Abandonando el tren de la industrialización
Página principal Economía, Rusia, China

¿Y si China es el último país que consigue subirse al tren de la industrialización?

Vamos a dar un paso atrás y a echar un vistazo al desarrollo de la economía global. En las últimas dos o tres décadas hemos visto un fenómeno destacable. Desde la Revolución Industrial, ciertos países de Europa, Norteamérica y el este asiático fueron por delante del paquete global y mantuvieron su liderazgo durante gran parte de los siglos XIX y XX.

Ello frustró las predicciones de los modelos básicos de crecimiento económico, que afirman que los estándares de vida en las naciones deben converger con el tiempo. Fue a partir de la década de los 80 cuando el resto del mundo les alcanzó, y lo hizo muy rápido. El crecimiento global ha sido fuerte – normalmente mayor del 3%, a menudo incluso más. Y los países en vías de desarrollo han crecido mucho más rápido que los desarrollados, lo que ha contribuido a que la distribución de la renta global se haya igualado mucho más. Parece que los viejos modelos económicos funcionan después de todo.

Pero ¿cuánto puede durar esto? El motor principal del crecimiento global desde el año 2000 ha sido la rápida industrialización de China. A base de canalizar los grandes ahorros de su población hacia la inversión de capital y absorbiendo rápidamente la tecnología de los países avanzados, China fue capaz de llevar a cabo la más increíble modernización de la historia, trasladando a cientos de millones de agricultores de las zonas rurales a las ciudades. Esto supuso un estímulo para el crecimiento de países exportadores de recursos como Brasil, Rusia y muchas naciones en vías de desarrollo que vendieron su petróleo, metales y otros recursos al nuevo taller mundial.

El problema es que la desaceleración en el crecimiento anual de China del 10% a cerca del 7%, es solo el comienzo. Las recientes caídas en los precios de la vivienda y de la bolsa son precursores de una posterior moderación económica. Eso es inevitable ya que ningún país puede crecer a un ritmo tan vertiginoso toda la vida. Y con la caída de China, Brasil y Rusia han caído también – atrás quedó el auge de los BRICS (Brasil, Rusia, India y China).

¿Qué ocurre si otras naciones no pueden coger el testigo cuando China se ralentiza?

¿Qué pasa si China es el último país en continuar por el seguro camino de la industrialización?

Solo hay realmente una forma fiable de enriquecer un país. Hay que trasladar agricultores a las fábricas e importar tecnología extranjera para la fabricación. Cuando se traslada el excedente de agricultores a las ciudades, la productividad se dispara – este es el llamado modelo de sectores duales para el desarrollo económico del que es pionero el economista W. Arthur Lewis. Hasta ahora ningún país ha alcanzado altos niveles de renta llevando agricultores a desempeñar trabajos en masa, lo que nos lleva a concluir que hay algo peculiar en la fabricación.

¿Qué hay de especial en el sector de la fabricación? Debe de ser mucho más fácil importar tecnología extranjera en fabricación que en otras actividades. Dani Rodrik, economista de Harvard, ha demostrado que si solo nos fijamos en la fabricación, la productividad de los países tiende a converger rápidamente – las naciones pobres son muy buenas copiando las tecnologías de fabricación de los países ricos. Pero en servicios, la productividad no tiende a converger. Esto puede deberse a que las tecnologías de fabricación están recogidas en los propios productos y en las maquinarias empleadas para fabricarlos, mientras que las empresas de servicios obtienen su productividad a partir de modelos organizativos, capital humano y otros bienes intangibles que son más difíciles de imitar por los países pobres, y por ello el crecimiento rápido es más difícil.

Pero aquí está el problema: el sector de la fabricación se está aminorando. Aunque la cantidad total de material físico que fabrican los humanos continúa aumentando, el porcentaje de actividad económica que destinamos para la fabricación de bienes físicos sigue disminuyendo. Esto ocurre en todo el mundo, incluso en China, lo cual puede deberse en parte a que la fabricación ha sido víctima de su propio éxito – el sector se ha vuelto tan productivo que actualmente es bastante barato fabricar todos los productos que necesitamos. Eso es exactamente lo que ocurrió en la agricultura después de todo.

Si la fabricación se convierte en un nicho de mercado, los países pobres pueden tener problemas. China podría haber sido el último país en subirse al tren de la industrialización. En ese caso, India, África, Latinoamérica y Oriente Medio podrían quedarse atrás. Esta es la inquietante clave de la presentación de Dani Rodrik en el Overseas Development Institute de Reino Unido. Rodrik concluye:

«Puesto que son las tendencias nacionales, más que las globales, las que mueven el crecimiento, es probable que exista una importante heterogeneidad de resultados a largo plazo en los países en vías de desarrollo».

En otras palabras, puede que el resto de países pobres no sean capaces de adaptarse, como hace China.

De manera que, mientras los líderes de los países en vías de desarrollo, como Narendra Modi de la India, deben continuar impulsando la mejora de la infraestructura, puede que sea incluso más importante para ellos centrarse en la educación. Ya que construir cosas es menos importante y actuar significa más para la economía global, el capital humano será más crucial que nunca.

Lea también:
Por favor, describa el error
Cerrar