La normalización de las relaciones entre Cuba y EE. UU. podría dar lugar a un modelo híbrido de economía donde el socialismo se una a un espíritu emprendedor. ¿Cuál será el resultado?
Las relaciones normalizadas entre Cuba y EE. UU. podrían resultar en un modelo económico híbrido que combine el socialismo y el espíritu empresarial. Uno debe de seguir tres normas cuando se fuma un buen habano, dice un señor con impresionantes ojos azules en la explotación de tabaco de 170 años de antigüedad.
«Nunca inhale, le haría sentirse mal. Nunca fume un puro con el estómago vacío. Y por último, nunca lo rompa, hay que dejarlo morir con la dignidad que se merece», dice Iván Rodríguez, de 42 años, guía turístico en la plantación situada en Cuchillas de Barbacoa, en la zona occidental de Cuba, de la empresa de tabaco Vegas Robaina.
Tres generaciones de la familia Robaina han producido tabaco aquí desde 1845.
Los famosos fabricantes de puros cubanos están listos para ganar mucho dinero tras el fin de la discordia entre Cuba y Estados Unidos de los últimos 55 años, y Rodríguez se muestra emocionado ante esta perspectiva.
«Va a ser estupendo para los estadounidenses; ellos conocen la alta calidad. Vendrán aquí y se llevarán nuestros puros a casa. Es parte de nuestra cultura, los habanos crean amistad entre las personas», dice.
Iván Rodríguez muestra las hojas de tabaco en la plantación de Cuchillas de Barbacoa al oeste de Cuba
Alta dosis de capitalismo
Sigue sin saberse con claridad cuánto tiempo durarán las barreras entre los rivales de la Guerra Fría que frenó miles de millones de dólares en materia de comercio, pero el cambio parece ahora inevitable. Tras la declaración histórica de diciembre de reconciliación, el miércoles 1 de julio, se anunció la reapertura de las embajadas prevista para el 20 de julio.
Para las pequeñas y medianas empresas cubanas, cuanto antes se inyecte una alta dosis de capitalismo en su economía comunista, mejor.
El dueño de Cuchillas de Barbacoa, Hirochi Robaina, no se anda con rodeos a la hora de hablar sobre el manejo displicente del gobierno de sus apreciadas hojas de tabaco.
Es el final de la temporada de cultivo y se muestra enfadado porque el tabaco que sería suficiente para 14 millones de puros está resecándose en el almacén y expuesto a plagas, esperando a que los compradores perezosos del gobierno lo compren para los fabricantes de puros dirigidos por el gobierno.
«Este tabaco es de la mayor calidad, pero cuanto más tiempo esté quieto, más bajará la calidad», dice Robaina desde una silla de madera con balancín mientras mira el campeonato de béisbol en un antiguo televisor.
Una vez se levanten las sanciones comerciales, el apetito desmesurado de puros de los EE. UU. - que representa el 65 por ciento del mercado global - tendrá hambre del producto más conocido de Cuba. Pero Robaina dice que los años de control comunista sobre la industria amenaza cualquier auge.
«Nuestra producción de puros está en declive, principalmente por abandono e incompetencia», dice. «El tabaco es una parte muy importante de la economía. Hago críticas porque estos problemas necesitan ser resueltos. Amo mi país y es por ello por lo que digo todo esto».
Un enrollador hace girar un puro con destreza en la plantación Cuchillas de Barbacoa de la empresa Vegas Robaina en la parte occidental de Cuba
Aprendiendo sobre capitalismo
Ya en la capital, La Habana, a 200 km al noreste, una pareja de marido y mujer se ha saltado todas las normas de relajación del comunismo, que prohibieron durante décadas la actividad empresarial, después de que fueran lanzadas las reformas del presidente Raúl Castro en 2008.
Julio Álvarez y su mujer, Nidialys Acosta Cabrera, personifican el espíritu capitalista creciente en la isla caribeña de 11,3 millones de habitantes.
