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Los países en vías de desarrollo necesitan un estímulo para compensar las fugas de capital.

Se está produciendo una desbandada de capital de los mercados emergentes debido a que los inversores, las empresas y las instituciones financieras pierden su confianza en los países en vías de desarrollo. Las fugas de capital, que han ascendido a 1 billón de dólares, entrañan una importancia que va mucho más allá de las debilidades de los propios países. El dinamismo de las naciones en vías de desarrollo ayudó a restaurar el crecimiento en el mundo a consecuencia de la crisis financiera de 2008-09. Ahora se está disipando con rapidez.

Su vitalidad se ve minada debido a un círculo vicioso causa-efecto. Las fugas de capital se suman a las presiones sobre las monedas de los mercados emergentes para que se debiliten con respecto al dólar americano, reprimiendo de esta forma la demanda de importación, frenando el crecimiento económico y estimulando más salidas de capital. Si el ciclo no se controla, el riesgo de una crisis en el crecimiento de los países en vías de desarrollo – que representan el 52% del producto interior bruto mundial en términos de paridad de poder adquisitivo – podría arrastrar a una mayor parte del mundo a la recesión.

La adaptación de los mercados emergentes puede ser fundamental, pero el pronóstico es malo. Hasta cierto punto, el modelo de crecimiento que generó la rápida expansión económica en las últimas tres décadas, parece estar quebrado. David Lubin, economista jefe de mercados emergentes de Citi, señala que hay tres motores clave para el crecimiento del PIB – exportaciones, gasto interior público y gasto interior privado – que están en señal de alarma.

Las exportaciones se están frenando por un colapso en el crecimiento del comercio mundial. El gasto público es débil debido a que muchos países están demasiado nerviosos para flexibilizar su política fiscal, temen una pérdida de solvencia soberana en un momento en el que las entradas de capital son escasas. Y el crecimiento interior privado está ralentizado por el hecho de que los mercados de crédito en muchos países están en modo de «post-auge»: ni los acreedores nacionales ni los prestatarios tienen muchas ganas de riesgos, añade Lubin.

El resultado ha sido una bajada sustancial en el crecimiento del PIB. Bhanu Baweja, estratega de UBS, calcula que la expansión del PIB en el mercado emergente se redujo en una media del 3,5% en el primer trimestre, su nivel más bajo desde la crisis de 2008-09. Añade que si la gran economía de China se desmarca, el crecimiento del PIB del mercado emergente que quede puede ser «próximo a cero» durante el primer trimestre. Pocos son los analistas que predicen una mayor suerte avanzado este año.

De manera que ¿qué se puede hacer para revertir la espiral a la baja? Una de las respuestas es una urgente reforma estructural. Sólo México y la India han elegido líderes comprometidos con un programa definible. Otros mercados emergentes desperdiciaron en gran medida la oportunidad de reforma que les permitió el rápido crecimiento de más una década.

Sin embargo, se podría obtener un despegue más inmediato a partir de la flexibilización selectiva de las políticas fiscales en algunos países en vías de desarrollo. Es fácil comprender por qué muchos gobiernos son reacios a considerar esto; a la espera de que la Reserva Federal de los EE. UU. aumente los tipos de interés en algún momento este otoño, muchos países en vías de desarrollo reforzarán su disciplina fiscal para mantener sus costes de crédito lo más bajos posibles. Pero en un momento dado, la obligación de generar crecimiento tiene que ser una prioridad, al menos en aquellos países en los que hay espacio para el relanzamiento.

La necesidad de nueva infraestructura, especialmente en la India, China, la mayor parte del África subsahariana y gran parte de Latinoamérica, es frenética. Las organizaciones multilaterales como el Banco Mundial, el Banco Africano de Desarrollo, el Banco Interamericano de Desarrollo y el nuevo Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras liderado en China, deben moverse rápido para aumentar sus préstamos. Los países de mercados emergentes también deberían invertir donde puedan. La alternativa es el riesgo del actual mercado emergente de un desarrollo encaminado a la derrota.

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