Europa sin el euro
Susana Vera/Reuters
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¿Cómo sería Europa sin el euro? Stephen Fidler, autor de The Wall Street Journal, ha compartido sus pensamientos sobre el tema.

A diferencia de George Bailey en el clásico de 1946 «¡Qué bello es vivir!» (It's a wonderful life), nosotros no tenemos la oportunidad de regresar al pasado y descubrirlo.

En la película, el amable pero suicida George es llevado por su ángel de la guarda a ver cómo habría sido el mundo sin él. El pequeño pueblo en el que había crecido y del que parece que nunca puede escapar está irreconocible. En vez del idílico Bedford Falls, se encuentra con Pottersville, violenta y donde prospera el crimen.

George descubrió que había marcado una diferencia para bien.

El euro ha debido de marcar también una diferencia. Sin embargo, la eurozona se parece más a Pottersville, disfuncional, que a Bedford Falls, honrada. Sigue estando en peligro de perder a Grecia, y mientras gran parte del resto del bloque está comenzando a crecer de nuevo tras años de recesión, ha tenido que haber tipos de interés en lo más bajo, un euro débil y precios del petróleo muy bajos para que esto suceda.

La tasa de desempleo sigue siendo elevada en muchos países y la reputación de la Unión Europea se ha visto afectada, incluso en países como Francia que han sido el centro de su desarrollo.

«Nadie puede decir cómo se habría desarrollado Europa sin el euro», decía Jean Pisani-Ferry, jefe del departamento de planificación política del gobierno francés, en un artículo para Project Syndicate, una web que aloja artículos de opinión.

«Durante los últimos 15 años, el rendimiento económico de la eurozona ha sido decepcionante y su sistema político tiene que responder por esto».

Tras la creación del euro en 1999, dos años antes de que comenzaran a circular los billetes y las monedas, surgieron los grandes desequilibrios de cuentas corrientes entre Alemania y los países donde los bajos tipos de interés habían propiciado booms de crédito. Llegada la crisis financiera mundial en 2008, «las condiciones eran idóneas para que se produjese la tormenta perfecta», escribió Pisani-Ferry.

¿Por qué se creó el euro?

Mientras que el euro era por una parte un proyecto político - diseñado para cumplir los sueños de la generación posterior a la Segunda Guerra Mundial de unificar el continente asolado por la guerra - su creación también estuvo motivada por un montón de argumentos económicos, muchos de los cuales reflejaban las inquietudes alemanas.

En primer lugar, tras el fracaso final del sistema Bretton Woods de tipos de interés fijos a principios de la década de 1970, muchos en Alemania y en otros lugares no confiaban en los tipos de cambio flexibles, los cuales se veían como la introducción de la volatilidad y la imprevisibilidad al comercio. «Los tipos de cambio flotantes no eran aceptables», dijo Pisani-Ferry en una entrevista.

Se decía que el mercado único de la UE en bienes y servicios resultaría menoscabado y posiblemente en algún momento destruido - y la industria alemana afectada - por devaluaciones competitivas y repetidas por los gustos de Italia, España y Reino Unido. Sin embargo, mientras que España e Italia no han devaluado desde la década de 1990, el Reino Unido ha mantenido un tipo de cambio flexible, sin que, según parece hasta ahora, haya menoscabado el mercado único.

Puede ser que el euro haya conseguido evitar tipos de cambio flexibles en Europa. Esto se debe a que el sistema previo de un régimen de tipos de cambio fijo dominado por los alemanes probablemente no habría sobrevivido a los eventos de la pasada década y para otras economías europeas habría sido imposible vivir sin el rigor antiinflacionista del banco central alemán.

El euro también se veía como una respuesta a los miedos en Alemania de la «internacionalización» del marco alemán y las consecuencias de que el marco se convirtiese en una moneda de reserva como alternativa al dólar estadounidense. A pesar de ser la mayor de Europa, la economía alemana habría sido demasiado pequeña para hacer frente a la enorme afluencia de capital internacional que habría inundado los mercados financieros alemanes, lo que probablemente habría conducido a una sobrevaloración del marco alemán que hubiera devastado a los exportadores del país.

En este aspecto, la moneda común ha sido un éxito: el euro ha asumido el estatus de moneda de reserva internacional. Según las últimas cifras del Banco Central Europeo, el euro constituye el 22% de las reservas de cambio extranjeras oficiales en el mundo, comparado con el 63% del dólar. La economía de la eurozona, mucho más grande, ha sido capaz de absorber mejor estas afluencias de lo que Alemania sola hubiera podido.

Estos no son solo los únicos problemas económicos que llevaron a la creación del euro, sino también que las preocupaciones sobre políticas económicas de Alemania tuvieron gran importancia. La economía de Alemania parece haberse beneficiado también por evitar la volatilidad y sobrevaloración de la moneda. Esto no es para decir que no habrá ciertos costes para Alemania por sostener la moneda común, no menos en las probables pérdidas en los préstamos por el rescate a Grecia.

De hecho, desde el punto de vista de 2015, el euro parece ser la solución que terminará siendo más cara que los problemas que estaba destinado a abordar. Y no por primera vez. «La principal responsabilidad de los desastres del siglo reside no tanto en los problemas como en las soluciones», concluyó el historiador y poeta Robert Conquest, que ha muerto hace unos días, tras hacer una crónica de la historia de la Unión Soviética.

Aun habiendo creado la moneda común, no haberla creado podría haber sido la causa de un mayor caos incalculable. Una vez has creado Pottersville, es muy difícil volver a Bedford Falls.

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