Álvarez es un mecánico de coches y la pareja abrió un taller de reparaciones en 2012. Pero después de viajar a EE. UU. gracias a las iniciativas bilaterales para que los cubanos aprendiesen a dirigir pequeños negocios, su espíritu empresarial despegó.
La tienda de coches ahora renueva coches estadounidenses de la década de 1950 para tours o para alquilarlos al número creciente de turistas que llegan hasta ahí. No solo eso, la pareja organizó una cooperativa con otros dueños de coches clásicos para juntar sus coches para la causa. El negocio está explotando, dicen.
«Cada año desde hace tres años hemos crecido», cuenta Álvarez orgulloso. «Tenemos muchas esperanzas de que nuestro éxito continúe».
Julio Álvarez y su mujer Nidialys Acosta Cabrera abrieron su negocio de restauración de coches y de tours hace tres años
Todo esto es nuevo
En la tienda de coches, los trabajadores se pasan para usar algo parecido a un torno de 1949 para pulir una parte de un coche. Dos diseñadores gráficos aparecen con un gran cartel haciendo publicidad de la empresa - NostalgiCar - que está previsto que se cuelgue en la pared de hormigón.
La pareja se muestra orgullosa al decir que conocieron a la secretaria de Estado adjunta, Roberta Jacobson, mientras se encontraban en EE. UU. estudiando el capitalismo estadounidense y su emoción es palpable cuando hablan sobre el futuro.
Antes de esto, Álvarez y Acosta tenían que vivir de sus ahorros para apoyar su negocio, pero ahora los bancos cubanos ofrecen líneas de crédito, algo virtualmente desconocido aquí.
«Todo esto es nuevo: préstamos, créditos de interés. Vi todo esto en EE. UU. y me quedé impresionado. Estoy aprendiendo a ser un auténtico hombre de negocios de esta experiencia», dice Álvarez.
Los negocios a pequeña escala conocidos como trabajadores cuentapropistas se han multiplicado durante los últimos 20 años, con alrededor de 435.000 hoy en día en la isla frente a los 138.000 que había en 1995. Cerca de un millón de personas, el 20 por ciento de la población activa, se considera ahora parte del sector privado.
Además, los retos permanecen después de cinco décadas de planes económicos al estilo soviético.
Pedro Vázquez es arquitecto y consultor de diseño urbano que da lecciones de historia sobre Cuba, patrocinadas por el gobierno, a los turistas estadounidenses.
Mientras la distensión se asienta y la prosperidad económica se presenta a sí misma, Vázquez dice que su mayor preocupación es que los cubanos - acostumbrados desde hace mucho a la relegación proletaria - desaprovechen las nuevas oportunidades.
«No existe disciplina entre la gente de aquí», dice. «Es una limitación cultural y sucede en todos los aspectos de la vida. Los cubanos son muy buenos en no hacer nada».
Las imágenes de los comunistas devotos Che Guevara y Fidel Castro son omnipresentes por toda Cuba
No cualquiera
A medida que Cuba transforma su economía basada en el estilo soviético, muchos observadores se preguntan hasta dónde llegará el gobierno. Diversos economistas han dicho a Al Jazeera que los ideales de la revolución socialista de la década de 1950 se mantendrán firmes a medida que se acomodan los aspectos más deseables del capitalismo.
Desde su soleada oficina de La Habana, Hugo Pons Duarte, director de la Asociación de Economistas y Contables de Cuba dice que el «modelo de gestión» se basará en tres pilares: empresas estatales, cooperativas y trabajadores autónomos.
«La política no es abrir el país a cualquiera que quiera venir», dice Pons. «El gobierno tiene una estrategia para guiar las inversiones».
Vázquez señala que los gobernantes comunistas son muy conscientes de los peligros de dar carta blanca a corporaciones multinacionales. «El dinero es poder y el gobierno tiene una senda estrecha para el negocio», dice.