La llegada masiva de personas afecta al mercado laboral de manera complicada y conflictiva, pero hay algo que es seguro: la tensión racial no es de ninguna ayuda.
La semana pasada, tras la publicación de unas terribles imágenes de sufrimiento humano junto con el aumento de la presión social, algunos líderes europeos, que en un principio se habían mostrado reticentes, comenzaron a aceptar la idea de permitir que más inmigrantes de Oriente Medio accedan a sus países. Muchos europeos, sobre todo, en Suecia, Islandia y la isla griega de Cos, han estado ayudando a los refugiados, sucumbiendo a la compasión aun siendo conscientes de lo que esto supone económicamente. Otros en Europa, sin embargo, dudan por miedo a que los inmigrantes acaparen los puestos de trabajo, pongan en peligro la cohesión social y aumenten el gasto social.
La afluencia de inmigrantes podría, de hecho, tener efectos negativos sobre los salarios de los trabajadores locales. Por esta razón, algunos países están prohibiendo que los inmigrantes trabajen, pero a veces, los efectos de la inmigración sobre los salarios de los trabajadores locales pueden ser positivos. Los efectos de una inmigración masiva en el mercado laboral difieren de caso a caso.
Los economistas suelen coincidir en el hecho de que la inmigración es buena en general para un país. Incluso tienen un término para referirse a esto: «excedente por inmigración», que se refiere al efecto positivo que tiene la inmigración creando una nueva demanda de bienes y servicios, lo que alienta a los empleadores a contratar a más personas. Y si los inmigrantes sustituyen a trabajadores locales, los bienes y servicios se producen de forma más barata aunque bajen los salarios.
En 2007, la Casa Blanca llegó a la conclusión de que la inmigración de los EE. UU. tiene un efecto positivo para el país. Los ganadores son muchos y los perdedores principales son los trabajadores titulares, cuyos salarios caen hasta que empiecen a aumentar a largo plazo como consecuencia del crecimiento económico originado por esta inmigración.
La historia menos reciente de Estados Unidos proporciona un ejemplo de cuándo los salarios de los trabajadores titulares fueron suprimidos como resultado de la inmigración. Esto sucedió después de la Gran Migración, un movimiento de 7 millones de personas de raza negra nacidas en el sur (y también blancas) aproximadamente entre 1910 y 1970. Una de las razones de que los salarios bajasen tras la gran migración fue que los trabajos de esa época estaban racialmente segmentados -las fundiciones eran para los trabajadores negros y las fábricas de automóviles para los blancos- lo que significaba que los trabajadores negros recién llegados estaban compitiendo solo por «trabajos para negros». Esto representa el mayor aumento de la cuota de fuerza laboral de trabajadores negros de la historia de Estados Unidos.
Alrededor de 1910, la violencia de los blancos contra los negros en el sur y la devastación del algodón del sur estimuló la gran migración, y esta aumentó más tarde esa misma década ya que la demanda de trabajo se incrementó a medida que la producción estadounidense se intensificó por la guerra. Los inmigrantes se dirigieron a un puñado de ciudades industriales del norte, teniendo Detroit, Pittsburgh y Chicago las mayores afluencias en relación con su población.
La oferta de trabajadores negros en el norte casi se duplicó, y en algunas industrias y ciertos niveles de habilidad, se triplicó, o incluso más. Leah Platt Boustan, economista de la UCLA, estima que los salarios de los trabajadores negros en el norte habría sido un 7% más alto en 1970 si la oferta de trabajo negro no hubiera aumentado tanto como lo hizo.
A veces, los empleadores utilizan las ganas de trabajar de estos inmigrantes para su propio beneficio, enfrentándolos a los trabajadores sindicalizados. De hecho, Henry Ford, quien en la década de 1940 dio trabajo al 50% de todas las personas de raza negra en Detroit, los solía utilizar para acabar con las huelgas. (En 1928, Arthur Blind Blake grabó «Detroit Blues Bound», que incluía la frase: «Me voy a conseguir un trabajo, allá arriba, donde está el Sr. Ford».) El pintor Jacob Lawrence completó una serie de 60 pinturas sobre la gran migración, incluyendo una que ilustra el uso de rompehuelgas. La leyenda que Lawrence escribió para esa ilustración en 1941 dice:
«Los disturbios raciales eran muy numerosos en todo el norte debido al antagonismo que se generó entre los trabajadores negros y blancos».
Por encima de todo, lo que esto demuestra es cómo las divisiones raciales pueden exacerbar la lucha que viene junto con una afluencia de nuevos trabajadores, una lección que debería ser preocupante cuando consideramos la situación de hoy en día.
Los ciudadanos, sindicatos y líderes tendrán que adoptar una posición sobre los inmigrantes desesperados en base a sus propias convicciones e intereses económicos. Muchos refugiados sirios son expertos y jóvenes, y tal vez esto le puede venir bien a Alemania, debido al envejecimiento y la disminución de su población activa. El país calcula que en cuatro o cinco años, los beneficios económicos pueden superar los 11 mil millones de dólares al año que cuesta acoger a los inmigrantes. Esto, por supuesto, ignorando el papel del humanitarismo en la ecuación.
Pero, desafortunadamente, Europa se prepara para una desagradable competencia entre los trabajadores locales y los recién llegados ya que los prejuicios, la austeridad, la inseguridad laboral, tres características de muchas economías europeas hoy en día, seguramente harán que la crisis migratoria sea peor.