículo se centra especialmente en el impacto de la reducción de la deuda en la inversión del gobierno, no en el crecimiento global. En principio, los resultados parecen similares a los del artículo del FMI: la reducción de la deuda no tiene ningún beneficio claro a lo largo de todo el periodo en cuestión. Pero análisis separados de las iniciativas de los HIPCs y la MDRI proporcionan resultados muy diferentes. La MDRI no tiene ningún impacto en la inversión del gobierno, pero bajo la iniciativa de los HIPCs una reducción del 10% de los costes de servicio de la deuda estaba relacionada con un aumento del 3,5% en la inversión del gobierno como parte del PIB del año siguiente. La recaudación fiscal también mejoró.
Grecia es mucho más rica que los HIPCs y está más endeudada (el 177% del PIB y con tendencia a aumentar). Pero no hay ninguna razón para que no se deba aplicar la misma moral. La reducción de la deuda es una gran idea, siempre que venga con compromisos.