¿Qué está pasando en Grecia?
Alexandros Avramidis/Reuters
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Al convocar de manera inesperada una votación pública sobre la última propuesta de rescate financiero, el gobierno griego - en nombre de la democracia - ha desencadenado una secuencia incierta de sucesos para la que parece no estar preparado para hacerle frente.

La última política arriesgada llevó a los griegos a vaciar sus cuentas bancarias durante el fin de semana, temiendo por la estabilidad del vacilante sistema financiero del país.

Para contener la marea, los bancos estarán cerrados hoy lunes (29 de junio) y los cajeros automáticos tendrán un límite de retirada de efectivo de tan solo 60 euros al día cuando reabran. Estas drásticas restricciones son necesarias para mantener los bancos a flote y, lo que es aún más importante, para mantener a Grecia en la zona euro. El propio euro ha sufrido un castigo en el madrugador mercado de divisas asiático.

La confusión provocada por el referéndum inesperado - como prueban las largas colas en los cajeros automáticos de todo el país - amenaza con romper el sustento del rescate financiero del que Grecia ha dependido en los últimos cinco años, de una vez por todas. Ya en una fuerte depresión, las cosas podrían empeorar aún más en Grecia. De hecho, un famoso político griego advirtió una vez sobre convocar tales plebiscitos:

«Si el propio primer ministro griego intenta que la gente afronte tales dilemas... los bancos griegos y la economía griega se colapsarán antes incluso de que lleguemos a las mesas de votación... debido a la posibilidad de que la gente tenga que afrontar tal dilema, la gente podría votar "no"».

Ese político era el actual primer ministro griego, Alexis Tsipras, quien en 2011 criticó al primer ministro de aquel entonces por la imprudencia de convocar un referéndum sobre un acuerdo previo de rescate financiero (la votación fue finalmente cancelada y le costó el puesto al líder político).

Ahora que Tsipras está en el poder y haciendo campaña contra su propio consejo, no sorprende que el resultado del último capítulo del drama del rescate financiero a Grecia sea tan difícil de predecir.

¿Qué demonios ha pasado?

Tsipras sorprendió a todo el mundo al convocar un referéndum nacional sobre si el gobierno debería aceptar o rechazar la última propuesta de los acreedores para prolongar el rescate financiero del país.

Tsipras anunció el referéndum en un discurso televisado a primera hora el sábado (27 de junio). La votación se realizará el 5 de julio, anunció, lo que requeriría una breve prórroga del actual acuerdo de rescate financiero que expira a finales de junio. Pero unas horas más tarde de ese mismo día, los ministros de economía de la zona euro rechazaron la solicitud de prórroga. Por una vez, los negociadores parecen honrar un plazo.

A pesar de que la lógica de la maniobra de referéndum del gobierno griego es comprensible - en esencia, deja que la gente elija su propio veneno - su realización es burda, por decir algo. Existe la posibilidad surrealista de que los griegos voten el 5 de julio sobre una propuesta que ya ha dejado de ser una oferta.

¿Y ahora qué?

Grecia está en bancarrota, en esto estamos todos de acuerdo. El martes (30 de junio), fecha en la que expira el acuerdo de rescate financiero a Grecia, el país debe 1.500 millones de euros al FMI en reembolso de préstamos. Esta es una de las muchas facturas a las que se enfrenta Atenas en las próximas semanas y que casi con total seguridad no podrá pagar sin desbloquear más ayudas financieras. El incumplimiento parece ya inevitable.

A pesar de no ser bien acogido, ser rígido con el FMI no es considerado como un incumplimiento por las principales agencias calificadoras de riesgo, las cuales se centran en la deuda mantenida por los prestamistas del sector privado. El FMI también les da advertencias a quienes retrasan los pagos así como algún tiempo para que se pongan al día con sus pagos pendientes antes de publicar un comunicado oficial de incumplimiento.

Las cláusulas en las deudas de Grecia al fondo de rescate de la zona euro y al BCE incluyen disposiciones para cobrar los préstamos si el país falla en un pago a otros acreedores, pero los funcionarios sugieren que no serían muy rápidos a la hora de hacer cumplir estas cláusulas siempre y cuando exista esperanza de alcanzar algún tipo de acuerdo que mantenga a Atenas a flote.

¿Van a arruinarse los bancos?

Si todo esto parece muy confuso es porque realmente lo es. Y la mayor fuente de confusión se encuentra en si el sistema financiero griego puede funcionar si expira el acuerdo de rescate financiero del país.

Si no pudiera y no se materializa ninguna ayuda de las instituciones de la zona euro, la única manera de evitar la bancarrota de los bancos y de pagar las otras facturas del estado podría pasar por deshacerse del euro y comenzar a emitir dracmas, sobre que el estado griego tendría absoluto control, al contrario de lo que sucede con el euro.

Rehuidos por los mercados, la única fuente de dinero efectivo asequible de los bancos griegos para cubrir los retiros crecientes de efectivo viene de la llamada «provisión urgente de liquidez» del Banco Central Europeo. Tras elevar de manera progresiva la cantidad de ayuda de urgencia que le daría a los bancos griegos, el BCE ha dicho hoy que debido a la ruptura de las negociaciones sobre el rescate, por el contrario congelaría su apoyo a los actuales niveles, lo cual sencillamente no es suficiente.

Esto significa que la única manera de contener la salida de efectivo de los bancos es imponer estos nuevos controles de capital. Cuando anoche anunció las medidas, Tsipras dijo que el tope del BCE de la liquidez urgente para bancos era un intento de «asfixiar la voluntad del pueblo griego» antes del referéndum.

Y, ¿qué pasará ahora?

Se espera una semana dura de recriminaciones, intranquilidad y miedo. Los acreedores de Grecia culpan a Grecia de romper las negociaciones, y no habrá más ayudas sin un cambio drástico de actitud del gobierno griego. Mientras tanto, la ayuda de urgencia del BCE está limitada, aunque no retirada, lo que asegura un bajo nivel de ayuda vital a los bancos que están aferrándose al efectivo al cerrar sus puertas y restringir las transferencias. Este es el telón de fondo en la fase previa al referéndum.

Con respecto a esto, Tsipras se dispone a impulsar el voto del «no» con una «campaña con tintes nacionalistas y populistas y basada en mensajes de desafío, resistencia frente a la "intervención extranjera", opresión de [los acreedores] y dando voz a los votantes», dice Wolfango Piccoli, analista en el grupo de investigación Teneo Intelligence. Estos son los temas que impulsaron a Syriza al poder en primer lugar y por los que mantiene altas tasas de popularidad.

Pero las encuestas muestran que una mayoría de los griegos también quieren permanecer en la zona euro. De hecho, el ministro de economía griego, Yanis Varoufakis, admitió a los periodistas que existe una «muy alta probabilidad» de que los griegos voten «sí», lo que significa que aprobarían las propuestas de los prestamistas frente a los deseos del gobierno.

Es innecesario decir que esto pondría al gobierno en un punto difícil y casi definitivamente necesitaría una remodelación del liderazgo o posiblemente nuevas elecciones. La oposición apuntará a las colas provocadas por el pánico ante los cajeros automáticos y a las oficinas bancarias cerradas como signos de que el gobierno está llevando al país a salirse del euro y a un territorio inexplorado. Los analistas prevén un entorno de volatilidad en todos los mercados europeos y que los inversores recorten sus activos y se deshagan del euro. La historia demuestra que los controles de capital tienden a mantenerse durante un largo periodo de tiempo si no se toman medidas drásticas.

Y de esta manera el pueblo griego está metido en un pozo con su futuro económico más incierto que nunca. Dentro de una semana, a los griegos se les pedirá que tomen una elección que determinará el camino económico de su país, y ambas opciones causarán diferentes tipos de dolor a una gente que ya ha sufrido enormemente.

Al igual que muchas otras cosas relacionadas con el pacto durante los pasados meses, las acciones de los agentes principales - de ambas partes - parecen improvisadas en el mejor de los casos, incompetentes en el peor de ellos e incoherentes en todos los casos.

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